Capítulo 44

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—¿Qué?

Abrí lentamente los párpados, mi cabeza ¡Joder! ¡Mi maldita cabeza va a explotar! Me duele demasiado. Pongo ambas manos sobre ella, suelto quejidos e insultos, santa mierda... ¿Qué pasó ayer? Intentaba ver a mi alrededor, pero mi estómago se removió y me sentí asqueado por mi propio aliento.

—¿Dónde... Dónde estoy?

Sentí las suaves y esponjosas sábanas cubriendo mi cuerpo, por un momento esa sensación me relajó, pero no entendía nada, ¿Cómo es que llegué aquí? Me reincorporé de poco a poco y meneé la cabeza confuso.

—Maldita sea—rezongué al sentir los rayos de luz dando a mis ojos, de por sí siento que la cabeza va a estallarme y ahora esto

Quise ponerme de pie hasta que me di cuenta que estaba semidesnudo, eso hizo que me asustara e incluso que me pusiera a pensar ¿Qué mierda hice ayer? ¿Me habré acostado con alguien sin saberlo? ¿Me habrán violado? ¿Fui vendido? ¡Auxilio!

—Estúpido—me dije poniéndome en pie, de verdad que mi aliento olía peor que los calcetines apestosos de Chris

Caminé tambaleándome torpemente hacia el baño que se encontraba a mi costado izquierdo, ni siquiera podía orientarme sin detenerme a canalizar el dolor tremendo. Pero sentí también unas ganas de beber agua a montones, ¿Es esto a lo que llaman resaca? Como pude me eché agua en la cara, unas cuantas palmadas en el rostro para recuperar conciencia de lo que hice o debería hacer ahora mismo.

—Excelente—me dije viéndome al espejo, completamente enojado—la mejor solución para tu depresión es el alcohol, imbécil... Y tanto que te quejas de tu padre, idiota...

Lavé mis dientes, ahora estaba un poco más despierto que hasta hace unos momentos, me encaminé nuevamente hacia la habitación para buscar mi ropa que sorpresivamente se encontraba en el buró. Me coloqué los pantalones y zapatos, pero algo hacía falta y eso era mi camisa.

—¿Dónde? —intenté concentrarme, pero seguía un poco mareado —¿Dónde la dejé?

Estaba tan perdido que la luz me cegaba, miraba la cama, el suelo e incluso regresé a la bañera para ver si no se me ocurrió tener sexo en uno de esos sitios y que por descuidado haya dejado mi ropa ahí. Grande fue mi sorpresa al leer un menú en el pequeño buró, "juguetes sexuales" no es para nada un hotel normal...

—Demonios... —me quejé tragando saliva, regresé de nuevo a la habitación con los párpados decaídos

Estaba frustrado... me fui a tomar, hice competencia con mis hermanastros... auch, de ahí todo se revuelve, mi cabeza da vueltas. Recuerdo, recuerdo que me puse a gritar... no sé cómo mierdas llegué aquí pero si recuerdo que mi estómago dio un giro tremendo.
Cuando giré mi vista hacia un sillón púrpura que se encontraba frente a la cama me quedé completamente helado y pálido. Debo estar alucinando... Dios, dime por favor que estoy alucinando.

—Evangeline... —digo tragando saliva con dificultad, incluso mi mareo se ha ido instantáneamente

Tallé mis ojos con fuerza, debo estar alucinando.

—Ella no está aquí —me repetí hasta creerlo—si tomando imagino cosas... No quiero saber que sea experimentar las drogas, la voy a ver hasta cabalgando en un unicornio

Volví a abrir los ojos pero su imagen no se esfumaba.

—Esto es mentira...

Tragué saliva con dificultad nuevamente, esta vez temeroso y nervioso. Me acerqué un poco hacia ella con total cautela para no despertarla, si es que ella de verdad está aquí. Me hinqué un poco y la miré fijamente.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now