Capítulo 17

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Cabalgaron casi toda la mañana del día siguiente para llegar a un pueblo. Ella aún se sorprendía de que el padre de Zayn no les hubiera perseguido y encontrado. No lo habían visto desde que pasó a toda velocidad por la ruta y eso era a su vez tranquilizador e inquietante. Lo más probable, habían llegado a la conclusión con Zayn, era que hubiera salido para el lado contrario a ellos cuando descubrió que se habían escapado, lo que les daba un poco de ventaja, pero aún así debían seguir con cautela.

La noche anterior había sido muy problemática para ella. Nunca pensó que vería esa carpa de nuevo y, mucho menos, que dormiría allí por propia voluntad, pero era el único refugio que tenían en ese momento. Le había costado acercarse  a ella en un primer momento, pero Zayn estaba allí para ayudarle, como siempre.  Le fue guiando de a poco, tomándole entre sus brazos y obligándole a acercarse a la carpa con pequeños pasos, dulcemente. Estar con él siempre era tranquilizador, un efecto completamente diferente al que ejercía su padre, al cual aborrecía desde lo más profundo de su alma. Zayn era una persona amable, buena y sumamente atractiva, había escuchado hablar sobre el encanto femenino, pero lo que él tenía era definitivamente un encanto masculino abrumador. Era masculino en todo el sentido de la palabra, desde su aroma hasta su forma, pero con un toque de sensibilidad inusual en los chicos de su tipo. Parecía salido de un libro.

Desmontaron del caballo al llegar a lo que parecía un hotel. Todo el pueblo tenía un aura de antigüedad algo inquietante que les confundía. La mayoría de las calles eran de tierra y todos los edificios lucían como si no los hubieran pintado desde hacía décadas. Incluso vieron un par de personas montando a caballo por la calle. Eso era bueno, pensó la joven, al menos no tendrían que preocuparse por sobresalir demasiado.

Ataron al caballo a un árbol contiguo al hotel, tomaron las mochilas y entraron.

-Déjame que pregunte el precio, no tengo demasiado dinero, pero creo que alcanzará- le dijo Zayn antes de acercarse al mostrador donde una mujer leía una revista.

La muchacha sintió una punzada de culpabilidad en el pecho. Él estaba dejando todo por ella, había abandonado a su padre, le había traicionado y desafiado y además, ahora estaba gastando sus ahorros para llevarle hasta su hogar ¿y ella qué había hecho por él? Había llorado como una niña estúpida todos los días, jamás le había dado las gracias y por sobre todo, le había lastimado el día anterior. De seguro él estaría cansado de su comportamiento ya y sólo le ayudaba porque tenía el cargo de consciencia de que ahora ella era su responsabilidad, tan sólo eso. ¿Qué podía esperar? Ella era tan sólo una muchachita malcriada, fea y gorda que había caído a su vida para causarle problemas. Tal vez debería seguir sola hasta su casa, darle las gracias y dejar que siguiera con su vida tal y como era antes. <<No>> se dijo, no podía hacer eso, no sabía cómo llegar y eso le hizo sentirse aún más inútil.

Zayn volvió del mostrador con una llave con un número 5 en la mano y una sonrisa complacida en el rostro. Le tomó de la mano y le guió a través de las escaleras hasta el primer piso, frente a la puerta que llevaba el número cinco grabado en relieve en la puerta.

Él puso  la llave en la puerta y, con un poco de dificultad, pudo girar la cerradura y abrirla. Entraron en un recinto con una sola habitación con una cama de dos plazas y un baño. La cama tenía sábanas azules gastadas y un placar con un espejo se ubicaba frente a esta.

Zayn se adelantó, tomó la mochila de ella y la suya y las depositó en el suelo contra la pared junto a la cama. Ella se había sentido muy mal por todos los rumbos que había tomado su cerebro durante la espera, pero cuando él le tocó todo eso se esfumó, dejando paso a un profundo deseo de que él le quisiera, deseo que probablemente, se dijo, nunca se vería realizado.

Se sentó sobe la cama y estiró las piernas, montar era agotador después de hacerlo durante un tiempo muy prolongado.

- ¿Cómo se llama el caballo?, nunca lo mencionaste.- preguntó cuando esa duda acudió a su mente.

Zayn le miró sorprendido en un principio, ella no solía comenzar las conversaciones. Volvió la vista hacia la ventana que daba al frente del hotel y miró al caballo que pastaba tranquilamente.

-No tiene un nombre- le dijo- no podría pensar uno adecuado para él.- se excusó y ella le comprendió, no era fácil pensar un buen nombre para un animal al que uno ya le ha tomado cariño. Asintió y se quedó mirando hacia la ventana al igual que él con una sensación de paz. Luego, le miró, sus rasgos perfectos y sus ojos dorados mirando hacia la lejanía. De repente, algo le hizo fruncir su entrecejo y cerró rápidamente la cortina de la ventana. Ella le miró interrogativa y él le hizo señas para que se acercara silenciosamente.

Se paró con cautela y se acercó a él. Luego él la tomó por la cintura y le guió hasta la ventana, sosteniendo un poco de la cortina para que ella pudiera ver por la rendija que se formaba. A lo lejos, acercándose con velocidad furiosa, divisó una nube de polvo y, delante de esta, una mancha de color verde agua gastado.

- Es el auto de mi padre- le dijo él al oído, provocándole escalofríos en todo el cuerpo. No supo por qué, pero le dio la impresión de que se lo hacía a propósito. – Ya lo he visto acercarse con esa velocidad, es inconfundible. – Soltó la cortina y se sentó de espaldas a la pared, con la cabeza justo debajo del marco de la ventana. Ella se sentó junto a él.

- ¿Qué haremos ahora?- preguntó preocupada.

-Esperar- le contestó- y rogar porque no reconozca al caballo parado allí fuera.- Se paró, cerró la puerta de la habitación con llave y volvió a su sitio.

Se sintió muy mal. Él no la entregaba, no iba a entregarle y lo único que ella lograba con esto era empeorarle la vida. Fijó la vista en un punto en la pared, no quería verle a los ojos cuando suspirara aliviado, y dijo:

-Zayn, entrégame.

-¿Qué?- Preguntó confuso.

-Que me entregues- repitió ella-, sólo soy una carga. Entrégame y regresa a tu vida de antes por favor, ya encontraré yo la forma de arreglarme- Los ojos se le habían inundado de agua, aunque había intentado evitarlo, y en ese momento trataba de que las lágrimas no afloraran de ellos.

-Por supuesto que no- le dijo él. Ella quiso mirarle, pero no quería que viera sus ojos cristalizados, así que continuó con la vista fija en el mismo punto. – Te prometí que te ayudaría y voy a hacerlo- ella le miró, ya sin importarle sus ojos.

-¡Ese es el punto! –Contestó, sin poder evitar que se le escaparan algunas lágrimas- ¡Soy sólo una carga!, se que sólo me ayudas porque eres demasiado bueno para dejarme morir, no quiero esto, ¡no quiero compasión!- lloraba-. Por favor, déjame y vuelve a tu vida.

- No eres ninguna carga- le aseguró tomándole las manos- creo que eres lo único bueno en mi vida en este momento –susurró, más para él mismo que para decírselo a ella, aunque la joven no pudo evitar oír- Mi vida no era… buena. No era como todos suelen pensar que era y lo único que vale la pena en ella ahora eres tú.

Ella le miró esperanzada ¿Serian ciertas esas palabras? ¿Realmente le importaba?. Quiso creer que así era. Un impulso le llevó hacia delante, acercando cada vez sus labios a los de él, pero su cerebro le detuvo. Él no le quería de esa forma, nadie le quería de esa forma. Dio vuelta la cara hacia el otro lado avergonzada.

Estaba por retomar su llanto, que había cesado con las palabras de Zayn, cuando sintió la presión de las manos de él en su rostro obligándole a mirarle. Intentó resistirse, estaba demasiado avergonzada, pero él no le dejó hacerlo y cuando su rostro estuvo frente al de él, le miró con sus profundos ojos amarillos. Lo siguiente que ella sintió fue el roce suave de sus labios sobre los suyos y luego una presión mayor, dulce y amable, sobre ellos. Él le tomó de atrás de su cabeza y acarició su cabello mientras le besaba, produciendo la sensación más placentera que había sentido en toda su vida.

Take Me HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora