Capítulo 3

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-¡NO!- oyó el grito en la oscuridad.

 Ella tenía los ojos vendados, pero estaba segura que aquella no era la voz de su captor. Era una voz más joven, como de adolescente. O eso le pareció. Por un momento sintió pánico de que pudieran castigarla por culpa de ese joven, pero al ver que nada le sucedía relajó su cuerpo. Noto que estaba llorando, pero eso se había convertido en algo muy frecuente ya, y a veces no distinguía la diferencia. Se concentró en las voces que le llegaban desde algún lugar en las tinieblas y oyó una discusión.

-¿Qué estás haciendo aquí?- escuchó decir claramente a la voz de su captor. Un escalofrío le recorrió la espalda.

-No, ¡dime qué haces tú aquí!- replicó la segunda voz.

- ¡eso no te importa!- contesto su captor, en un grito susurrado.

- ¡¡¡por supuesto que si, papá!!!-gritó el más joven- ¡¡¡mira lo que estás haciendo!!! ¡¡¡No puedo creerlo!!! ¡¡¡Tienes hijas!!! ¿Qué sucedería si a una de ellas le hicieran esto? ¿Siquiera has pensado en esa posibilidad?- parecía muy alterado. Aunque ella no podía ver su expresión, supo que el joven estaba muy disgustado.

-¡por supuesto que lo he pensado!

- ¿y entonces por qué lo haces?- su voz sonaba como si se estuviera por quebrar.

-no lo se.- dijo en un susurro. Parecía arrepentido, pero ella no podía compadecerse de él, lo odiaba demasiado como para sentir algo positivo hacia su persona, ya había sufrido demasiado por su causa.

La joven sintió el sonido de una tela al desplazarse e inmediatamente supo que alguien había entrado. Su cuerpo volvió a tensarse, ese sonido nunca predicaba nada bueno.

-¿qué haces?- la voz de su captor resonó a algunos metros de distancia e instantáneamente intuyo que la persona parada junto a ella era el otro, el nuevo, pero no por eso su cuerpo dejó de estar tenso. Podía que pareciera que esa persona estaba de su lado, pero ella no lo conocía y tal vez sus intenciones tampoco fueran buenas.

- me la llevo- dijo una voz cerca suyo.

-no, ¡no lo harás!¡te lo prohíbo!- la voz del hombre volvió a sonar dura, desapareciendo todo rastro del arrepentimiento de su anterior comentario.

- ¡Al menos deja que la ayude! ¡mírala, está desnutrida! ¡ni siquiera la alimentas!- hubo un pequeño silencio, y la joven pensó que probablemente estarían luchando con sus miradas.

- está bien- cedió el hombre- pero no puedes sacarla de tu casa. Si la sacas de allí, la mato.- esas dos palabras se clavaron en su mente como mil puñaladas. Hacía un mes que estaba allí, y ya había observado la posibilidad de morir. Al principio hasta lo había deseado, pero mediante avanzaba el tiempo la idea comenzó a aterrorizarle. Era joven, tenía mucho por vivir y no quería dejar esa grieta en los corazones de su familia, especialmente de su madre y su padre. Esperó con el estómago retraído la respuesta del joven, que pareció tardar horas en llegar.

-está bien- dijo finalmente la voz junto a ella. Sintió pasos y la cercanía de otro cuerpo. Una mano tocó su frente y susurró en su oído.

- no te preocupes, solo quiero ayudarte- Percibió un perfume varonil, que contrario a lo que solían provocar los perfumes de hombre en esos últimos tiempos, le relajó.

Sintió dos brazos pasar por debajo de su cuerpo y los músculos de estos tensarse ante su peso. De pronto, eso le dio vergüenza. ¿y si él no podía levantarla? ¿y si era demasiado gorda?. Esas contradicciones, usuales durante toda su vida, desaparecieron al sentirse elevada sobre el piso, aferrada en los dos fuertes brazos. Estaba maniatada, así que no podía hacer nada por aliviar la carga del muchacho más que intentar no colgar inerte.

 Podía percibir la tensión en los músculos del joven, pero supo inmediatamente que no era por el peso de su cuerpo, si no por sentimiento de furia que probablemente le embargaba.

Tardaron bastante tiempo en detenerse, mucho más del que ella se había imaginado, pero no notó en el muchacho rastro alguno de fatiga por haberla cargado durante tanto tiempo. Sintió el rechinar de una puerta al abrirse y luego fue colocada sobre una superficie blanda, que se aplastaba un poco bajo su peso, probablemente una cama. En ese momento se permitió tener algo de esperanza, tal vez pudiera contactarse con su familia, decirles que estaba bien, recordarles que los amaba, para que ellos no se sintieran tan desdichados. ¡Claro que no! Había oído claramente a ese joven llamando papá a su captor. Si era su hijo jamás traicionaría a su padre, y menos por una joven fea y gorda a la que recién conocía. De repente, tuvo conciencia de la desnudez de su cuerpo, apenas llevaba puesta la ropa interior que le había puesto ese desagradable hombre al llegar a lo que había sido su prisión durante los últimos… ¿Días? ¿Meses? ¿Semanas?, ya ni siquiera podía recordarlo, había perdido la cuenta mucho tiempo atrás. Se  replegó sobre si misma en un ovillo, con los brazos atados tras la espalda, en un intento poco provechoso de calmar la sensación de pudor que le incomodaba.

Sintió el rose de una manta suave contar su cuerpo, y se dio cuenta que la habían tapado. Al menos ya no debía preocuparse por eso. El rechinido de una puerta le hizo saber que le habían dejado sola. Escuchó con atención, pero no había respiración que delatara la presencia de otra persona en esa habitación, y su cuerpo se destenso. Intentó organizar sus ideas ¿qué sucedería ahora? ¿Qué le haría ese joven? ¿Seguiría su captor violándola o ahora lo haría su hijo? La idea le desagradaba, no quería seguir sufriendo ese tormento, aunque tal vez ese chico no sería tan violento.

La manta que la tapaba era abrigada, y ella no se acostaba en algo tan blando como esa cama desde que la habían raptado y la confortabilidad que esta le brindaba le provocó sueño. Comenzó a dormitar, pero no quería dormirse hasta que el joven volviera y le autorizara a ello. Se dio cuenta de lo miedosa que se había vuelto, pensando que cualquier acción que ella hiciera podría provocar un castigo, y no quería hacerlo, ahora que al menos estaba abrigada. El rechinar de la puerta le sorprendió en el intento de mantenerse despierta y su cuerpo se tensó de nuevo. Pensó que no podría relajarse mientras hubiera alguien cerca y se resignó.

La entrada de otra persona a la habitación la despertó, y se quedó expectante, esperando alguna señal de la identidad del visitante. El colchón se hundió bajo el peso de otro cuerpo y le levantaron la  cabeza desde atrás, para luego verterle lentamente un líquido refrescante. El agua pasó por su boca como un elixir salvador. Tenía tanta sed que había reprimido ese sentimiento porque ya le era insoportable. Luego de terminar de beber toda el agua que pudo, la misma mano alargó hasta ella un trozo de pan, que fue devorado lentamente, ya que su estómago estaba contraído en un nudo. Terminó de ingerir el alimento y la mano le depositó delicadamente en la cama de nuevo.

-Duerme, debes descansar- le dijo, y ella, complacida y obediente se introdujo en un profundo y placentero sueño, el primero que tenía desde hacía mucho tiempo.

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Tercer capítulo :) espero les guste. Si leen por favor den favorito y comenten, me encantaría leer lo que tengan que decir ^^ si no tienen cuenta pueden contactarse con migo por mi twitter @QuimeyTedesco :) 

Gracias por leer ^^

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