CAPÍTULO 15

907 37 0
                                    

Narra Anna.

No había sabido nada de mi hermano en toda la mañana. Los doctores pasaban constantemente y ninguno se molestaba en informarme de su estado. Me sentía mal, sola.

Estaba sentada cabizbaja, tratando de secar mis lágrimas y no seguir llorando. Ni siquiera me había dado cuenta de que alguien más estaba en ese pasillo conmigo. Intenté ver por el rabillo del ojo, topándome con unos pies medio torpes.

Mi corazón dio un vuelco vertiginoso. ¿Acaso era quién yo…?

Alce mi mirada velozmente, encontrándome con esos ojos con los cuales había estado deseando ver desde hace mucho.

-Joseph –logré decir asombrada, al verlo. Él me sonrió. Mi corazón empezó a latir con furia por su presencia. Era a él quién necesitaba para sentirme mejor, lo extrañaba.

Me reincorpore rápidamente y me lance en sus brazos sin ni siquiera dejarlo decir una palabra. Joe correspondió mi abrazo, haciéndolo cada vez más fuerte y reconfortable. Era como si hubiesen pasado siglos sin estar cerca de él.

-Yo… fui un estúpido, Anna. Perdóname por todo lo que te he hecho –alcanzó a decirme él en voz baja.

-Gracias por estar aquí, Joe –le susurré en el oído, haciéndole entender que no me importaba lo que había hecho. Sólo me importaba que él estuviera aquí... conmigo.

Joe simplemente asintió con la cabeza, y permaneció abrazado a mí. Era como si nos necesitáramos el uno al otro para sobrevivir. No pensaba separarme de los brazos de él ni un segundo. Quería recuperar todas esas ganas perdidas, esas veces en la que sólo un abrazo de él me podía hacer sentir mejor.

-Señorita Saldford –dijo una voz a mis espaldas, haciendo que me separa de Joe por un momento. Era el doctor Hoffman, quién había estado tratando a Matt. –El joven Matt sigue mejorando, quizás pronto despierte. Pero de momento aún necesita estar aquí –aseveró, yéndose nuevamente.

-¡Matt está fuera de peligro! –exclamé, mirando a Joe ansiosa.

¿Era Joe acaso una especie de ángel guardián? Apenas hizo llegar, y todo empezó a mejorar de repente.

-Eso es un milagro. Verás que todo estará mejor –me dijo tomando mi rostro entre sus manos, mirándome fijamente. Me estremecí un poco por dentro. Aún no me acostumbraba a la mirada de Joe penetrándome completamente. –Ahora ven, vayamos a desayunar. Sé que necesitas comer aunque sea un poco –dijo, tomándome de la mano para llevarme consigo. Lo detuve un momento.

-Joe, sobre aquel día… –empecé a decir, pero él me interrumpió.

-Tranquila, no pasa nada. Luego hablaremos de eso. No te preocupes, ahora lo que realmente importa es Matt y tú –respondió, para luego darme un tierno beso en la mejilla. Dejándome fuera de combate.

Luego entrelazó su mano con la mía, y caminamos dispuestos en ir al cafetín del hospital y comprar algo.

Era la chica más feliz del mundo en ese momento y nadie lo podía arruinar. Mi hermano estaba con vida y se estaba recuperando; tenía un nuevo mejor amigo, Nick, al cual apreciaba muchísimo y por supuesto, tenía a Joseph nuevamente conmigo. Estaba tan agradecida con ellos dos. Me habían hecho más fuerte de lo que había estado hasta ahora.

Estuvimos charlando muy a gusto en una pequeña mesa en el cafetín, mientras comíamos. Le había dicho a Joseph que no tenía hambre pero por mucho que él insistió, terminó comprándome un sándwich.

Extrañaba tanto esa sonrisa de Joe, me obligué a verlo fijamente por unos instantes mientras él me contaba una anécdota que había tenido.

-Cuando a Nicholas le diagnosticaron diabetes… –empezó a decir Joe, pero lo interrumpí antes de que continuara.

All I Ever WantedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora