Capítulo 1

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Solo, sentado en su pieza, un joven adolescente había interrumpido su trabajo para intentar pensar con claridad.

 Aburrimiento, desde que habían llegado allí todo había sido aburrido.

Miró la hoja que tenía frente a él y le arrebató el impulso de romperla en pedazos, pero se contuvo. Había trabajado en eso durante una hora y no estaba dispuesto a desperdiciar todo ese trabajo por un ataque de frustración.

Aún no podía creer que  tuviera que estudiar en casa, alejado de todos sus amigos. Hubiera dado lo que sea por volver a la civilización, pero no podría. Le había rogado a su padre durante todo el tiempo que habían pasado allí, pero él seguía insistiendo en que si lo intentaba le terminaría gustando.

 << Claro que no>> pensó al recordar eso, nunca se acostumbraría.

Él era un chico de ciudad, no soportaba el aislamiento. Miró por la ventana. Una luz a la distancia era su único contacto con la civilización, iluminaba el cartel que indicaba el camino a la cuidad más cercana.

Ni siquiera su lazo con su padre se había fortalecido como había pensado. Su progenitor pasaba todo el día recorriendo el campo en toda su extensión mientras él se sentaba en el comedor a hacer tarea.

Ni siquiera Vivian en la misma casa, su padre le había hecho una pequeña casa aparte para que él viviera. Era el colmo.

Golpeo la mesa con el puño y se levantó irritado, no podría terminar ese trabajo esa noche. Agarró una toalla y fue al baño a tomar una ducha antes de acostarse. El contacto del agua caliente relajo sus músculos.<<al menos algo tenemos: agua caliente>> pensó con creciente enojo. Lavó su cabello y salió del baño con presteza.

 Debería haberse ido con su madre, podría hacer lo ahora, pensaba mientras se metía en la cama. No, no podría, ella estaba al otro lado del país y él no tenía dinero para pagar un pasaje hasta allí, y su padre tampoco se lo daría, cualquier cosa por llevarle la contra a su madre.

Entre sus cavilaciones comenzó a dormitar, hasta que comenzó a tener un sueño superficial y poco placentero.

Se despertó de pronto a mitad de la noche. Miro su reloj, que daba las 2:36 am. Y se pregunto qué podía ser lo que había interrumpido su sueño. Aguzo el oído en la oscuridad  y espero.

Creyó oír un grito femenino a lo lejos  pero lo descarto, no había nadie en 40 kilómetros a la redonda, no podría haber una chica tan cerca como para escuchar sus gritos.

 Estaba dispuesto a volverse a acostar cuando volvió a escuchar un grito, en ese momento estuvo seguro de lo que había escuchado y se pregunto de donde provenía. No podía ser un vecino, no había ninguno y la idea de que una joven anduviera sola tan lejos de la ciudad a esa hora no era muy tentadora. Se pregunto si tal vez fuera un fantasma  y después de pensarlo un segundo se rio de si mismo por tener pensamientos tan infantiles.

 Un grito volvió a perturbar la tranquilidad de la noche y ya no pudo soportarlo más, se tapo la cabeza con la almohada e intento dormir. Justo antes de quedarse dormido trato tranquilizar su consciencia diciéndose que, cualquiera fuera el caso, él no podría ayudar a esa muchacha.

Se despertó gritando. No recordaba qué, pero estaba seguro de que había tenido una pesadilla. Su frente estaba perlada en sudor y su corazón latía desbocado. Se sentó en su cama lentamente, con la mente perdida en lo sucedido algunas horas antes. El reloj sobre su mesa de luz daba las 9:30 am..

 Se levantó, aún adormecido y se miró al espejo. Sus cabellos negros se encontraban despeinados y caídos sobre su rostro en una maraña desordenada de mechones y sus ojos color miel estaban entrecerrados para defenderse de la luz.

Take Me HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora