Capítulo 31

556 43 5
                                    

Sentí un par de rayos golpeando mis ojos, me removí, soltando unos cuantos quejidos. Estiré mis manos y sentí un escalofrío en mi torso.

—Evangeline... —susurro mientras froto mis ojos y me siento a duras penas sobre el colchón —¿Amor?

Pero ella, no está.

Me pongo de pie y la sábana se desliza hasta caer al suelo. Busqué mi ropa interior y caminé hasta el baño, llamé de nuevo a su nombre pero nada. Cuando entré me di cuenta de que el suelo estaba resbaloso, no hacía mucho ella se había dado una ducha.

Yo iba a hacer lo mismo, mientras esperaba a que el agua se calentara me sentí un poco... bueno, no un poco, sino decepcionado. Esperaba que ella estuviera en mis brazos y que me despertara con un beso de buenos días, ya me sentía mucho mejor como para que ambos saliéramos de compras, o al cine o a donde ella quisiera. Estoy dispuesto a presumir esta relación frente a los medios sin miedo a nada, ni siquiera a Eveshka. Quizá estoy muy enamorado o soy muy estúpido, pero para el caso... es lo mismo.

—Dijo que iría por mis medicamentos... —digo al poner un pie en la regadera y suspiro —no tenía que hacerlo... pero, bueno...

Una vez que termino de ducharme comienzo a vestirme, ¿Qué sería perfecto para sorprenderla? ¿Debería llevarla a algún sitio o debería prepararle algo? Pensativo, mientras me pongo los zapatos, el celular comienza a timbrar. Es ese número desconocido. No me extraña tanto, en ocasiones son agencias, así que sin pensarlo mucho contesto.

—Alexander Melenkov —respondo — ¿Diga?

Pero nadie contesta.

—Ah... ¿Hola?

—Quiero hablar contigo... —sentí que mi estómago se contraía, los puños se cerraban a medida que fruncía el entrecejo

—¿Quién eres?

—No finjas Alexander —dice melancólico — tu sabe-

—Disculpe, pero no reconozco su voz, le pido que si desea tratar algo lo haga con mi mánager o con quién le plazca... no a mi número privado

—Hijo, de verdad yo-

—Leandro, para ya... —digo malhumorado — ¿Que vas a decirme? ¿Quieres que vaya a felicitar a Martha por su cumpleaños?

—No es eso —insiste — por favor, solo déjame hablar contigo

—Es tarde, siete años tarde Leandro...

—Alexander

—Adiós

Colgué y miré ese número. Tragué saliva con dificultad y tensé la mandíbula. Un muy mal inicio de día debo decir, mi estómago duele incluso. Suspiro y de nuevo timbra, esta vez es Eveshka.

—¿En dónde has estado? —dice intranquila —me avisaron que son dos días en los que no has asistido a clases

—Me enfermé

—¿Enfermarte? ¡Oh!

—Aún así, tú has estado ocupada con los preparativos de la conferencia y los eventos de fin de año ¿Me equivoco? Porque por algo no me has llamado

—Ciertamente, pero eso no es excusa

—Cómo sea, no te preocupes... no me olvido de mis responsabilidades

—De hecho es por eso que te hablo, Charlie vino a verte

—¿Cómo? ¿Pero no se supone que...

—La entrevista es la próxima semana, pero ya sabes... es tu fan y, al ser de cadena televisiva importante, ya sabes...

—Le diría que no —respondo serio y me encojo de hombros —pero como me cae bien y me llevo con él, no hay problema ¿Dónde está?

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now