Capítulo 11

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Se abrochó la campera que le había dado Zayn. Aún no estaba segura de lo que estaban a punto de hacer. La amenaza de su captor había sido clara y, sin embargo, ella estaba a punto de salir de esa casa, su cárcel temporaria. Era cierto que no se alejarían mucho, sólo lo suficiente como para que ella pudiera estar con el caballo sin una pared que los separara, pero aún sentía miedo.

En los últimos tres días le había tomado verdadero cariño al animal, que parecía notar su tristeza y querer consolarla, o tal vez eso era sólo lo que ella imaginaba. En todo caso, tenía la seguridad de que el caballo se sentía a gusto con su compañía y ella lo estaba con la suya.

Con Zayn las cosas habían… mejorado.

El mismo día que él le había mostrado el caballo, ella se había animado a hablarle en el verdadero sentido de la palabra, no a conformarse con responder a sus preguntas de la forma más corta e indirecta posible. A partir de entonces se había comportado mucho más comunicativa, a pesar de que la vergüenza le ganaba algunas veces, y eso parecía poner a Zayn de buen humor.  Podían entablar una charla amistosa en la mañana al levantarse y desearse dulces sueños por la noche, pero las conversaciones se volvían un tanto incómodas cuando ella se negaba a hablar de su vida. Le hubiera en cantado, quería hablar con alguien sobre eso, pero ya había llorado demasiado frente a él antes. Quería mantenerse fuerte, y sabía que si comenzaba a hablar sobre aquello lloraría, lo hacía todos los días mientras se bañaba, para que el agua borrara sus lágrimas.

Miró hacia afuera antes de atravesar el umbral de la puerta que la separaba de una muerte inminente. ¿Cómo había dejado que Zayn la convenciera de hacer eso? “No es gran cosa, solo te alejarás unos metros-le había dicho- él no te hará nada, yo no lo permitiré”. Ella no había podido evitar sonrojarse. Nunca un chico había querido defenderla de nada, y mucho menos uno como Zayn, ella nunca esperaba nada de los chicos como él. Luego no había vuelto a pronunciar palabra en dos horas. Avanzó un paso con cautela y asomó la cabeza  en busca de alguna señal que delatara la presencia de su captor en alguna parte, pero no vio nada sospechoso.

Se volvió hacia atrás y vio a Zayn que le miraba con una sonrisa de aliento. Luego colocó una mano en su espalda y la guió gentilmente hacia afuera. Algunos escalofríos recorrieron todo su cuerpo partiendo desde el lugar en el que Zayn le tocaba. Todo eso era nuevo para ella, y comprendía que no era nada, sólo significaba que él quería ayudarle, jamás sentiría algo por ella, y era por eso que ella era incapaz de permitirse sentir algo por él. Lo estaba logrando hasta el momento.

 Salió de la morada ayudada por la presión de Zayn en su espalda. El caballo se encontraba pastando a unos metros, pero al salir, sus pies se clavaron en el piso como estacas. No podía moverse, una parte de su cerebro se había puesto en alerta y no le dejaba continuar con lo que consideraba un acto suicida. Zayn le miró suplicante y le tomó de la mano para ayudarle a seguir ¿Qué él no se daba cuenta de lo que le provocaba con su contacto?. Alejó los sentimientos de su cabeza, como había hecho ya muchas veces a lo largo de su vida, y se dejó llevar hacia delante con un poco de reticencia.

El caballo se acercó a ella en el momento en el que le vio y ella le recibió con un abrazo. Escondió la cara entre el pelaje del animal y sonrió. Le acarició el cuello con dulzura, sintiendo el contacto del pelaje suave con sus manos limpias y luego le acarició el hocico, que era la parte más suave del caballo que ella conocía.

-¿Quieres montar?- preguntó Zayn a su espalda. Ella quería hacerlo desde el día que había visto el caballo, pero no estaba segura. Durante todo el tiempo que se había encontrado sin moverse sus músculos prácticamente se habían vuelto gelatina. Apenas si creía poder caminar por las mañanas, aunque durante el día hacía más que eso. Le miró indecisa y él sonrió. Sus dientes eran increíblemente blancos y su sonrisa era perfecta. Lo sabía. Había pasado horas de su vida sentada mirando a los chicos lindos que jamás le prestarían atención, desde un rincón apartado. Tenía muchos puntos de referencia con los cuales compararlo y si embargo ninguno lo superaba, y él era tan amable… Alejó esos pensamientos de su cabeza con un parpadeo.- Vamos, no seas tímida, puedes montar. –dijo él intentando convencerla. Pero… ¿Qué pasaría si le veía el padre de Zayn?, no quería arriesgarse.

- ¿P-podrías venir con migo?-preguntó avergonzada con la vista clavada en el piso. Él tardó en responder y ella se sintió incómoda ¿había hecho algo mal? Se animó a mirarlo <<Es sólo un chico, ni que fuera el Rey de España, tranquilízate ____ (tn), respira… respira… >> le miró a los ojos. Él paseaba la mirada esquivando la suya, parecía avergonzado.

-Yo… nunca monté un caballo- le confesó en voz baja.

Ella le miró incrédula y con los ojos abiertos de par en par.

-¿Jamás… montaste… un caballo?- estaba atónita. Ella había supuesto que, al vivir en el campo y tener un caballo como único amigo sabría montarlo con total soltura, por eso su comentario le sorprendió.

-Bueno… no- Reconoció. Estaba nervioso, se le notaba. Tal vez estuviera acostumbrado a poder hacer todo lo que le pedían. Ella era así y esa era su misma reacción cuando le pedían algo que ella no sabía.

-¿Quieres que te enseñe?- Preguntó con timidez- , no es difícil- se apresuró a asegurarle para tranquilizarle. – sólo debes saber colocarte y usar las riendas. –Explicó. Él se acercó a ella y se paró a su lado.

-Está bien- aceptó- ¿qué debo hacer?

-Bueno, lo primero es subir al caballo- le dijo ella- Pisa en el estribo con el pie izquierdo e impúlsate para subir. Luego debes pasar el pie derecho para el otro lado y te sientas erguido. – explicó los pasos.

Él se piso el estribo e intentó subirse, pero la fuerza en las piernas no le alcanzó y se volvió para atrás. Él le miró y ella intentó esconder su expresión divertida, pero no pudo evitar curvar las comisuras de sus labios hacia arriba. Zayn se volvió hacia el caballo de nuevo, tomó impulso con los pies y logró levantarse y pasar la pierna, pero mientras lo hacía el caballo se movió hacia delante un paso y él cayó sentado con fuerza hacia atrás, resbalo del caballo y aterrizó estrepitosamente en el piso.

Ella abrió los ojos sorprendida. ¿Se había lastimado? ¡Que tonta había sido!. Debería haber sostenido al caballo para asegurarse de que eso no sucediera, pero estar cerca de Zayn le intimidaba, le hacía sentir torpe. Corrió hasta él preocupada y se agachó a su lado para ayudarle a pararse.

-Lo siento mucho- le dijo- de verdad.

Él se incorporó con dificultad y una mueca. Luego le miró y sonrió.

-Creo que montar definitivamente no es lo mío- comentó. Ella suspiró aliviada, estaba bien.

Se acercó al caballo y le acarició el cuello, luego se tomó de las crines con la mano izquierda, pisó el estribo y se subió con gracia de un salto. Zayn le miró incrédulo y ella tuvo que reprimir una sonrisa de satisfacción.

-Dame la mano, te ayudaré- se ofreció ella y le tendió la mano para ayudarle a subir. Esperaba que no se le notara mucho el nerviosismo que sentía cuando él le tocaba.

Él se aferró de su mano y, con cuidado de no hacer mucha fuerza, se impulsó hacia delante y pasó la pierna sobre el lomo del caballo, quedando sentado detrás de ella. Sonrió complacido.

-La tercera es la vencida – dijo después en su oído. Ella miró hacia delante intentando que él no le viera sonrojarse e instó al caballo a avanzar con paso lento, para no asustar a Zayn. Él se puso rígido al principio, pero luego comenzó a acostumbrarse y a seguir el movimiento del caballo con el cuerpo, moviendo se atrás y hacia delante de forma rítmica. Ella notó el cambio y le miró sobre el hombro.

-¿Te gusta? –Preguntó. Él asintió mirándole a los ojos y ella volvió la cabeza hacia delante evitando que su rustro se torne del color rojo de un tomate maduro.

-Bueno, pues entonces ahora te voy a enseñar lo que es realmente montar un caballo…- dijo y clavó los talones en los costados del animal, provocando que este saliera disparado hacia el frente a todas velocidad.

 Él se aferró a la cintura de ella con fuerza mientras el viento despeinaba el cabello de la joven que lanzaba un estrepitoso grito de júbilo. 

Take Me HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora