Capítulo 54

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Ella suelta débilmente el agarre de mi brazo y traga saliva con dificultad. Yerik nos tomó por sorpresa a ambos cuando bajó del último piso junto con dos hombres a sus costados, tenía un semblante muy pesado.

—Él... él se cayó en intenté ponerlo en pie —responde nerviosa

—¿De verdad? a mí me parecía que querías ayudarlo a escapar

—No, no es nada como eso...

Yerik guarda silencio, suspira con pesadez y luego ríe en voz baja.

—No sabes la paliza que te daré si me mientes ¿cierto?

—Yerik... —le responde Dayana con voz temblorosa

—Cállate cuando hablo, o será peor ésta vez

—Tremendo hijo de puta... —musito con rabia. —¿Cómo te atrev-

—Es una masoquista, deberías verla en la cama... —dice al reírse. —aunque no entraré en detalles

El único pensamiento terrible que cruzó por mi mente hizo que enfureciera completamente.

—Dayana... —le digo en voz baja, ella permanece cabizbaja. —¿Él... abusó de ti?

Veo como lágrimas escurren por sus mejillas, sus labios tiemblan e incluso juega nerviosa con los dedos de sus manos. No alza la vista, pero entiendo ese comportamiento, no tengo idea desde hace cuánto conoce a Yerik, pero dudo que ella accediera de no ser por la manera en la que Annie la somete agresivamente a sus peticiones. Ambos merecen irse al infierno.

—Alex, fui yo quien accedió...

—Pero, ¿A costa de qué Dayana? —digo con dificultad e impotencia. —¿A costa de qué?

Evangeline se asustaba con el contacto físico al principio e incluso titubeaba el nombre de su agresor pese a que no pasó más allá del acoso, pero ¿Dayana? ¿Cómo es que esta bella —y si, digo bella porque Dayana es muy guapa, es preciosa y merece quién la ame— pudo ser manoseada por alguien tan enfermo e insensible como Yerik?

—No confundas Melenkov... —interfiere Yerik. —aunque no lo creas, ésta señorita me gusta más de lo que imaginas... y no quiero compartirla

—¡Imbécil! —el dolor punza en el costado de mi estómago —te quejabas de tu padre y eres exactamente igual

Me mira furioso.

—Para nada, ese estúpido viejo era un tonto, un agresivo sin principios de racionalidad, y yo... yo no, yo cuido a esta chica a mi manera, yo la protejo

—Y la lastimas, eres una mierda

—Silencio, tú no sabes nada

—No me jodas Yerik Austin Ivanenko, eres un cabrón, eso es lo que eres

—Alex... —musita Dayana. —está bien, estoy bien... — estaba por alegarle algo más, cuando ella me observó con una media sonrisa y negó con la cabeza. — Yerik es más que esto... a veces esa apariencia es un espejo, por favor... tranquilo, no quiero que te haga nada

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now