CAPÍTULO 31

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Narra Anna. 

La semana paso en un abrir y cerrar de ojos, y finalmente era el día del “tan esperado“ baile. Y sobre todo para mi querida hermanastra Ivy, que apenas salió el sol, esta se levanto para hacerse sus tratamientos faciales y esas cosas. Pero por supuesto, dormir era mucho más importante para mí que eso.

-¡Anna, levántate! –me exclamó exaltada, tumbándose encima de mi. –¡Tenemos que ir a la peluquería o se nos hará tarde! –continuó gritándome.

-Esta bien… –le contesté con voz gangosa. –… ¡Sólo si te me quitas de encima, no me dejas respirar! –le dije intentando quitármela de mi humanidad y esta cayó enseguida al piso, quejándose por el golpe.

-¡Estás loca! –gritó nuevamente. Su voz me aturdía bastante. Y no fue hasta que entre al baño que dejo de hacerlo. –¡No te tardes mucho! –finalizó. Y todo a mí alrededor estuvo en paz nuevamente. Al verme en el espejo vi la urgencia que necesitaba por ir al Spa. Tenía unas ojeras enormes y mi cabello parecía una escoba vieja.

Luego de un rato y de la insistencia que tenía Ivy conmigo, ambas nos fuimos a lo que sería nuestra dosis justa de tratamiento de belleza. Y de repente me sentí entusiasmada por ese baile que había estado evitando durante todo este tiempo.

Narra Joe.

Debía apurarme o iba a perder el avión.

Nick sabía lo mucho que odiaba levantarme temprano, y aun así, me reservó el primer vuelo que salía a Nueva York. De todas formas me sentía totalmente emocionado. Me iría a vivir a otra ciudad, y en pocas horas vería nuevamente a la chica de mis sueños. Y por como soplaban los vientos, mi plan estaba marchando a la perfección. Además de contar con la ayuda de Matt y del chico con que iría Anna al baile, Tomas.

Mi plan consistía en sorprender a Anna durante el baile, y al terminar llevarla a una cena en alta mar.

¿Soy todo un genio, cierto?

Sin perder más tiempo, me dispuse a dejar a Winston en casa de mis padres, para luego irme finalmente al aeropuerto. Agradecía que a esa hora no había tanto tráfico en Los Angeles.

Estoy a punto de despegar” –le tecleé rápidamente a Nick antes de que la azafata me ordenara guardar mi móvil.

Y despegamos.

Y llegamos.

Y el aeropuerto parecía un mercado chino: gente caminando de un lado a otro. No lo pensé dos veces y me coloque mis lentes de sol, y fui a buscar mi equipaje. Hasta los momentos nadie me había reconocido, por lo que aproveche y llamé a Nick.

-¡Ya llegué hermano! –canturrié apenas Nick contestó.

-Que bueno, ahora toma un taxi y vente directamente a mi apartamento… –me dijo él, pero tuve que colgarle cuando me di cuenta que estaba siendo perseguido por unos paparazzi. Y no dos, ni tres, muchos…

-¡Joe, Joe! –me atacó el primero.

-¡Joe, qué haces aquí en Nueva York! –dijo el otro.

-¡¿Joe, es verdad que todavía estas soltero?!

Consideré en ese momento dejar de llamarme Joe y colocarme otro nombre.

-¡¿Joe, es cierto que la banda se va a separar por culpa de Nick?! –preguntó otro más. Y así muchas preguntas más, las cuales yo sólo me limité a sonreír, saludar y seguir caminando.

All I Ever WantedWhere stories live. Discover now