CAPÍTULO 7

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Narra Joe.

-Ah, hola Kevin –mi hermano me había llamado. Había dado en el momento justo, no para mí, sino para la pobre de Anna. La iba a hacer confesar que si estaba celosa, sabía que era así.

-Joseph, ¿vendrás a casa? –me preguntó él.

-¡Por supuesto! –exclamé.

-¿Anna vendrá contigo? Nick y Danielle están conmigo. Papá y mamá han salido con Frankie y no llegarán hasta más tarde –dijo.

Ya les había contado a ambos sobre Anna y ellos estaban entusiasmados por conocerla. Por eso había planeado llevarla a la casa de mis padres hoy.

-Sí, ya vamos llegando –contesté, mientras miraba de reojo a Anna. Ella giró su cabeza rápidamente al darse cuenta que estaba hablando de ella.

-¡Perfecto! Nos vemos en un rato –dijo –¡Recuerda que también tenemos que grabar un pedazo de la quinta canción! –gritó antes de que le colgara. Anna me miraba fijamente, confundida.

-Joseph, ¿a dónde se supone que vamos? –exclamó de brazos cruzados. Me limité a mirarla, si lo hacia me iba a reír. Me mantuve serio.

-A casa de mis padres –dije como si nada. Pero en lo más profundo de mí si estaba nervioso, quería saber que pensaban mis hermanos y mis padres acerca de Anna. Su opinión era muy importante, y más si quería tener algo serio con ella.

-¡¿Qué? –dijo exaltada. Su cara era un poema, pero de horror. Daba risa su expresión. Y esta vez no pude evitar reírme.

-Que vamos a casa de mis padres –repetí, riéndome. Ella me lanzó una mirada asesina y luego me dio un pequeño golpe en el brazo.

-Joseph, ¿porque no me dijiste que iríamos? ¡Mira como estoy! –exclamó un poco alterada. La miré de arriba abajo, perfecta.

Joe, contrólate.

-¿Que tienes? Estás hermosa –le dije. Ella se movió incómoda en su asiento.

-Grac… gracias, Joe –balbuceó jugando con sus manos –¡Pero ese no es el caso! No puedo estar con este incómodo uniforme en la casa de tus padres y frente a tus hermanos. ¿Que dirán de mi? –dijo rápidamente. Me reí en voz baja. Se veía tan tierna cuando se enojaba y estaba nerviosa al mismo tiempo.

-Dirán que eres una hermosa porrista –contesté concentrado en el camino. Me podía imaginar sus mejillas rojas.

-Menos mal que siempre tengo ropa para cambiarme en mi bolso –dijo mientras se inclinaba para sacarla de su bolso. Luego, sin esperármelo, saltó hasta la parte trasera de mi auto.

-¿Que haces? –le pregunté divertido.

-¿Te molesta si me cambio aquí atrás? –me dijo. Negué con la cabeza, sin siquiera poderle contestar. –¡Ni se te ocurra voltear!

Mal paso, Anna, mal paso.

Me centré en el camino lo máximo que pude. Estaba tenso. Intenté concentrarme en los autos que tenía delante, y en menos de cinco minutos, ella regresó.

-No me hubiese molestado que te cambiaras aquí delante –le dije mientras ella se alisaba su ropa.

-¿Y a la vista de cualquier carro o persona que pasara por el frente? –me contestó, como quien no quiere la cosa –… Allá detrás estaba más cómoda, pervertido –dijo, colocándose el cinturón de seguridad. Me reí por su comentario.

Estaba loca... Y eso me encantaba.

Narra Anna.

Por suerte me pude cambiar el uniforme y ponerme un short y una camisa sencilla. No era lo más presentable pero ese día el calor era insoportable, así que era buena excusa.

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