Capítulo 16

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Él sintió los brazos de la joven alrededor suyo y no pudo hacer menos que devolverle el abrazo. Habían escapado, al fin lo habían hecho y una sensación de júbilo le invadía en ese momento. Sintió el impulso de hacer más que abrazar a la joven, de besarle, impulso que se venía repitiendo más frecuentemente cada día y con mayor potencia, pero se contuvo. Lo menos que necesitaba ella era otra cosa por la cual preocuparse, además ya había tenido suficiente con el contacto excesivo de su padre.

Le mantuvo sujeta entre sus brazos todo el tiempo que pudo sin que esto se volviera demasiado y luego le soltó lentamente, alargando el momento de separarse. Ella miró al caballo y luego dijo:

-Debemos continuar- se le veía un poco preocupada-, tu padre no tardará en darse cuenta que nos fuimos, debemos encontrar un lugar seguro dónde escondernos.

- Tienes razón- coincidió él-, espera- le dijo y revisó entre su mochila apresuradamente. Sacó de adentro un mapa doblado por la mitad y lo extendió sobre la hierba. Lo inspeccionó unos segundos, decidiendo hacia dónde debían ir y finalmente miró hacia la dirección hacia la cual ya iban- Debemos seguir por aquí, como estábamos yendo hasta recién.

Ella asintió y se acercó al caballo. Le acarició y le miró a los ojos.

-Debemos aflojar la marcha- le informó- el caballo no puede resistir tanto tiempo a una gran velocidad, podría morir. –Le miró- y no podemos montarlo muy entrada la tarde, si suda y se expone al frío también podría ser mortal.- Miró al caballo al ojo que le estaba mirando y le dijo en voz baja- Vamos amigo, solo un rato más y podrás descansar- luego le dio unas palmadas afectuosas en el costado y subió a él de la misma manera grácil en la que le había visto subirse las anteriores veces.

No podía decir por qué, pero verla hablarle al caballo de esa forma le hacía verle con ternura, como una niña pequeña, pero a la vez como una mujer adulta. Recordó que aún no sabía cuántos años tenía esa joven y se propuso descubrirlo. Ella le miró con la mano extendida para que se la tomara y subiera y él aceptó gustoso, intentando no lucir tan torpe comparado con la agilidad de ella para hacerlo.

La joven espolió al caballo y este salió trotando a menor velocidad que antes, pero a buen ritmo. Pasó un tiempo en absoluto silencio en el cual sólo se escuchaban los trinos de los pájaros y el sonido del viento que pasaba junto a sus oídos. Zayn pensó que, como viajarían un largo tiempo para lograr llegar hasta su destino, sería bueno que se conocieran más en profundidad. Se aclaró la garganta y decidió que comenzaría por sacarse su duda.

-_____ (tn), ¿cuántos años tienes?- preguntó con tono curioso.

Ella le miró sorprendida de que le hablara y luego le contestó amigablemente.

-Hasta hace poco tenía quince, pero no sé qué día es, en el veranó cumplo los dieciséis. – Se dio vuelta y le miró- ¿Qué día es?

-No estoy muy seguro, pero el verano ya pasó, creo que ya comenzó el otoño. – Le dijo.

Así que tenía dieciséis y los había cumplido en cautiverio. Todos los días le sorprendía lo mucho que le había arruinado la vida su padre a aquella joven. Un sentimiento volvió a atravesar su pecho: empatía.

No podía evitar ponerse en el lugar de aquella muchacha y sentirse culpable, y aquello era lo que le llevaba a querer ayudarle tanto, además que algún que otro sentimiento confuso que se escondía en lo profundo de su cerebro.

- Y tú, ¿Qué edad tienes?- le preguntó ella continuando la charla. Él se alegró por ello.

-Tengo diecisiete- Le contestó- este año cumplo los dieciocho. – Se detuvo un momento y recordó algo- ¿Cómo sabes tanto de Biología?- inquirió a continuación- los deberes que hiciste por mí eran de último año.

Take Me HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora