Capítulo 36

383 38 3
                                    

Descansé lo mejor que pude. Max llegó hasta muy noche y la verdad es que no hice mucho por hablar con él. Eran las cinco en punto cuando miré mi teléfono y decidí ponerme en pie. La alarma indicaba en letras grandes...

«Entrevista con Charlie»

Demonios, al fin ha llegado ese día y ni siquiera sé qué voy a hacer o cómo voy a hablar con Evangeline... le dije que el compromiso seguía en pie, pero ahora que lo pienso me siento realmente idiota por haberla invitado...
Me levanto de un brinco y me apresuro en arreglarme, a diferencia de Chris, Max duerme mucho mejor que él. Sin roncar o aventar patadas.

Reviso de nuevo mi celular, un mensaje de Charlie recordándome el evento y que pasará a verme por eso de las siete y media.

Salgo de la habitación y suspiro con pesadez antes de ir a buscar a Evangeline. Premedito lo que voy a decirle, pero por más que lo intento no se me ocurre nada... absolutamente nada. Camino hacia la cafetería, decidido a tomar una bebida caliente, podría reanimarme e irla a buscar como por eso de las siete y algo. Digo, ahora son las siete, tengo media hora para pensar. Aunque mi mente se nubló apenas me dirigí al jardín y la vi alzando sus manos hacia el cielo, con su pijama aún puesta y el cabello hecho un desastre.

—¡Oh Jesús! ¡Ojalá pudiera yo dormir bajo tu más hermoso aposento! Allá donde no hay mal de amores ni lágrimas en vano

La miro por un breve instante y... sonrío, me da gracia. Pero muevo la cabeza y retomo mi seriedad. Ahora no.

—Ridícula —ella se sobresalta

—¿Quién eres?

Gira para mirarme, se ve que ni su cara se ha lavado. Simplemente entreabre los ojos y una vez los abre por completo, me mira sorprendida.

—¿Y qué haces tú aquí? —dice nerviosa 

Ciertamente está echa un desastre, parece un chimpancé salvaje... pero eso no quita que deje de gustarme. Ni un poco. Contengo las risas, esa emoción de volver a hablarle.

—¿Se te olvidó? —alzo la ceja—La entrevista con Charlie es hoy

Me mira casi horrorizada, al parecer sí se le ha olvidado.

—Ni siquiera te has cambiado, ¿Cómo se supone que pueda fiarme de ti? —aseguro y poso mis ojos sobre sus rosados labios— Y mira, hasta baba seca traes en los labios

Cubre su boca, frunciendo el ceño. Maldita sea, no hagas eso... no pongas esa cara, es lo que más me gusta y también detesto.

—Pues no iré, me la pasaré ocupada y no te acompañaré

—Me importa muy poco lo que hagas, —miento—el evento queda en pie y por ningún motivo removeré mi conferencia de prensa

—Pues, bien por ti—descubre su boca—puedes ir tú solo y yo iré a mi habitación... Además, ni siquiera sé porque estás aquí afuera

—Desperté temprano, me arreglé y salí por un café... No te hagas alucinaciones

—Ug, —pone la mirada en blanco y luego sonríe incrédulamente —si me disculpas

Gira sobre sus talones, decidida a marcharse. Por impulso me interpongo en su camino y ella alza la vista, casi desquiciada. Se mueve de un lado y la intercepto, se mueve al otro lado y hago lo mismo. Me divierte ver su cara enfadada.

—¿Qué haces? Quítate

—¿Al menos tienes ropa decente para el evento?

Alza la ceja.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora