Capítulo 56

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—Sería bueno que algún día nos dijeras si hay algún platillo típico de Rusia para que todos comamos —Alisson sonríe, dejando más platillos en la mesa, cada uno más exquisito que el otro

Asiento cordialmente.

—No lo dudes Alisson, tengo que decirlo... eres una persona muy amable, nunca había conocido a alguien así

—¿Y qué dices de Evangeline?

Me reí al recordar nuestro primer encuentro.

—¿Ella siempre ha sido tan energética?

—¿Por qué lo dices? —dice Sebastián, soplándole a su cuchara

—Discutimos aquella vez, la primera vez que nos conocimos

Todos se echan a reír menos Chris, Ian, Andrew y yo.

—Evy siempre ha tenido un carácter... ¿cómo decirlo? —Alisson sonríe — especial, como todos... pero ella es tan — frunce el entrecejo como si quisiera acertar con alguna palabra —¡Ah! Es que no logro-

—Único — interfiere Andrew sin mirarnos. —ella siempre ha sido única...

Sebastián lo mira serio, las chicas solo guardan silencio ante el comentario.

—No puedo negarlo —interrumpe Chris — aunque... de todo lo que he escuchado de ustedes acerca de ella, no me puedo creer que hablemos de la misma Evangeline. Quiero decir, ¿de verdad... ella estaba tan apática?

—Es una larga historia — dice Paola, recogiendo los vasos y suspirando — ella cambió después de...

Vuelven a guardar silencio, pareciera que es un tema del que no quieren hablar. A diferencia del resto, Andrew sigue comiendo.

—Fue por Collin — Andrew habla en un hilo de voz sin apartar la vista de su plato

—Andrew... —masculla Alisson

—Es la verdad Alisson, no le demos tantas vueltas al asunto... si ella cambió fue por culpa de Collin —alza la vista para observarme — un amor que la marcó definitivamente...

Tenso la mandíbula, Andrew no tiene ni el mínimo tacto de sacar una conversación. Evangeline me hablaba maravillas de él, pero si no fuera porque estamos en la mesa y comiendo, ya habría saltado a tomarle por el cuello y ahorcarlo. Me limito a sonreír cortésmente pese a que el roce del codo de Chris en mis costillas intenta calmarme, Sebastián le da un ligero tirón del abrigo a Andrew, pero ninguno de los dos tomamos la iniciativa de bajar la mirada.

—Me alegro, ¿sabes? —respondo fríamente — de hecho, es lo bueno de un primer amor... como todo en la vida, cuando alguien es la primera vez de algo es indiscutible que pasará a ser alguien inolvidable. Marcan etapas y las etapas son experiencias...

—Sí, eso nadie lo cuestiona. Aunque esas "experiencias" dan consecuencias buenas y malas... no estaría dispuesto a ver el lado malo de esa "experiencia" otra vez...

—Si llega la persona correcta, la experiencia cambia

—¿Y si no fuera así?

—Se trata de que sea un equilibrio, uno no puede querer más que otro, de ser así... eso ni siquiera debería ser llamado amor

Siento que mis sienes y el pulso de mi corazón van a arder por el nubloso ambiente. Dicen que odias lo que tú eres, podría decir que es una tontería pero realmente el semblante indiferente de Andrew y esa manera tan frívola de contestar como yo lo haría; me saca de mis casillas.

—No sé de qué están hablando —interrumpe Ian con la boca llena —pero estoy seguro de que quien quiera a mi hermana, va estar con ella en las buenas y en las malas. Ahora bien, a Collin ni lo menciones que me quita el apetito siquiera recordar a ese canalla —dice ceñudo — si no la supo cuidar en su momento, menos lo hará el día de hoy

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now