Capítulo 3

721 74 22
                                    

Es un largo viaje para llegar a Moscú, eso de los aviones no me agrada en absoluto, me dan náuseas y miedo. Justo cuando voy bajando del coche para entrar al aeropuerto, una oleada de periodistas se acercan hacia mí, casi arrojándome contra una pared para interrumpirme con millones de preguntas.

—¡Joven Melenkov! ¿Es cierto que su regreso en Kaluga significa que volverá a dar grandes conciertos? —grita un periodista casi arrojándome su micrófono en la cara

—¡Joven Alexander! ¿Hay nuevas canciones que tenga en mente? ¿Al fin nos revelará más sobre el porqué de todas esas hermosas melodías? ¿Son verdad los rumores de que Chris y usted podrían ser más que amigos? —interfiere otra periodista, lanzando sin piedad al otro reportero, ¡Cielos! Parecen gladiadores

—¡Mierda! ¡YO QUIERO PREGUNTAR SI TIENE ALGUNA CHICA ESPECIAL ESPERANDO POR USTED! —la otra periodista lanza un codazo en la cara de la chica frente a mí, de pronto comienzan a pelear, jalándose del cabello y arrastrándose por el suelo

—¿¡Qué demonios!?—grito retrocediendo, intentando alejarlas

Me sorprendo más cuando siento un pellizco en mi trasero. Volteé completamente sonrojado.

—Lo siento—dice una de ellas—quería saber si eran tan suaves como dicen... —se queda en silencio un breve momento y después se exalta—¡TOQUÉ EL TRASERO DE ALEXANDER MELENKOV!

—¿Q-Qué mierda? —tartamudeé e inmediatamente me aparté

—¡SONRÍA! ¡SONRÍA! —un periodista grita con las manos alzadas y cámara en mano—¡Quiero fotografiar su sonrisa! ¡Se lo suplico! ¡Es usted muy sexy!

Ah... ¿eh? ¿sonreír para alabar mis hoyuelos? O como yo suelo decirles, deformidades en los cachetes. Negué con la cabeza, para nada iba a sonreír si no me daban mi espacio.

—¡Joven! ¡Joven! —gritan al unísono varios periodistas—¡ÁMEME!

—¡Suficiente! —Eveshka se interpone frente a mí, alejándolos por completo, agradezco que su semblante sea tan pesado que pueda alejar a todos estos locos de mí, incluso al periodista más aficionado que no hace más que pestañear y sonreír coquetamente... 

Cuánta intensidad...

—Señorita Eveshka—dice uno de esos periodistas

—Alexander no contestará nada hasta que se confirme otra presentación o concierto, ya sea aquí o donde sea

—¿Eso quiere decir que habrán más? —grita una chica del fondo sujetando una cámara y sonriendo de oreja a oreja

—Está en proceso para confirmarse, por favor, agradecería que se retiraran o llegaremos tarde a nuestro vuelo

—¿Lo confirmarán en la academia Bolshoi?

—Podría ser, solo estén al pendiente—responde Gregori— y como dijo mí esposa, con permiso

Mi tía sujeta de mi brazo y Gregori mantiene alejados a todos de nosotros, un par de chicos cargan nuestras maletas, me gustaría ayudarlos, pero Eveshka me impediría que hiciera algo como eso.

—Ven mi pequeño Alexander, Moscú nos espera

Así, nos alejamos de toda la multitud quienes escriben en sus libretas haciendo de sus típicas farándulas, por Dios, si no me han tocado más de la cuenta es porque afortunadamente los guardaespaldas que normalmente están conmigo son muy protectores y saben artes marciales. Los admiro, es como tener un buen par de Jackie Chan a mis espaldas.

Apresuramos el paso, al fin me encontraba en ese avión y de verdad que me estremecía al solo verlo, ¿alguien en el mundo concuerda con que los aviones causan incluso terror? En fin, mientras esperábamos en la fila para acceder, me percaté de una pareja a lo lejos, ella estaba llorando mientras le decía adiós al chico frente a ella, supongo que tendría que dejarla por cuestiones de trabajo o algo así, no tengo idea. Creo que los aeropuertos son testigos de verdaderas despedidas y con ello me refiero a despedidas sinceras.

—Alexander

La voz de mi tía me hace volver en sí y dirijo mi mirada hacia ella, quien me indica que podemos continuar. Abordamos el avión y respiro profundamente antes de meter ambos pies en el, cuando al fin encuentro mi lugar, me siento y para mí suerte, es a un lado de la ventanilla. No me agrada demasiado porque reconozco que las alturas me dan pánico, pero si evito mirar afuera todo el tiempo será mejor para mí.

—Ten Alexander—dice Eveshka dándome una carpeta

—¿Qué es esto?

—Todos los trabajos que debes entregar de este último mes que no fuiste a clases, además anexé los proyectos que vendrán en un futuro, los eventos que están disponibles para fin de año, lecciones extra que planeo para ti en vacaciones, y más cosillas, estoy segura de que harás un gran trabajo como siempre

—Si... —ni siquiera he llegado con bien a mi destino, aún no me compongo del desvelo de mis conciertos y ya me está atascando de nuevo con más trabajo sin siquiera preguntarme en todo el mes cómo me he sentido, vaya, todo sea por generar trabajo y dinero ¿no? — Como siempre 

—Por cierto...—dice en un hilo de voz—Tú sabes que... Hace unas semanas tu padre...

«Tu padre...» Unas simples palabras para que mi semblante se vuelva pesado, poniéndome a la defensiva de inmediato.

—¿Qué quiere?

—Hijo, ya sabes que él siempre te busca cada fin de mes y no dejará de hacerlo hasta que tú...

—¿Acceda? Pues no me importa, no quiero verlo, he dicho

—Alexander

—No, no voy a verlo ¿Para qué? ¿Para qué me muestre lo feliz que es con esa mujer y ese bastardo que tiene como hijo? Además, no entiendo porque ahora lo tratas con amabilidad si antes decías no soportarlo

—Oh mi niño... es que, es por un asunto urgente, él—intenta acercar sus manos a mí para consolarme, pero me alejo bruscamente

—No me interese lo que le pase y deja de mirarme con lástima, odio que me vean así y lo sabes

—Pero no es lástima

—No quiero verlo, no voy a verlo jamás, entiende

Giré mi mirada hacia la ventanilla. Ya sé que dije que evitaría mirar las alturas, pero de eso a escucharla insistir con algo respecto a mi padre, pues, prefiero el vértigo. Sé que ella tampoco lo tolera, pero por alguna extraña razón, estos últimos meses ha insistido en que lo vea y ni siquiera me dice el porqué. Quizá tiene razón en no decírmelo, de cualquier manera, lo que sea que le pase a Leandro me da igual.

Gregori y ella platican en voz baja, estoy seguro de que hablan acerca de mí y mi actitud, pero no me importa, estoy cansado de lo mismo, de que hablen y hablen acerca de cómo soy. Si tan solo ellos pudieran entender que es más que una simple actitud, más que una "etapa de rebeldía" mi vida no fue fácil y menos con un sujeto como Leandro de padre. Además, repito la misma rutina por más de quince años y convivo con gente que ni me conoce.

Públicamente soy Alexander Melenkov Novikov ya que mi tía dice que es preferible guardar pequeños secretos para evitar grandes catástrofes, hoy en día los rumores y demás se esparcen como aire torrencial. Maldigo que tenga que guardar mi apellido Lorak por Novikov, ¿Por qué demonios tiene que ser el apellido de mi papá el que sea público? Ah sí, porque mi tía Eveshka Lorak, maestra ejemplar de danza... no quiere que haya escándalos entre nosotros por mí "protección".

Bah, las personas me conocen a medias, no me sorprende que por eso intenten acosarme las casi veinticuatro horas del día.

Aún recuerdo la primera presentación que hice. Fue en el teatro Bolshoi, mi tía fue quien se encargó de hacer todo con tal de que yo participara y lo reconozco, fue de las mejores experiencias en mi vida, pero la verdad, es que antes de pisar ese gran escenario yo ya tocaba en otros sitios. La música me salvó de un gran abismo de tristeza, todo estaba bien, cada vez que tocaba ¡Por Dios! Era como estar en las nubes, siempre que tocaba, podía recordar a mi madre sonreír desde el otro lado de la habitación. Aplaudiendo mientras decía "Ese es mi pequeño Kotonok" me hacía sentir orgulloso. Pero esas sensaciones, ese sentimiento de felicidad plena al colocar el arco sobre las cuerdas... no es nada más que oír viento entre hilos rotos. Es como escribir sin pasión, reír sin felicidad y amar sin sentirlo.

¿Por qué la tristeza siempre trae tanta pesadez? Quiero decir, todo el tiempo tengo sueño debido a los constantes pensamientos que me atormentan, incluso enojándome siento como mis párpados se cansan y lentamente se cierran, haciéndome caer en un sueño profundo.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora