Capítulo 10

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El cielo era ya azul cuando Zayn llevó el caballo de vuelta al establo para que descansara. Había sido una buena idea, pensó mientras caminaba abriéndose paso entre los pastos altos. Seguía queriendo hacer que la joven sonriera, pero aunque no lo había logrado con el caballo, había notado el brillo en los ojos de la chica al tocarlo, acariciarlo, abrasarlo. Estaba cerca. Sin embargo, temía haber lastimado sus sentimientos esa misma mañana, cuando le dijo que no quería una mucama. Se había acostumbrado a saber lo que las chicas pensaban con tan solo mirar su expresión. Siempre había estado cerca de jóvenes de su edad y se había sentido complacido cuando descubrió que a muchas de ellas les resultaba atractivo. Había conocido chicas con muchas personalidades diferentes, pero ninguna nunca se había comportado así con él. Ninguna había sido tan tímida o retraída, nunca lo habían evitado o rechazado. No sabía qué pensar, la joven apenas si lo miraba a los ojos, antes de verlo ella había sido mucho más suelta, más comunicativa.

Frunció el seño, concentrado en averiguar cómo continuar ahora. Su objetivo seguía siendo que sonriera, era algo fácil de seguir, supuestamente. Tal vez pudiera intentar algo más, pero aún no lo sabía.

Entró a la habitación por la puerta y ella le miró sentada desde la punta de la cama, con la espalda apoyada contra la pared. Le miró a los ojos, intentando descifrar algo más sobre la joven ¿qué le intimidaba? Ella bajó inmediatamente la vista y la clavó en la colcha de la cama.

Observándola mientras se adentraba en la habitación decidió que ya era tiempo de acortar la distancia que les separaba, distancia más difícil de sortear que la física, distancia mental.

Él no iba a comprender por lo que estaba pasando ella nunca y lo sabía, pero también sabía que al menos debía consolarla y ayudarla para superar esa situación. De repente una idea atravesó su cabeza ¿la joven tendría pensamientos suicidas? La simple idea le hizo estremecer. La observó atentamente, pero su rostro sereno no reveló sensación o pensamiento alguno. De todas formas, dudaba que fuera a hacerlo ahora si no lo había hecho ya bajo los horribles tratados de su padre, aunque hubiera estado imposibilitada de ello en ese momento. Se notaba que la chica era inteligente, si lo hubiera querido habría encontrado la forma.

Se sentó en el sillón que había estado utilizando de cama y se quedó mirándola. ¿Cómo podría entablar una conversación con ella si la joven solo contestaba con monosílabos? Tal vez debería comenzar hablando él, pero le preocupaba que la joven solo se le quedara mirando, no quería asustarla con demasiada información. Y ¿qué le diría? ¿Cómo comenzaría la charla? No podía hacerlo como si estuviera hablando simplemente con otra chica de su escuela, ella era diferente a las demás, no creía que funcionara. Le miró fijamente.

-Hola- Dijo y se reprendió mentalmente ¿Hola? ¿De enserio? ¿Era lo mejor que podía pensar?. Ella levantó la cabeza y le miró confundida.

-Hola- Contestó. Él continuaba mirándole a los ojos y se sorprendió al ver que ella no bajaba la mirada como antes, se quedó tildada, perdida en sus ojos; y luego se ruborizó, pero continuó mirando.

- Estoy aquí desde comienzos del verano.-dijo. Como vio que ella no hablaba, ni siquiera se movía, pero parecía estar interesada, prosiguió-a decir verdad, Nunca quise venir, pero como la relación con mi padre nunca había sido buena, mi madre insistió en que lo hiciera de todas formas, sólo por un año. –Ella le miraba expectante.

>> Mi madre y mi padre se separaron hace poco tiempo-explicó-, apenas tres meses, pero sus peleas habían comenzado ya hace un año atrás. sufrí, tal vez demasiado como para poder demostrarlo siendo el único varón en mi casa además de mi padre, que estaba a punto de marcharse. Mis hermanas menores lloraban cada vez que ellos discutían y yo me las llevaba al patio trasero. No sabía cómo consolarlas. Decidí que mudarme sería una buena idea, sólo por un tiempo.-Había repetido su propia historia por las noches antes de irse y en el espejo cuando estaba por bañarse, y había logrado crear un discurso bastante consistente, pero nunca creyó que realmente fuera a usarlo.

>> Al principio las cosas anduvieron bastante bien, a decir verdad-Continuó-. Mi padre se concentró en mostrarme el campo y enseñarme algunas cosas. No me importaban realmente, pero yo quería llevarme bien con él, así que presté atención a lo que me decía. Me enseñó algunas semillas y formas de plantarlas  y yo aprendí. Pero era obvio que él no se interesaba tampoco. Sabía, pero no lo disfrutaba. Aún no comprendo por qué decidió venir a vivir al campo.

>> Después las cosas empeoraron. Él estaba fuera todo el tiempo, recorriendo el campo, suponía yo, y yo quedaba solo y aburrido. Ni siquiera tengo acceso a internet aquí, no podía comunicarme con mis amigos, así que me amisté con el caballo que te presenté hoy y me dediqué a adelantar tarea. Este año estudio desde casa. –Ella había bajado la vista mientras él hablaba, pero Zayn seguía mirándola fijamente, quería ver sus reacciones- Vi mi trabajo de biología… tu lo corregiste ¿No?.

Ella levantó la mirada de nuevo, sonrojada, y asintió. Se sentó en la cama con la espalda apoyada contra la pared y los brazos rodeándole las piernas.

-Lo suponía. ¿Cómo sabes tanto? –Preguntó a continuación.

Ella levantó la cabeza y abrió la boca. Parecía querer contestar, pero de repente cambió de opinión, cerró la boca y escondió la cabeza entre las piernas. Zayn maldijo, ¡había estado tan cerca!. Decidió seguir preguntando, por lo menos una pregunta más, si no se daría por vencido, por lo menos hasta el día siguiente.

- ¿Te gustan los caballos?-inquirió y esperó una repuesta. Ella no le miró, fijó la vista en la ventana y se mantuvo así, absorta en el mismo punto por casi un minuto. Zayn esperó, pero se hizo evidente que ella no le contestaría y él no quería presionarla demasiado. Estaba a punto de meterse bajo las mantas de su sillón, ya que el otoño avanzaba y por la noche ya hacía frío suficiente para cubrirse sin asarse, cuando la expresión de la joven cambió. Sus ojos se centraron y pareció volver a la realidad. Era extraño, como si su cerebro vagara y ella no pudiera controlar el rumbo. Le miró a los ojos y luego su vista se fijó en las sábanas, para volver a sus ojos de vuelta. Parecía no saber qué hacer con su mirada.

- cuando… cuando yo era más pequeña-comenzó- mis padres solían llevarme a un campo alejado de la ciudad algunos fines de semana. No era un lugar muy grande, no como este… – Se estremeció. Zayn no supo distinguir si la razón de esto era el frio o si simplemente hacer referencia a ese lugar le causaba esa reacción. Le miró expectante, ella estaba hablando, contándole algo de su vida, y él quería saber más. Esperó- Tenía una pequeña casa pintada de rosa viejo –continuó ella y él no pudo evitar sonreír, temía que ella parara de hablar de repente ahora que había podido hacerle comenzar - Siempre había una mujer muy amable que nos daba de comer sándwiches y jugo y a mí me encantaba ver los caballos. La primera vez que monté tenía cinco años. Había muchos caballos, pero mi favorito era uno negro, muy negro. Solo tenía las patas traseras de color blanco y era majestuoso. Gigantesco, grande y vigoroso y corría como el viento- Se detuvo un segundo y escondió la cabeza entre las piernas. Zayn hizo fuerza con la mirada, como intentando así conseguir que ella continuara hablando. Abrió los ojos y se quedó completamente quieto. – Me encantan los caballos.-Finalizó ella.

Zayn asintió con la cabeza, no era mucho pero era un comienzo, al menos ahora sabía qué podría hacer si la veía mal algún día, bueno, más de lo normal en una situación como aquella.

-¿Te gustaría que trajera al caballo de nuevo mañana?- Preguntó, intentando continuar con la charla que había logrado comenzar.

Ella asintió sin mirarle y abrió la boca por tercera vez en la noche, le miró tomando aire para hablar, pero volvió a arrepentirse en el último momento y la cerró de nuevo. Zayn no creía que fuera a pronunciar más palabras en lo que restaba de la noche.

 Se metió bajo las mantas y alentó a la joven para que hiciera lo mismo. Justo antes de desearle buenas noches sonrió. Eso era un avance. La relación con la joven era muy tensa, como un hilo al que tiran de dos lados opuestos; con un simple movimiento podría cortarse. Pero acababa de sentir como si le hubieran cedido unos centímetros de cuerda.

-Duerme bien- dijo como todas las noches y, como todas las noches, no esperó una respuesta. Fue por eso que se sorprendió al oír a la joven pronunciar  dos palabras más. Al parecer se había equivocado.

-Tú también- le respondió la muchacha y luego escondió se cara bajo las mantas. 

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