Capítulo 21

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Silencio. Único dolor en el ambiente serán las manecillas del reloj, un asiento vacío en la mesa, el sentimiento de amargura en mi pecho y frente a los dos, un plato de sopa que la abuela preparó antes de marcharse.

Mis manos están por debajo de la mesa, miro mi reflejo en el caldo y solo está la palabra: patético. No quiero alzar la vista, mis ojos ya están lo suficientemente hinchados como para volver a ahogarlos en rabia y frustración cuando mire hacia el hombre frente a mí.

—Come...

Dice amargo, su voz es tan pesada... tan apática y tan... normal, solo tres días han pasado desde que mamá partió ¿Cómo puedes hablar así? ¿Comer siquiera cuando aniquilaste a la persona que debería estar en el asiento vacío de mi costado izquierdo? ¿Cómo puedes ser tan cruel?

—Tu platillo va a enfriarse, tu abuela no lo hizo en vano ¿lo sabes?

Mordí mi labio inferior, ¿No podías dejarme solo en mi habitación? No era necesario que me trajera por la fuerza... probablemente se me hará un moretón en el brazo después de que abrió la puerta de mi cuarto y me jaloneó hasta traerme al comedor. Si no hubiera sido por mi abuela, seguramente habríamos terminado maldiciéndonos más.

Escuché como los cubiertos eran puestos sobre el cristal.

—Alexander, te he dicho que comas

—No tengo hambre—mascullé molesto

—No me salgas con eso, tienes que comer

—Pero no tengo hambre...

—¡Alexander!

—¡Ya te dije que no quiero! —lágrimas resbalaron de nuevo en mis mejillas, alcé la vista... estaba realmente enfadado con él, tenía tanta rabia...

—Escucha—tensa su mandíbula y sus ojos están decaídos—lo que oíste en la cocina, tienes que olvidarlo... no es nada de lo que crees

—¿Qué? —mi voz tembló, casi haciéndose añicos—¿Quieres que lo ignore? ¿Así como así?

—Es porque es una tontería, yo jamás lastimé a tu madre... yo-

—¿¡No lo hiciste!? ¡Tú lo dijiste! ¡Ella no estaba convencida de que tu escogieras y lo terminaste haciendo! ¡Tú eres el culpable!

—¡Ese es un tema que no voy a discutir contigo!

—¿¡Por qué!? ¿¡Tienes miedo de que te delate o algo así!?

Sus nudillos se hacen blancos, comprime tan fuerte los cubiertos que estos se encorvan.

—Es un asunto de adultos, tú no lo comprenderías

Meneé la cabeza y reí incrédulo.

—Asunto de adultos... sí, claro... si ser adulto es asesinar, entonces no quiero crecer

Me levanté de la mesa rápidamente, entonces... por primera vez decidí que mi hogar era el último lugar en el que quería estar. Atravesé la sala de estar, empujé la puerta con brusquedad y salí corriendo, no sabía a donde iría, no sabía ni lo que quería, de lo único que estaba seguro es que en mi casa... no quería regresar.

—¡Alexander Melenkov!

El frío viento golpea mi cara, congela mis lágrimas y entorpece mis piernas. Se supone que por ser época de verano el clima debería ser acogedor y cálido, pero no espero nada de eso en Kaluga, menos con las amenazas severas en los noticieros por los cambios drásticos del clima. Sentí como mis pulmones se comprimían por frío, el vaho salía de mi boca y ni hablar de mis manos, me parezco a la abuela con su artritis.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora