Capítulo 35

395 37 0
                                    

Max decidió ducharse y tengo entendido, buscar a Dasha. Aproveché la oportunidad para ir al gimnasio detrás de los edificios más grandes de la academia y correr como loco desenfrenado sobre la caminadora, intentando disipar incontables veces aquella imagen que no podía borrar ni cerrando los ojos. Hablar con Max me hizo sentir menos miserable, pero eso no era suficiente para quitar todas las emociones negativas sobre mí. Hablando más claramente por la foto que Dayana me mostró en los pasillos. Jadeo y niego con la cabeza.

Se supone que estoy aquí para olvidar... y también para reforzar mi trasero.

Termino de correr y limpio mi frente y nuca con la pequeña toalla color carmesí, doy un enorme trago a mi fresca agua y me encamino hacia las duchas. Estiro mis hombros, mi cuello y finalmente suspiro. Lo bueno de que es tarde, es que casi nadie pasa por aquí... la mayoría ahora mismo debe estar en talleres o simplemente descansando.

Enciendo la regadera y el placer de ver el vapor emerger con tanta dulzura me invade. Meto un pie y siento que estoy en el mismo cielo, ¡Dios! Mis músculos se relajan, suelto un gemido de delicia cuando hago mi cabeza para atrás y dejo caer el agua en mis labios mientras enredo los dedos en mi cabello. Mi vista se vuelve nublada cuando intento abrir los ojos, tallo débilmente las bolsas bajo mis ojos. Estoy tan cansado, por sueño y muchas más cosas.

Antes de profundizarme en mis pensamientos, escucho un par de pasos pegar con fuerza en el suelo y seguido de eso, soy sorprendido cuando la puerta de la regadera se abre sin cuidado alguno. Un par de brazos me rodean el torso y un par de pechos se recargan sobre mi espalda.

—¿¡Qué mierda!?

Ella ríe maliciosamente, restregando sus mejillas en mis hombros al igual que sus senos en mi espalda.

—Sabía que estabas aquí

Aparto sus manos con brusquedad y pienso si debo girar o no.

—¿Qué sucede Aleksi? —dice haciendo un puchero —ya no tienes novia, no deberías preocuparte

—Dayana, por favor lárgate

—Oye tranquilo, he escuchado que hacerlo en el agua lo hace más excitante

—¿Sabes qué? ¡A la mierda! —apago la regadera y salgo echo furia, casi sacando espuma por la boca. Tomé la toalla que dejé al costado y me sequé rápidamente.

—¡Alex! Por favor —dice suplicante, caminando hacia mi

Cubro mi torso y me visto lo más rápido que puedo. ¡Por Dios! ¿Cómo puede quererse tan poco como para hacer esto?

—Lárgate —digo fríamente, recogiendo mis cosas —este es un baño de chicos

—Eso es muy sexista —responde burlona —¿por qué no mejor todos en un baño?

—Estás demente

—Estoy enamorada, es todo

—Tu problema Dayana, es que estás obsesionada conmigo, ¡Déjame en paz!

Ella rápidamente se pone su ropa, sabe muy bien que no voy a quedarme a discutir. Una vez que me coloco los zapatos salgo casi corriendo del sitio, me digo a mi mismo que esto ha sido una maldita locura. Dejo toda mi ropa sucia en una maleta negra, en el cuarto de servicio y salgo casi disparado hacia la cafetería. Su mero contacto me provocó escalofríos, me doy cuenta ahora que mi piel ya sabe ante cual debe reaccionar lujuriosamente y ante cual no.

—¡Alexander! —ella corre desesperada y sujeta de mi brazo. Me zafo, pero vuelve a tomarme. —¡Escúchame!

—¡Quítate! ¿Tan desesperada estás por mi atención?

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now