CAPÍTULO 37

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Narra Anna.

Varias semanas habían pasado desde el estreno de la obra de Nick, la cual había sido un éxito total, pero lamentablemente ya casi llegaba a su fin. Lo que si estaba próximo a pasar era la boda de mi padre.

Y ese día tan esperado era hoy, finalmente. Y como era de esperarse, en mi pequeña familia reinaba la ansiedad y la desesperación por todas partes. Por esa razón, decidí tomarme un descanso de ellos y pasar un rato con mi novio.

-¿No crees que deberías irte a arreglar y todo eso? –me preguntó Joe con cierto tono de angustia. Le di una mirada fugaz mientras tomaba otro sorbo de café y continué leyendo mi revista. Él soltó un suspiro por lo bajo.

-Lo sé –le contesté finalmente. –Sé que la boda comenzará en un par de horas, pero tengo todo bajo control –le sonreí para que se relajara un poco. Joe me sonrió de vuelta, y pasó su brazo alrededor de mis hombros para atraerme hacia él.

Estábamos en un café de Brooklyn, y supongo que lo lejos que estábamos del hotel donde seria la boda era lo que le angustiaba mas.

-Eres terca, y lo sabes –me dijo para luego plantarme un beso en mi mejilla. Sonreí nuevamente y cerré mi revista para poder mirarlo fijamente.

-Lo sé y creo que también tienes razón, debemos irnos ya –le dije, colocando mis manos en su rostro y lo acerqué a mi para darle un beso en los labios.

No tardamos en terminar de pagar para luego abandonar el local y ser atacados por los paparazzi, otra vez. Ya me había acostumbrado a estos, aunque me seguían pareciendo irritantes algunas veces.

Al llegar, Joe me dejó en el New York Palace, y apenas me bajé del auto fui prácticamente corriendo a la habitación donde estaban mis hermanos para arreglarme. Faltaba menos de una hora para que empezara la boda.

-¡Pensé que nunca llegarías! –exclamó Ivy alterada al verme. Ella ya estaba maquillada y peinada, sólo le faltaba colocarse el vestido. Detrás de ella en un sofá, estaba Matt ya vestido, mirándome desafiante.

-Anda y vístete, Anna. No le falles a papá –me dijo él, serio. Le sonreí como respuesta, porque no fue un regaño, lo sentí como si fuese un deber.

Opté por llevar el cabello suelto y con ayuda de la rizadora me hice ondas en las puntas. Ivy y yo, por ser las damas de honor, teníamos que tener el mismo vestido verde agua, con un hombro descubierto y el único tirante que lo sujetaba estaba bordado con piedras brillantes, al igual que en la cintura. ¡Era bellísimo, en realidad!

Nuestros padres decidieron hacer la boda en un salón del hotel, en vez de ser en la iglesia. Al momento de bajar, ya todos los invitados estaban en sus respectivos asientos, incluyendo a Kevin, Joe y Nick. Estaban impresionantemente guapos los tres. Me acerqué a mi padre que estaba ya en el altar, y le di un fuerte abrazo.

-¡Enhorabuena, suerte! –le susurré en el oído. Él me sonrió, y fui rápidamente a pararme al lado de Ivy.

Segundos después, entró Juliet y todos voltearon a verla mientras el sonido de los violines y el piano la acompañaban. Todos, excepto Joe, que me miraba fijamente.

-“Estás her-mo-sa” –articuló con los labios. Mi única reacción fue poner los ojos en blanco y sonreír.

Joe definitivamente no tenia remedio.

La boda terminó rápidamente. Ya mi papá tenía una nueva hermosa mujer a su lado y ella tenia al mejor hombre y padre de todo el mundo. Me sentía muy feliz por ambos.

-¡Ya somos legalmente hermanos! –exclamó exaltada Ivy al lado de Matt, y ambos me abrazaron uniéndonos a los tres en ese mismo abrazo.

-¡Si crees que vivir con Matt era genial, ahora sabrás que es peor de lo que piensas! –espeté yo para molestar a mi hermano, lo cual funcionó. Ivy soltó una risa fuerte.

Los tres decidimos entrar al salón donde sería la fiesta que estaba a punto de empezar. Y entonces me percaté de que no había visto a ninguno de los tres Jonas. Intenté llamar a Joe, pero su teléfono estaba apagado. No me dio tiempo de salir y buscarlos porque los nuevos esposos estaban por entrar, y me digné a sentarme en una mesa junto a mis hermanos y esperar.

La fiesta había comenzado y ni un rastro de estos tres hermanos. ¿Y si algo les había pasado?

Me empecé a preocupar bastante. Decidí salir al lobby, y justo en ese momento ellos venían entrando. Pero Kevin no estaba.

-¿Dónde estabas? –le pregunté a Joe apenas se acercó a mi.

-Disculpa por no avisarte, fuimos a llevar a Kevin a su casa porque tenía otros compromisos –me contestó él. Luego se acercó más a mi, directamente a mi oído –¿No te molesta que haya traído a Michael? –me preguntó en voz baja, asegurándose que solo yo lo hubiese escuchado. Negué rápidamente.

-Para nada –le contesté en el mismo tono, y me aparté de él para ir a saludar a su mejor amigo. –¡Mikey, que bueno verte! –le dije a este último, dándole un abrazo.

-¡Anna, felicidades por la boda de tu padre! Disculpa por estar aquí si no… –empezó a decirme pero antes lo interrumpí.

-No te preocupes por nada y mejor entremos de una vez, la fiesta ya empezó –les dije y me sonrió como respuesta.

Joe y Mikey procedieron en entrar al salón, y me iba a unir con ellos pero un carraspeo fuerte me hizo detener.

-¿Y no hay un abrazo para tu mejor amigo? –espetó Nick, cruzado de brazos y aparentemente fingiendo estar dolido. Había olvidado saludarlo en todo el día.

-¡Por supuesto que sí! –contesté y me lancé en sus brazos. Absorbí su exquisito perfume al instante. Olía riquísimo.

-¡Estás hermosa, Anna! –me halagó, haciéndome girar con su mano.

-Gracias… –le contesté sonriendo, algo incomoda por su mirada fija.

Nunca me había intimidado antes así por él. No supe que más decir. Ambos nos quedamos mirándonos fijamente.

-¿Se van a quedar ahí toda la noche o qué? –exclamó Joe desde la puerta, sobresaltándome. Inmediatamente corrí hacia mi novio y dejé a Nick ahí parado.

¿Qué había sido eso?

Narra Nick.

Nunca antes en mi vida había tenido este sentimiento. Nunca antes me había sentido atraído por mi mejor amiga.

No podía estar enamorado de la novia de mi hermano. No.

¿O si?

Era extraño lo que últimamente sentía por Anna al verla. Sentía celos al verla con Joe y que siempre saliera con él y me dejara a mí a un lado. Cada vez que me hablaba no podía dejar de admirarla, de ver su tierna sonrisa. Era perfecta.

Anna es sin duda ese tipo de chicas que te inspiran en escribir una y mil canciones. Era una musa.

-¿Pero que diablos estoy pensando? –me dije a mi mismo en voz alta, al notar que estaba aún parado en el mismo lugar donde hace cinco minutos estaban los otros.

Estaba mal pensar en semejante cosa. No debía sentir absolutamente nada sobre Anna, además de ser su mejor amigo.

Sí, eso era todo lo que alguna vez pueda llegar a ser de ella, su mejor amigo.

All I Ever WantedWhere stories live. Discover now