Capítulo 9

631 56 36
                                    

—¿Ya estás contenta? —la miré con una sonrisa burlona. Se limitó a observarme de pies a cabeza con el entrecejo fruncido 

—Sí, mucho mejor— hace una mueca

Cuando hace eso, sus mofletes se hinchan como los de un bebé comiendo papilla, me es inevitable no comenzar a burlarme de esas mejillas.

—¿De qué te ríes? —Wow, sí que se altera fácilmente, pero es divertido verla así

—Cuándo te enojas inflas los cachetes

—Ja, ja, ja —responde sarcástica —qué gracioso

Esbocé una diminuta sonrisa en mis adentros, como dije... amo este don de molestar a la gente.

—¿Ahora sí me respondes? —insisto

—¿Qué cosa?

—Lo que te pregunté hace rato

—¿O sea?

—Que desde cuándo tocas, boba

—Tsk, ¿Por qué esa necesidad de llamarme boba? Toco desde; um, bueno realmente no lo recuerdo

—¿Aprendiste sola?

—Mi abuelo me enseñó

—Tú abuelo tiene buen gusto por la música

—Tenía...

Se encoge un poco de hombros, relajando su expresión. Por un momento me sentí inoportuno al haber dicho eso. Yo podría decir lo mismo de mi madre si alguien me preguntara ¿De quién aprendí a tocar? Pero no lo hago, porque aunque mi madre no está... ella sigue aquí, no solo en mi mente y corazón sino... también en la música.

—Sigue vivo en las notas musicales

Afirmé. Ella me mira un poco seria, con determinación y clavando esos marrones ojos sobre mí. Parece pensativa antes de separar sus labios y confrontarme con palabras, pero finalmente lo hace.

—¿Y tú qué me dices?

—¿Acerca de qué?

—Si—dice ceñuda—¿Desde cuándo tocas? Y ¿Por qué eres así?

Me quedé seco. Normalmente las personas a mi alrededor tienen un poco de sutileza antes de soltarme una pregunta, pero esta chica en definitiva, es descarada.

—Yo toco desde mis cinco años—respondo serio— y no te interesa

—¿Qué? ¿Por qué no me ha de interesar? Eres mi compañero

—Tú lo has dicho, solo soy tú compañero, no tu amigo

—Como digas, tarde o temprano lo he de saber

—Si, claro—ruedo los ojos como canicas—No quiero hacer nada ¿Por qué no dejamos que Chris haga el trabajo?

—¿Él solo?

—Bueno—me encojo un poco de hombros—tú lo ayudas y me dejan dormir

—Ni de chiste, debes aportar algo

Hago una mueca de disgusto, lo admito... lo que menos me gusta es que me den órdenes y más, si lo único que quiero es descansar hasta que mi cuerpo al fin decida hacer algo. Giro mi vista hacia esa hermosura, hacia esa divinidad creada por el ser humano, perfección en tan solo cuatro letras... cama. Oh, ¿Es que mis ojos de borrego son tan notorios cuando le miro? Una voz dentro de mí me dice "Ven, vamos a unirnos aquí y ahora cariño" Mi cuerpo sucumbe a sus encantos y de manera involuntaria dejo que mis pies se encaminen hacia ella. Pero, todo ese sueño de amor entre mi cama y yo es interrumpido con el sentir de la mano de Evangeline en mi brazo. Me detengo a ver su agarre y después la miro a ella, automáticamente el sentimiento de reproche se genera en mi pecho.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now