Capítulo 39

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—¿Y bien? —me dice ansiosa—¿Ni un abrazo ni nada?

—Ah... —miro a todos lados y rasco mi cabeza —si, pero no aquí

—¡Tonterías! —se abalanza sobre mí y me estruja con fuerza —¡Oh! ¡Estoy tan, pero TAN contenta de volver a verte!

Nervioso, le acaricio la espalda.

—Sí, sí, lo mismo digo...

—¡Qué seco! —se separa rápidamente de mí y frunce el ceño —¿Así le hablas a tu ex-novia?

Comienzo a reír y le doy un ligero golpecito en la frente con mi dedo índice. Ella frunce los labios como cuando niña, e incluso sus pómulos se tornan rosados, no ha cambiado siquiera un poco.

—¿A la que me besó bajo una lluvia de cebollas y me llamó Peter Pan?

Me mira avergonzada.

—Tranquila... después de siete terapias en el psicólogo se me quitó ese trauma

Frunce el entrecejo y vuelvo a reír.

—Bromeo, en realidad solo fueron cinco...

—¿Qué podría esperar de ti? —me dice con una sonrisa traviesa, alza la ceja y cruza los brazos. —siempre has sido así desde niño, ya no me sorprende

Suspiro al encogerme de hombros.

—¿Y bien? Alexander Melenkov Lorak... o debo decir —sus labios se mueven con lentitud pronunciando letra por letra. Frunce los ojos, mirándome desafiante— Novikov

—Es una larga historia Wendy... mejor dime, ¿qué haces aquí? ¿Te convertiste en la líder de mi fan club o cómo?

—No, o bueno... —expresa dudosa con una sonrisa, al ver que alzo la ceja ella ríe —mentira, estoy estudiando periodismo... es todo

—¿De verdad?

—¿Qué decirte? Me gusta todo esto

—¿Las farándulas?

—No, tonto... los medios de comunicación y ya

Asiento.

—¿Y bien? —le digo—¿Quieres entrevistarme personalmente?

—Quería platicar contigo bobo, seré presentadora de tu evento dentro de unas semanas y pensé que era la oportunidad perfecta para volver a hablarnos...

—¿De verdad?

—¡Lo juro!

—Bien... supongo que entonces nos estaremos viendo seguido —le tiendo la mano. Me mira un poco extrañada pero finalmente corresponde al apretón —un placer trabajar con usted... Wendy Nadezhda

Me mira sorprendida y suelta lentamente de mi mano.

—Realmente lo recuerdas... quiero decir, mi segundo nombre...

—¿Por qué habría de olvidarlo? Digo... —esbozo una sonrisa traviesa —no olvidas a los que te generan traumas

Pone la mirada en blanco.

—Tú siempre tan... —me dice como si quisiera parecer enojada, pero termina por reír

En definitiva, ella no ha cambiado ni un poco. Solía reírse por todo, brincotear de un lado a otro junto con las chicas y arrastrarme a jugar con el resto aunque yo no quisiera. Prefería quedarme en los salones leyendo cuentos viejos  que mi mamá tenía en el estante de la oficina, me los llevaba sin permiso. No era de muchas palabras y tampoco esperaba que el resto me hablara, en ningún momento me sentí como un "inadaptado social" simplemente gozaba de la tranquilidad, puede que algunos murmuraran a mis espaldas, al principio era muy molesto e incluso dolía, pero con el tiempo comprendí que hiciera lo que hiciera la gente nunca iba a dejar de hablar y que, por ende... nunca estarían contentos. En algún punto de mi vida me dije a mí mismo que vine únicamente a vivir, tal cual, para bien o para mal vine a eso, no a satisfacer al resto.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora