Capítulo 25

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—Alexander... quiero decirte que, Martha va a vivir con nosotros a partir de ahora

Me quedé perplejo al verla de pie junto a la puerta, con sus maletas en cada una de sus manos y, para peor desgracia... con Austin mirándome malhumorado detrás de su madre.

—¿Qué? —digo escéptico

—Hola Alex —Martha me sonríe cálidamente —sé que es un poco inesperado, pero realmente quiero cuidar de ti y tu padre correctamente ¿Qué dices?

Miro a mi padre, él permanece cabizbajo y a juzgar por su mandíbula, tenso.

—No quiero que me cuides —digo serio, pero mi padre me interrumpe

—Alexander, por favor... sé cortés

—Pero papá

—Ningún pero... por favor, guía a Austin a su nueva habitación

¿¡Qué cosa!? Esta es la peor noticia que he recibido en todo el día; no, no la peor, sino la más horrible en toda mi vida. Él me miró con los mofletes inflados, cargando sus maletas y encaminándose hacia mí.

—Vamos... —dice gruñón

Giro la vista hacia mi padre, Martha le brinda un enorme beso cerca del labio y lo mira con una sonrisa de oreja a oreja. Es asqueroso. Es realmente asqueroso. Comienzo a caminar, pero Austin me detiene y me entrega una de sus maletas, lo peor es que es la más pesada.

—¿Esto qué? —digo enojado

—Soy un huésped, es educación ser amable con los huéspedes... pulga

—Creo que no te lo había dicho, pero realmente te odio

—Gracias —sonríe — el sentimiento es mutuo

Hago un puchero y arrastro su valija con dificultad.

—¿Qué tanto traes aquí? ¿¡Piedras!?

—Lo necesario para sobrevivir en este sitio

Subimos las escaleras hasta llegar al cuarto que mi padre había desocupado hace un par de días atrás. Nunca me hubiera imaginado que lo estaba haciendo por esto... realmente no quiero a nadie más en esta casa, me basta con mi padre y ya. Aventé la maleta de Austin en el suelo y respiré como loco, traer sus cosas fue una pesadilla. Él en cambio miró de un lado a otro la habitación con paredes color beige, las ventanas, los muebles y uno que otro detalle del ropero. El contraste azul e incluso la lluvia empañando los cristales de la ventana en el exterior debido al clima frío, hacía lucir a la habitación solitaria.

—Oye Alexander —dice serio —realmente no estoy muy contento con esto

—¿Y que quieres que haga? —digo recuperando mi postura, siento que mi espalda es como la de mi abuelita... toda encorvada — ¿Que traiga un bote de pintura y te compre nuevos muebles? Es lo qué hay, confórmate

—No me refiero a eso —rueda los ojos como canicas y voltea a verme —me basta con tener a mi madre, no me apetece tener de nuevo una familia entera

—¿Eh? estamos igual... —me siento en el suelo, sin quitarle los ojos de encima —¿Entonces por qué han venido aquí?

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now