Capítulo 24

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Al salir de la ducha, inmediatamente ella soltó tremendas carcajadas, pues me prestó la pijamada más rosada y afeminada que tenía. En lugar de molestarme sólo me eché a reír, incluso bromeé respecto a eso. Ella se detenía a observarme con la ceja alzada cuando yo le decía Kotik, es gracioso que aún piense que le digo "gatita" cuando la realidad es que le hablo por "amada". Apenas me tiré en su cama, sentí la gloria misma.

¡OH JESUCRISTO SANTO! Es tan suave, tan ¡AH! Podría tener un orgasmo ahora mismo por la sensación placentera y cómoda que me brinda su cama. Me remuevo mientras me cubro con la cobija.

—¡Oye! Tampoco te tomes muchas libertades

Bostezo ligeramente, froto mis mejillas en las almohadas y siento la gloria en éstas ¡Ah! Si sigo así pensaré que estoy en un cielo precioso, sobre las nubes esponjosas.

—¿Sabes que si me duermo entro en coma? —respondo sin verla—No interrumpas mi siesta

—¡Alexander!

—Y bueno...—entre abrí mi ojo izquierdo y la observé —¿tú a qué hora vas a dormir?

—¿Dormir? Aún tengo que terminar el trabajo

—Lo terminas mañana, ven a dormir

—¿Contigo? O sea, no creas que por casi morir de hipotermia voy a consentirte cuando fuiste tú quién se puso como tonto bajo la lluvia

—Fue por ti, así que técnicamente es tu culpa... además no me respondiste ¿dónde estabas?

—Yo... —me mira nerviosa y luego rasca su cabeza. No sé si eso es buena señal —Bueno yo ¡estaba en la librería! No necesitas más explicaciones

—¿Leíste al menos mi mensaje?

—Sí... y ahora que lo mencionas... dijiste que tenías algo que decirme o preguntarme

—Ah, sí... pero antes ven a acostarte, necesito un peluche

—Ahí hay una almohada

—¿Eso qué? —frunzo el ceño—Ya ven, hazte responsable de casi causarme la muerte, además, ya es muy tarde como para que termines el trabajo y mañana es salir de aquí temprano si no queremos que nos sorprendan

Hace un mohín con sus labios y suspira.

—Bien como digas, me pondré mi pijama y ya vuelvo

—Sí, acá te espero...

Cuando escuché que ella había cerrado la puerta del baño me puse en pie. Como un buen caballero prefiero que sea ella quien se acurruque primero, claro, también es una excusa para no dejarla salir tan fácilmente cuando despierte. Ella salió del baño y me miró sorprendida.

—¿Por qué te levantaste?

—Primero las damas —señalé la cama, y ella, aunque me miró extrañada no dijo nada, se acostó sin cuestionarme

Por mi parte yo hice lo mismo, pero vamos... una vez que me acerqué a ella no dudé ni un segundo en abrazarla por la cintura. Me pegué hacia ella con fuerza y froté débilmente mis mejillas en su espalda, no hay ninguna almohada que sea tan cómoda como ella. Se giró inmediatamente hacia mí y me miró con el entrecejo fruncido y las mejillas coloradas.

—Oye, la idea es dormir tranquilamente y no ponerte a hacer cosas raras, pervertido

—Pero esto es algo que tiene que ver con lo que te iba a preguntar —miento

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now