Epílogo

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La veo entrar. Es sin duda, la mujer más guapa y perfecta que pude llegar a conocer... por supuesto, después de mi madre. Ella luce nerviosa, sus mejillas se conmutan carmesí, sus ojos castaños me miran con anhelo y yo hago lo mismo. Estoy tan ansioso de que ella forme parte de mis días, de que ella esté ahí. Cuando me despierte, cuando vaya a dormir, cuando comamos... cuando salgamos. Ese deseo al fin se hace realidad y me siento el hombre más afortunado por haberla conocido.

—Cuida bien de ella —me dice su padre con un par de lágrimas en los ojos. Sonríe al ver a su hija y finalmente me cede su mano

—Lo prometo —digo al recibirla y él, le brinda un abrazo antes de dirigirse a su lugar

Sostengo las manos de Evangeline, mis ojos se cristalizan al tiempo que los de ellos. Carraspeo tenso, no quiero llorar de felicidad... al menos aquí no.

—Alex... —me dice con ternura, acariciando mi mejilla —¿estás bien?

—Solo... estoy emocionado, es todo...

Me dedica una mirada tierna y sonríe. Cielos, ¿Quién diría que cuando la conocí terminaría por volverse alguien tan importante para mí? Su sonrisa cautivadora, me causa ese mismo refugio que la de mi madre en casa con los brazos extendidos. Miro alrededor, mi padre me mira con lágrimas en los ojos. Mis tíos, ni hablar... Eveshka está sonándose la nariz y Gregori la consuela con besos en la frente. James está llorando sobre el hombro de Jeanette e incluso invité a Ruster—el hombre que conocí en el bar y apostó que no me casaría con ella, porque sonaba absurdo, decía que era imposible, tanto como que él se llevara con su mujer— y sorpresa, junto a su mujer tomados de la mano y sonriendo. Mis hermanastros, Fredek, todos ellos mirándome con orgullo y aprobación. Mis amigos eufóricos, aplaudiendo con locura y Dan sosteniendo el champán en su mano izquierda. Los amigos de Evangeline, las chicas llorando y los chicos intentando consolarlas, Andrew por su parte me mira con una sonrisa y asiente, dándome su aprobación.

La ceremonia empieza, me vuelvo impaciente. Quisiera decirle al padre ¡Apresúrese! Me urge que sea mi esposa, me urge que lleve mi apellido. Que pueda salir de aquí y hacer de esta noche la más memorable.

—Yo, Evangeline Price Moore... uno mi vida a la tuya, no solo como tu mujer, sino como tu amiga, tu amante y tu confidente.
Déjame ser el hombro en el que te apoyas, la roca sobre la que descansas, la compañera de tu vida.
Desde este día caminaré junto a ti...

Coloca el anillo en mi dedo, siento que mis piernas tiemblan. La estúpida sonrisa se forma en mi rostro.

—Yo... Alexander Melenkov Lorak... te tomo como esposa.
Ante estos testigos prometo amarte y cuidarte durante el resto de nuestras vidas. Te tomo con todas tus virtudes y tus defectos, del mismo modo en que me ofrezco a ti con todas mis virtudes y mis defectos. Te ayudaré cuando necesites ayuda, y te pediré ayuda cuando la necesite.
Te elijo como la persona con la que compartir mi vida. Te elijo, hasta que la muerte nos separe

Ella comienza a llorar con una mirada tierna, tomo de su barbilla y antes de que el padre diga algo, la beso. Lentamente y luego con una sonrisa de por medio. Beso con necedad sus labios. La sostengo, me importa muy poco el grito de James diciéndome que la suelte, que me la estoy tragando.

—¿Y bien? —le digo en un seductor y cálido aliento al oído de ella, con una sonrisa coqueta — señora Melenkov... ¿Qué prosigue? Además de compartir una vida juntos...

—Que lleguemos a casa —me devuelve el mismo tono, pero esta vez con unos ojos pícaros y sonrisa de diabla... demasiado sexy —y me hagas totalmente tuya... hasta el amanecer

Muerdo mi labio inferior, me contengo de salir corriendo con ella en brazos e irnos sin decirle nada a nadie.

—Miau... me gusta esa idea... suena demasiado

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now