CAPÍTULO 34

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Narra Anna. 

A pesar de que no estuviésemos en invierno, la temperatura en Nueva York disminuía horriblemente en las noches, por lo que en ese momento hacia mucho frio, y más estando en alta mar.

-Toma –dijo Joe al notar que me estaba empezando a estremecer, y se quitó su chaqueta, colocándomela a mí alrededor sobre mis hombros.

-Mucho mejor –le dije sonriendo. Estaba bastante cálida para ser honesta. Joe me reforzó, dándome un abrazo.

Desde que empecé a salir con chicos, desde que era más joven, había pensado como iba a ser mi primera vez. ¿Y quien no? Siempre pensé en esperar por el chico correcto, con uno que realmente me amara… Y no sé por qué, esa noche me sentía preparada para dar mi primer paso con Joe.

Yo lo quería, él me quería… ¿Por qué no intentarlo?

-Vamos adentro –interrumpió mis pensamientos Joe, como si me estuviese leyendo la mente. Yo estaba preparada, pero no sabía si él lo estaba.

Entramos y Joe fue directamente a un mini bar que tenía el yate, y yo no podía dejar de pensar en aquel tema. Estaba nerviosa. El yate por dentro tenía muchos detalles, era hermoso. Me detuve en un cuadro inmenso que estaba colgado sobre un estante.

-Es realmente lindo este cuadro –dije. Joe me observó y sonrió.

-Sí, está lindo –añadió mientras escogía una botella para destaparla. –Creo que también hay un pequeño piano como esos al fondo –me indicó, refiriéndose a que el cuadro era de unas niñas de la Edad Media, vestidas con esos trajes que parecían carrozas, tocando el piano.

Fui directamente hacia donde me había dicho él, y me senté en el banco frente al piano. No tenía mente para poder tocar alguna melodía, por lo que simplemente me limité en jugar con las teclas.

-¿Qué haces? –me sorprendió Joe, acercándose. Traía con él dos copas con vino en su mano, y luego se sentó a mi lado. –Permíteme tocar algo –me dijo, mientras ponía sus manos en el teclado y comenzó a tocar una melodía.

-Es perfecta –le dije maravillada después que terminó. Joseph sonrió y luego me miro fijamente.

Puedo asegurar que en ese momento los dos nos deseábamos el uno al otro, porque en un impulso ambos nos empezamos a besar como si no hubiese un mañana. Joe como pudo me tomó y me sentó sobre él. Aún sin dejarnos de besar, me quite la chaqueta de Joe y la lancé al suelo. Cuando Joe empezó a desabotonarse la camisa fue cuando supe que estaba listo: Iba a pasar. Ayude a Joe a terminar de quitarse la camisa, y en ese momento pude admirar su perfectos abdominales al descubierto.

-¿Quieres… quieres continuar con esto? –me preguntó Joe, tomando un poco de aire. Asentí con la cabeza sin dejar de verlo, para luego empezar a deslizar lentamente la cremallera de mi vestido.

Entonces quedé completamente en ropa interior, aún encima de Joe. No sentía pena, pero mi corazón latía cada vez más fuerte.

En otro impulso, Joe me acercó a él con firmeza y me continuó besando. Esta vez las cosas subieron más de tono cuando decidimos ponernos de pie y Joe decidió quitarse finalmente su pantalón, y le ayude a deslizarse este, hasta que ambos estábamos en ropa interior. Entre pasos y besos, fuimos caminando por todo el living hasta toparnos con un sofá, que era más un sofá-cama por su tamaño, y Joe con delicadeza me acostó en este, quedando él encima de mí. Las manos de Joe exploraban con delicadeza mi espalda y mis muslos. Era como si nuestros labios tenían imanes que nos atraían el uno al otro, porque no podíamos dejar de besarnos. Después, dejamos de besarnos por unos segundos y Joe me miro fijamente a los ojos. Sabía que aún tenía puesto mi sostén y tenía que quitármelo en algún momento, así que como pude, desabroche la parte de atrás, para luego mirar a Joe directamente.

All I Ever WantedWhere stories live. Discover now