capítulo 14

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<<¡¡¡MALDITO SEAS!!!- pensaba mientras se bañaba al día siguiente, gritando en su cabeza, porque no quería despertar a la joven que dormía aún en la habitación - ¡¿POR QUÉ?!>> continuaba gritando para sus adentros, ¿por qué le había hecho eso a esa pobre niña? ¡Había sido su primera vez! Ahora ya nunca podría disfrutar de eso, al menos más adelante, (ya que no pensará que lo hiciera a esa edad), sin recordar todas las veces que la habían forzado. Golpeó la toalla con la mano para que amortiguara el sonido. ¿Podría esa joven tener un hijo algún día después de aquello? De repente una idea cruzó su cerebro ¿se había protegido su padre cuando lo hacía? Si esa muchacha estaba embarazada jamás se lo perdonaría, ni a su padre ni a él mismo. ¿Por qué no la había encontrado antes? ¿Por qué nunca había encontrado sospechoso el comportamiento de su padre y había ido a investigar? Si lo hubiera hecho tal vez podría haber hecho más por la joven, pero desde que le encontró no le había visto sonreír ni una sola vez. Había visto expresiones divertidas de ella y se le había visto muy feliz mientras montaba, pero nunca había visto una sonrisa.

Maldijo hacia su interior de nuevo. Una experiencia así destrozaría el autoestima de cualquiera, pero ella tenía el autoestima muy bajo ya desde antes y, una vez que se había sentido feliz, le pasaba eso.

Cuando ella se lo había contado no había podido evitar llorar, una historia así generalmente le entristecía, pero que el implicado en causar la desgracia de la muchacha fuera su propio padre le enfurecía e irritaba. Además, en ese último tiempo, por corto que hubiera sido, sintió que se establecía una conexión entre ellos. En primer lugar, el hecho de querer protegerle había hecho crecer en él un sentido de la responsabilidad mayor a cualquier cosa y en segundo lugar, ella era tan amable, tan vulnerable y tan valiente que se hacía imposible no querer protegerle. Era como un círculo.

Desde un principio había pensado que ella era valiente, pero al verla el día anterior con esa sartén, defendiendo su vida hasta las últimas consecuencias, había comprobado que su primera impresión se quedaba corta. Ella era muy valiente, más de lo que él creía que una persona podría llegar a serlo.

Por otra parte, aún no comprendía como nadie se había fijado en ella. No era fea, él había sentido una sincera tristeza cuando le escucho hablar de su cuerpo, de ella misma, con tal desprecio. Era linda. No era de esas bellezas obvias, de las chicas a las que miras y te quedas prendado. Ella era una belleza más natural, una belleza que, aunque intentaba salir a la luz, era opacada por todas aquellas otras más artificiales, llenas de maquillaje y planchita, secadora o rulero. Él había conocido y salido con muchas de esas chicas artificiales durante su vida y había desarrollado la creencia de que todo eso que se aplicaban les pudría el cerebro, ya que nunca había encontrado una de aquellas que lograra unir dos neuronas, o que al menos lo intentara.

Salió de la ducha, se miró en el espejo y respiró profundo. Debía tranquilizarse, no podía demostrarle a ella su enojo, no quería ponerle más nerviosa.

Se peinó hacia arriba con gel y se lavó la cara. Volvió a respirar profundo, puso la mejor cara que pudo y salió del baño procurando no hacer ruido. Miró hacia delante cuando salió de la habitación y vio a la joven, que dormía hecha un ovillo sobre la cama. Se adelantó hacia ella y se sentó a su lado. Un impulso se apoderó de su cuerpo por un segundo. Quería abrazarla y besarla, mostrarle algo mejor que lo que le había enseñado su padre sobre los hombres. Se contuvo, no quería asustarle, no podía hacer eso. Si se ponía a pensarlo, en realidad ella podría odiarle. Era el hijo del hombre que le había secuestrado y violado, él hubiera odiado a una persona así. Sacudió esos pensamientos, él le había ayudado, no tenía por qué odiarle, no debía torturarse con eso.

Su cerebro volvió a formularle una pregunta que venía acuciándole desde hacía un tiempo; ¿Debía ir con la policía? Esa situación ya se le estaba yendo de las manos y no quería que nada malo sucediera, pero a su vez él era su padre y, aunque hubiera hecho todas esas cosas malas ¿podía traicionarle así sin más? ¿Ir y entregarle a la policía? Su cerebro le respondió de inmediato, No, no podría. Se limitaría a llevar a la joven hasta su casa, después decidiría qué hacer. Volvió a surgirle una inquietud: no sabía dónde vivía la joven. Debería preguntarle.

Alargó la mano hacia el rostro de ella y le apartó un mechón que cubría sus facciones. Le observó dormir. Su cara estaba relajada y no se veía rastros de que hubiera estado llorando más que los ojos que se conservaban aún un poco rojos e hinchados. Ella se removió con su contacto y se restregó los ojos con el dorso de la mano luego de bostezar. Él se paró de inmediato para no incomodarle y se fue a cocinar algo para que desayunaran. La joven se sentó y miró a ambos lados, observando todo a su alrededor. Luego se levantó y pasó al baño.

Miró la alacena y suspiró aliviado. Había sido muy buena idea rellenarla con alimentos por prevención, ahora esto les resultaba muy útil. Sacó un saché de leche larga vida y la puso a calentar para tomar un café con leche. La joven salió del baño ya peinada y él le miró de arriba abajo. No era tan grande, eso lo había sabido cuando le había abrazado la noche anterior. No era realmente delgada tampoco y hasta podía decirse que era un poco gordita pero nada por lo cual la gente estuviera en posición de discriminarle (aunque la gente nunca estaba en posición de discriminar a alguien). Llevaba puesta su ropa, que era demasiado grande para ella y le hacía lucir más gorda de lo que realmente era y su cabello caía mojado sobre la sudadera que llevaba puesta y le hacía lucir desaliñada, pero a él, por más extraño que fuera, le resultó encantador.

-Buenos días -dijo él con un intento de sonrisa- ¿quieres café o café con leche?- preguntó.

-Café con leche, por favor- le contestó. Él creyó ver en ella un poco más de seguridad, ya no miraba hacia el piso en todo momento, pero la timidez seguía allí.

Llevó la taza hacia la mesa, negándose a que ella se parara para ayudarle. Hoy ella no iba a hacer ningún esfuerzo, la iba a consentir en todo lo que pudiera.

Tomaron el desayuno en silencio. Ella se notaba taciturna, distante, pero con un brillo extraño en los ojos; algo más que dolor o tristeza, un cierto aire de añoranza, nostalgia.

Lavó las tazas y se sentó de nuevo en la silla. Tenía que hacerle preguntas a la joven, debía averiguar cómo llevarla hasta su casa.

- _____(tn)- comenzó dudando y esperó a que ella le mirara. Cuando notó un cambio en su semblante, un destello de lucidez, prosiguió- ¿Qué tan lejos queda tu hogar de aquí?- ella le miró a los ojos con seguridad, ya no con la misma timidez confusa que antes.

-No se- respondió-, después de que… pasara lo que pasó, me quedé dormida. Desperté amarrada en esa carpa, no sé dónde estamos. – Bajó la mirada y las posó en sus manos, que se encontraban agarradas entre ellas sobre la mesa. Involuntariamente tocó sus muñecas, donde la soga le había quemado y se estremeció con sutileza.

Zayn se paró de inmediato y comenzó a revisar las estanterías en busca de algo. Lo encontró entre unas cajas y volvió a la mesa con expresión triunfante. Extendió el mapa que había encontrado sobre la mesa y le indicó a la joven que señalara su ciudad.

- Es esta- dijo ella señalando una de las esquinas superiores del mapa.

- ¡Está al otro lado del país!- se sorprendió Zayn. ¿Cómo haría para llevarle hasta allí? Ni siquiera tenía dinero para un pasaje hasta la ciudad más próxima.

- ¿Dónde estamos?- preguntó la joven preocupada.

- Aquí- dijo él, posando su dedo índice sobre la parte inferior del mapa. Ella asintió decepcionada y se encogió en su asiento. Zayn notó su tristeza y se apresuró a aclarar- no importa que esté tan lejos, voy a llevarte hasta allí de todos modos.- Hizo una pausa y observó a la joven, que le dirigía un intento de sonrisa. No estaba mal, era un progreso.- Hay otra cosa que debo preguntarte- tragó saliva- ¿sabes si… mi padre –dijo esas palabras con repugnancia, con odio- usó protección?- Ella abrió los ojos grandes, como dos lunas llenas y negó con la cabeza.

-¿y crees que cupiera la posibilidad de que tu estés… embarazada?- Sus ojos se abrieron aún más, si eso era posible y miró para abajo.

- Me he estado preguntando eso mismo desde hace tiempo pero… -hizo una pausa- en este momento estoy menstruando.

Zayn soltó un claro suspiro de alivio.

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Hola! :D Quería agradecerle a todos por sus votos y comentarios, ¡Llegamos a los 100 votos! ya se que no es mucho en comparación con otras novelas, pero a mi me hizo muy feliz :))) 

No tenía pensado subir hoy pero... no se, cuando ví que llegamos a los 100 me dieron ganas ^-^ 

voten y comenten así seguimos subiendo :D :) 

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