CAPÍTULO 10

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Narra Nick.

Tenía todo el fin de semana libre.

No se me ocurría otra cosa que hacer que  ir a comer con Joe como lo hacíamos en los viejos tiempos. Echaba de menos esos momentos entre hermanos que solíamos tener, cuando íbamos al muelle de Santa Mónica y espiábamos a las chicas en traje de baño desde la rueda de la fortuna.

Tomé una ducha temprano y decidido a ejercer mi plan, agarré mi móvil y marqué a Joe.

Nada, no atendía. ¿Y si algo le había pasado? Era extraño que no atendiera mis llamadas.

Tomé las llaves de mi auto, y salí de mi casa para conducir hasta la casa de Joe.

-¡Joseph! –grité al tocar la puerta, pero no abría. Di tres golpes más y nada. Recordé que tenía una llave de emergencia conmigo, así que abrí y entre rápidamente en busca de mi hermano.

Busqué desde su habitación hasta las partes más insólitas de su casa.

Hasta que lo encontré, hecho un ovillo, en el piso de su cocina. Estaba sin camisa y por lo visto, estaba ebrio.

-¡Joe! –exclamé al verlo. Él intentó abrir los ojos lentamente y los mantuvo entrecerrados.

-Nick… ¡Deja de gritar, por favor! –contestó con voz tediosa frunciendo fuertemente el ceño –Siento que la cabeza me va a explotar –se quejó. Di un par de pasos hacia él para ayudarlo a ponerse de pie.

-¿Que te pasó? ¿Por qué tomaste tanto, Joseph? –recogí la botella que estaba en el piso casi vacía, y la reconocí de inmediato: Vodka. No sabía que eso podía embriagar a Joe tan rápido.

-Uh… eso no importa ya, Nicholas –se quejó tirándose en el sofá. Lo seguí, parándome frente de él. Había extendido los brazos a lo largo del sofá y tenía los ojos cerrados.

Vaya resaca la de Joe.

-Pensé que estarías con Anna –le dije sentándome en el sofá frente a él.

-¡Ella no me importa, Nick! ¡Es mejor que dejemos de hablar de ella. No quiero saber nada! –exclamó alterado, reincorporándose nuevamente. –Voy a tomar una ducha –dijo mientras se iba en dirección a su habitación.

¿Qué mosca le había picado a Joe?

Era muy extraño verlo con esa actitud. Además que él no era de esos que tomaba toda la noche hasta quedar en ese estado. Y lo más extraño de todo fue la reacción que tomó cuando le nombre a Anna. Se suponía que a él le gustaba ella y la quería.

Pero una vibración en mis muslos me sacó de mis pensamientos. Era el móvil de Joe y me había sentado encima de él. Tenía una llamada y era de… Ella.

No dude en contestar.

-¿Diga?… Hola Anna, no, soy Nick… –dije al momento de colgar. –No lo sé, se está duchando ahora mismo… Sí… Está bien, adiós –me despedí y le colgué. Había algo extraño en su voz. Estaba quebrada, como si hubiese estado llorando.

Revisé inconscientemente el registro de llamadas de Joe y tenía unas 10 llamadas perdidas de Anna. Algo había pasado entre ellos, sin duda.

En menos de diez minutos Joe volvió a la sala, y se veía un poco mejor que antes.

-¿Ya has comido antes de venir, hermano? –me preguntó él dirigiéndose a la cocina. Asentí.

-Si claro, pasé por un café temprano en la mañana –contesté, sentándome en una de las sillas de su mesón. Debía decirle que Anna le había llamado, al fin y al cabo, no sabía que había sucedido con ellos dos.

Joe se preparó un par de tostadas y luego se sentó frente a mí.

-Anna te llamó hace un rato y le dije que estabas ocupado… –me callé para ver su reacción pero él se mantuvo comiendo en silencio, sin siquiera levantar la mirada. Decidí continuar. –…Y me dijo que te llamaría más tarde de nuevo –le dije. Finalmente, levantó la cabeza con la mirada perdida.

-¡Ella ya no me importa. No quiero hablar más de ella! –contestó en voz alta, alterado. Me encogí de hombros sin decir nada. Joe se levantó de la mesa para lavar su plato.

-Lo siento, no sabía nada. No es mi culpa que tomes esa actitud conmigo, hermano –le reclamé. Aún de espaldas a mi, dejo de lavar su plato y se giro para mirarme nuevamente.

-Perdón, no quería molestarte. Es sólo que… –suspiró sentándose nuevamente frente a mí. Esta vez se le notaba decepción en su mirada. Estaba más dispuesto en contarme que le pasaba. –Encontré a Anna besándose con otro chico en su casa –espetó como si lo que hubiese dicho fuese lo mas repugnante en la tierra. Abrí los ojos como plato.

-¿Y que te dijo ella? –le pregunté.

-Nada… Salí lo más deprisa posible de su casa y llegue acá. Quería olvidarme de todo, sentía mucho enojo. Estaba dispuesto a decirle todo lo que sentía por ella ayer y… Yo quería decirle cuanto la quería, Nick. Si no fuese por ese idiot…

-¿Aún la sigues queriendo, Joe? –le interrumpí. Ya tenia claro que había pasado, y lo que importaba ahora era el qué iba a pasar con ellos. Él bajo la mirada, cabizbajo.

-No… No lo sé –contestó en esa posición. Luego, levanto la cabeza bruscamente. –¡No, ya no quiero saber de mas ella! –exclamó y se levantó, caminando de nuevo hasta su sala. Se paró frente a una foto de él que estaba en su estante de cuando Joe tenía dieciocho años.

Lo seguí hasta llegar a su lado.

-Joe oye, ¿Anna te explicó lo que pasó? Ni siquiera sabes si fue un beso. Puede que haya sido que él la estaba ayudando a ponerle un lente de contacto, o viceversa –dije intentando ponerle un lado positivo al asunto.

No funcionó.

Joe aún estaba serio, observando su foto como si tuviera algún valor especial para él. Luego, suspiró profundamente.

-¡Tenía unas ganas de golpear al imbécil ese! –exclamó –Pero ella… Ella ni siquiera hizo nada, se quedó sentada mirándome. ¿Es que trató de jugar conmigo todo este tiempo? –dijo. Apoyé mi mano en su hombro, sin saber que decirle. Entonces, volví a recordar las tantas llamadas perdidas de ella en el móvil de Joe.

-Anna te ha llamado varias veces, Joe. Quizás quiere explicarte todo y tú no le das chance –le dije. Él frunció el ceño, y me miro detenidamente. Serio. Daba hasta miedo verlo así.

-No, Nicholas. Yo no necesito explicaciones. Las cosas están claras –sentía como su voz se quebraba por momentos, pero sin embargo la mantenía fuerte –¿Que me pretende decir? ¿Que nada es lo que parece? Esa es la típica excusa de todas. Es mejor que me olvide de todo esto –espetó, dándose media vuelta para ir a su habitación.

No quería seguir liando en ese problema, así que me regrese a casa. Lo mejor era dejarlo solo, para que pensara las cosas bien. Tal vez Joe tenía razón, tal vez necesitaba tiempo, o tal vez no. Lo que no quería era ver a mi hermano triste.

Eso de alguna manera también me afectaba a mí.

All I Ever WantedWhere stories live. Discover now