CAPÍTULO 33

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Narra Joe. 

 ¡No podía sentirme más enamorado de Anna en ese momento! Estaba feliz por estar con ella y daría todo por estar así siempre.

Sin perder más tiempo, salimos del salón e inmediatamente tomamos un taxi. Como parte de mi plan, la llevaría hacia el muelle de Manhattan. Una vez dentro del taxi, no pude soportar más y atraje a Anna hacia mí para besarla, cosa que había esperado y deseado desde mucho; y ella lo correspondió de la misma manera.

-Siento interrumpirlos… ¿Pero a que hotel los llevo? –nos interrumpió sarcásticamente el conductor del taxi, e inmediatamente Anna y yo nos separamos apenados. Ni siquiera nos habíamos percatado de que el taxi ya había avanzado.

-Lo siento… –me disculpe con él apenado. –No iremos a ningún hotel. Llévenos al muelle de la ciudad –le dije y este asintió en silencio. Segundos después, Anna empezó a reírse histéricamente.

Era de esas risas que aunque no sabes porqué, no puedes dejar de reírte. Y entonces segundos después ya ella me había contagiado a mí. Y por si fuera poco, el conductor también comenzó a reírse.

En fin, los tres íbamos riéndonos, vaya a saber por qué.

-Lo siento mucho –se disculpó Anna en cuanto logró calmarse.

-Discúlpenme ustedes a mí por haberles dicho semejante comentario –nos dijo el taxista.

-Está disculpado –le contesté. Ya habíamos llegado, por lo que antes de bajarnos el taxista nos dijo:

-¡Hacen una buena pareja!

Anna me miro de reojo, sonriendo, y me tomó de la mano para terminar de bajarnos. Caminamos un poco más hasta llegar justo al muelle, donde me estaba esperando Frank. Él era un buen amigo de la familia, se encarga de rentar barcos y yates por toda la Costa Este, así que aproveche la oportunidad para que me rentara uno.

-Ya regreso –le dije a Anna en voz baja, mientras me acercaba a saludar a Frank.

-¡Joe Jonas, vaya, que alegría verte amigo! –exclamó este apenas llegué a él, dándome un fuerte apretón de mano.

-¡Lo mismo digo, Frank! –le contesté. Este inmediatamente rebuscó algo en sus bolsillos, para luego sacar unas llaves y me las extendió.

-Toma, es ese que está allá –me señaló un yate al final del muelle –¡Todo tuyo! –Le di las gracias y luego me acerqué nuevamente a Anna, que todavía tenía una expresión de confundida en su rostro.

-¡Iremos a navegar! –exclamé esbozándole una sonrisa, mostrándole las llaves del yate.

-¿Qué? –contestó riéndose, toda sorprendida.

-Deja que te siga sorprendiendo –le dije mientras la tomaba de la mano nuevamente y nos dispusimos a caminar hasta el yate, montándonos en seguida.

Para ser sincero, era la primera vez que manejaba un yate por mi propia cuenta. Era totalmente nuevo en todo esto. No sabía incluso donde se encendía esa cosa, y Anna pareció notarlo.

-¿Es la primera vez que conduces un barco? –preguntó ella detrás de mi. Asentí mientras yo intentaba buscar donde se metían las llaves. Hasta que por fin di con el y lo encendí.

-Espero que sea igual de fácil que manejar sobre tierra –espeté antes de ponerlo en marcha. Anna me miro alarmada, por lo que solté unas risas. –No te preocupes, si estás conmigo nada malo te pasará –añadí, intentando calmarla.

-Al menos si morimos, lo hacemos juntos –dijo ella, y eso hizo que mis risas aumentaran. –Eres un tonto, Joe.

Y a decir verdad, navegar era tan fácil como comer pollo con las manos. Era tan relajante. Me detuve una vez que estuvimos lo suficientemente alejados de la bahía, por lo que la vista de la ciudad era realmente impresionante. Las luces de la ciudad se reflejaban sobre todo el río Hudson.

-Creo que estamos bien aquí –le dije a Anna, quien estaba también maravillada con todo a su alrededor.

-Ven –me dijo tomando de mi mano y dirigiéndome hacia la proa del barco. Anna se detuvo un momento a contemplar la vista. –Es increíble, ¿cierto?

-Lo es –contesté y ambos nos sentamos. Posé mi brazo alrededor de los hombros de Anna, y esta apoyó su cabeza sobre mi pecho, acurrucándose en mí.

En ese momento no me importaba el mundo, no me importaba nada. Solamente éramos ella y yo esa noche. Y podíamos pasar una eternidad así, pero Anna me pidió que le contara todo y así fue. Le conté como me había sentido cuando se había venido, y lo mucho que me había ayudado Nick. Luego de cómo ingenié el plan de venirme y aparecer en el baile, y como Nick se había contactado con Matt, y luego Matt había localizado a Tomas; por lo que Anna me interrumpió con un:

-Ahora todo tiene sentido –dijo ella entre risas.

Y finalmente le conté lo nervioso que estaba por saber cual sería su reacción. Anna simplemente se reía. Amaba escucharla reír, y más que todo hacerla feliz.

-Todavía no puedo creer que estés… que estemos aquí, juntos, en alta mar –espetó ella mirándome fijamente.

Seguidamente, Anna tomo mi brazo en busca de mi reloj y al fijarse de la hora, exclamó:

-Bésame antes de que sea medianoche y tenga que despertarme de este perfecto sueño.

¿Y como negarme a eso?

Inmediatamente la obedecí, uniéndonos en un dulce y apasionado beso.

-¿Cuántos besos tendré que darte para que te des cuenta de que esto es real y no es un sueño? –le pregunté mientras los dos retomábamos el aire. Ella sonrió.

-Todos los que hemos desperdiciado durante todo este tiempo –dijo como quien no quiere la cosa. Y la volví a besar nuevamente.

All I Ever WantedWhere stories live. Discover now