Capítulo 7

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CAPÍTULO 7:

Caminaba solo por el sendero que llevaba al granero. Su padre lo había mandado a buscar algunas semillas para quién sabe qué. A él no le interesaba, y probablemente se hubiera negado, pero ver a su padre en cama con un resfrío tan grande le hizo compadecerse. Había cometido errores, pero se había arrepentido; cualquier persona se equivoca, y si está dispuesta a cambiar y remendar las cosas que hizo mal, siempre se merece una segunda oportunidad. Además, era su padre, lo había visto crecer y lo había ayudado toda su vida, no podía odiarlo durante mucho tiempo. Pero aún no se explicaba qué lo había llevado a hacer eso.

Llegó al granero, una estructura grande y de techos altos pintada de rojo. La puerta lanzó un rechinido cuando la abrió. <<Como todas las puertas aquí>> pensó con desagrado. Localizó las bolsas que se suponía debía llevar. Eran grandes, debían pesar cerca de 50 Kg. Abrió una para ver su contenido. Eran semillas, simples y monótonas semillas, todas grises. Se cargó el saco al hombro y se dirigió de nuevo a la casa.

Miró el cielo, que se teñía de anaranjado, ya estaba anocheciendo.

Era un camino largo, tardaría por lo menos media hora en llegar, tal vez más con el peso excesivo del saco. Cuando llegara debería hacer la comida, y los alimentos estaban escaseando, debería ir a comprar a la ciudad lo más pronto posible.

Caminó con paso rítmico y constante, mientras tarareaba una canción inventada para sus adentros. Sólo miraba hacia abajo, una sucesión constante de pasto verde y amarillento que se aplastaba bajo sus pies. Con respecto avanzaba, el cielo se oscurecía.

Esa noche no habría luna, nada en el cielo que pudiera iluminar su camino, debería haberse traído una linterna. Apuró el paso y llegó a la casa donde habitaba su padre minutos antes de que todo se volviera oscuro. Depositó la bolsa contra la pared de la entrada y entró por la puerta principal al comedor. La cocina estaba oscura.

Prendió la luz y se asomó a la habitación de su padre. Él estaba acostado de espalda a la puerta, tapado con las cobijas hasta los hombros. Lo oyó toser y carraspeo para llamar su atención.

-¿Qué sucede?- Preguntó su padre con voz ronca

- te traje lo que me pediste, está afuera- le dijo- ¿necesitas algo más? Debo ir a cocinar.

-no, no te preocupes- tosió nuevamente. Él dio media vuelta y se fue a la cocina.

Abrió la alacena esperando encontrar algo para cocinar. En una esquina vio unos sobres de caldo y fideos para sopa y los tomó. Puso agua a hervir y se sentó en una silla a esperar.

Debería ir con _____ (tn) y asegurarse que estuviera bien. ¿Cuál sería el pasado de aquella joven? ¿De dónde provenía? Era un misterio. Había llegado a la conclusión, luego de observarla dormir a la noche, de que no podía tener más de 16 años, tal vez menos. ¿Tendría hermanos o hermanas? ¿Quiénes eran sus padres? ¿Alguien la estaba buscando? Parecía ser de allí, pues no reconoció ningún acento extranjero en su voz, pero él nunca la había visto.

Se puso a pensar en lo que sabía de ella, en sus rasgos. Tenía la piel blanca, ni pálida ni tostada, simplemente blanca, a pesar de que acababan de salir del verano. ¿Cuánto tiempo estuvo cautiva? Porque si lo estaba desde antes de comenzar el verano se explicaría el color de su piel. Debajo de sus ojos tenía marcadas sombras. No pudo saber el color de estos, ya que le había pedido que cuando estaba con él se vendara y tampoco tenía forma de saberlo, pero presentía que cuando los mirara los vería enrojecido e hinchados por el llanto.

No podía imaginarse siquiera un poco de la tortura que debió ser para ella todo ese tiempo, si no hubiera llorado no sería humana, pero era valiente, era muy valiente. Pensó en su rostro; no era fea, aún sin ver sus ojos se había dado cuenta. Tenía un lindo rostro, aunque sería aún más lindo si lograra hacer que sonriera. Se propuso eso, se propuso lograr sacarle una sonrisa. El agua comenzó a hervir y él se levantó a hacer la sopa.

Take Me HomeOn viuen les histories. Descobreix ara