Capítulo 2

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El joven caminaba de un lado a otro sin saber qué hacer. El nombre de su padre pronunciado por los labios de aquella chica le daba vueltas en la cabeza. Había llegado transpirando y casi temblando a su casa después de recorrer casi toda la longitud del campo corriendo sin parar.

No, no era cierto. Su padre podría no tener muy buen humor algunos días, pero decididamente no era un violador. Pero la posición de la joven y el miedo de su voz le decían lo contrario.

 ¿Qué iba a hacer?, no podía simplemente ir y preguntarle. Y si era cierto… ¿qué haría su padre si supiera que él lo había averiguado? ¡Claro que no! ¿Qué estaba pensando? ¡Era su padre! No iba a hacerle nada.

Pero aún así, un rincón de su mente seguía sin creérselo.

Si eso fuera verdad, muchas cosas comenzarían a tener sentido: la ausencia de su padre la mayor parte del día, la ausencia de alimentos y hasta el hecho de que se hubieran mudado a un sitio aislado del resto del mundo. Pero lo peor, y se estaba percatando en ese momento, era que había vuelta a hacerlo, había vuelto a ser un cobarde.

 Podría simplemente haber desatado a esa joven de sus ataduras y dejarla libre. No, esa chica no podría llegar hasta su casa sola, ni siquiera estaba seguro de que pudiese caminar. En el segundo en que la vio se había dado cuenta de eso. Aunque esa joven era regordeta, estaba seguro de haber visto marcados signos de desnutrición y tal vez deshidratación.

No podía dejarla, se sentía responsable por ella de alguna manera incomprensible. Él la había encontrado, si la chica moría sería su culpa. Pensó en un plan. Tal vez si su padre creyera que él estaba de su lado, le permitiría ayudarla, y tal vez, en algún momento, a él “accidentalmente” se le olvidara atarla y la dejara en libertad.

Pero para eso tenía que llevarse bien con él primero.

 Tomo esa decisión y comenzó a cocinar, lo primero era cumplir con sus obligaciones. Se esforzó como nunca ese día y logró que los insípidos fideos con salsa, que era lo único que podía cocinar por falta de ingredientes,  quedaran deliciosos. Luego se dedicó a limpiar un poco la casa hasta que quedó aceptable y puso la mesa.

Se sentó en la silla del lateral y pensó cómo afrontaría esa situación ¿cuándo debía decírselo? y ¿cómo debía decírselo? Era claro que debía hacerlo lo antes posible pero ¿debía hacerlo esa noche? Tal vez tendría que esperar un poco más y seguir ganándose el cariño de su padre.

 Por un momento imaginó que su padre le decía que él no tenía nada que ver, que no había secuestrado a esa muchacha, pero luego el nombre del hombre pronunciado por esa joven volvió a su memoria. En eso escuchó el sonido de los neumáticos contra la tierra y se apuró en enderezarse en su silla y simular que nada le sucedía.

Su padre apareció por la puerta con paso tranquilo y su rostro relajado. Miró en derredor y se percató de lo limpio que estaba todo, luego miró a su hijo con asombro, a lo que él respondió con una pequeña sonrisa. <<lo notó>> pensó él joven, intentando esconder su felicidad.

 Su padre se sentó en la cabecera, como él lo había dispuesto e inmediatamente se levantó para traer los fideos que había cocinado. Los sirvió en silencio, mirando de reojo la expresión que ponía su padre, que en el instante en el que el muchacho se sentó, tomó su tenedor y colocó una porción importante de alimento en su plato.

- está muy bueno- le dijo después de comer una gran bocanada de las pastas

-gracias- contestó, simulando indiferencia.

- Y la casa está muy limpia, ¿tú la limpiaste?

-Si- volvió a responder, pero una sonrisa se coló entre sus labios.

-  ¿puedo preguntar a qué viene este cambio de actitud?- indagó su padre. El joven abrió los ojos sorprendido.

- ¿qué cambio?- preguntó, intentando esquivar la pregunta.

- Este buen humor. Desde hace meses que estamos aquí y nunca te había visto hacer ninguna de las cosas de la casa por tu propia cuenta. Creo que al fin te está comenzando a gustar este lugar.

- sí, no lo sé, puede ser. Papá…- comenzó a decir, pero se detuvo. No creía que fuera el momento indicado.

-¿Qué, hijo?- preguntó el aludido.

- Nada- pensó en algo que pudiera pedirle-, solo quería preguntarte si me enseñarías a montar el caballo del viejo establo.- le dijo.

- Claro- contestó el hombre-, ¿aún no has pensado en un nombre para él?

-No- respondió, contento de que hubiera cambiado el centro de la conversación-, no creo que pueda pensar algo adecuado.

-al menos inténtalo.

-lo haré- miró su plato, que aún estaba casi lleno, y se dedicó a comer con presteza, quería irse a su habitación lo más rápido que pudiera para pensar en lo que le había sucedido ese día. Terminó su porción y se levantó para lavar los platos, pero su padre le paró con la mano.

-déjalo, tú cocinas y yo lavo.- le dijo. El joven dejó su plato sobre la mesa con un asentimiento y caminó hacia la salida.

-Buenas noches.-saludó a su padre antes de atravesar la puerta.

 Recorrió el camino de grava hasta su habitación y cuando llegó a ella se dejó caer pesadamente sobre la cama. Se quedó mirando el diseño geométrico del techo unos minutos y luego se levantó perezosamente para ir a bañarse.

Salió del baño desvelado.

 Supo que no podría dormir en ese momento aunque lo intentara. Se sentó frente a la mesa ubicada frente a su ventana, que a la vez daba a la casa de su padre. Miró esta por unos segundos. Todas la luces estaban ya apagadas y reinaba un silencio demasiado irreal, como si la noche esperara a que sucediera algo.

Se entretuvo pensando mientras hacía algo de tarea. La luna ya estaba alta en el cielo y una agradable brisa se colaba por la ventana abierta. El joven sintió una puerta que se abría con un chillido agudo y luego se cerraba. Miró hacia fuera y vio la sombra de su padre  que se escabullía entre los arbustos junto a la casa.

Se levantó con cautela, sin hacer el más mínimo sonido. Salió de su casa y comenzó a perseguir a su padre, si iba a ir a violar a esa joven debía saberlo. Un sentimiento frío recorrió su pecho, estaba a punto de descubrir si lo que lo mantenía preocupado tenía fundamento o no y muy arraigado en su alma estaba la esperanza de que no fuera así.

Atravesó una gran distancia, siempre lo suficientemente atrás de su padre como para que él no pudiera oírlo, pero también lo suficientemente cerca como para no perderlo de vista. Su corazón se aceleró cuando lo vio entrara al monte en el que él había estado esa tarde. Lo siguió un poco más, aunque realmente no valía la pena, aún albergaba algo de esperanza de que no fuera cierto. 

Cuando le vio detenerse frente a la carpa y estirar el brazo para abrir la puerta de esta sintió que se le detenía el corazón.

 Era cierto.

 Se detuvo en seco y observó a su padre, que se había parado frente a la tienda y murmuraba algo que él no pudo oír. Solo reaccionó cuando un grito desgarrador le sobresaltó. Era el grito más sufrido que había escuchado en toda su vida, y esperaba que fuera el último. Salió de su escondite justo cuando su padre se disponía a entrar a la carpa.

-¡NO!- gritó impulsivamente y casi creyó oír un vidrio que se rompía dentro de su cabeza.

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Holis ^^ Si leen por favor comenten qué les pareció, me encantaría leerlo, y si no tienen una cuenta de wattpad pueden decírmelo en mi twitter @QuimeyTedesco . Gracias por leer :)

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