Capítulo 57

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—No puedo quedarme aquí — camino hacia la puerta pero Chris me retiene antes de salir de la sala

—Ni siquiera sabes a dónde ha ido, no puedes salir así como así y con este clima

—No puedo quedarme con los brazos cruzados Chris, es peor para mí

—Viejo

—Hay algo Chris —enarco las cejas — algo que me está preocupando y mucho, desde que se fue hay una incomodidad que crece y me está volviendo loco

—Tienes que tranquilizarte, no puede ser algo grave... —me toma de ambos hombros y me mira con seriedad — ella vendrá pronto, ¿sí?

—El clima está volviéndose peor y más frío —replica Andrew — incluso si salieras, la neblina no te dejaría ver nada

—Pues... no estoy dispuesto a irme a dormir sin saber que ha llegado con bien —me separo de Chris — lo siento, pero si me quedo esperando creo que terminaré por volverme paranoico...

—Alexander —Chris insiste

El sonido de un coche estacionándose fuera de la casa nos pone en alerta a todos, las chicas miran por fuera de la ventana y sus semblantes se llenan de alivio de inmediato.

—¡Es ella!

—Iré a — antes de que Andrew camine hacia la puerta, me interpongo para ser yo quien abra, casi salgo disparado de la casa en cuanto la escuché bajarse del coche

Al abrir la puerta, me encontré a una Evangeline apática, pálida y melancólica. Ese sentimiento de preocupación se multiplicó cien veces más.

—¡Tonta! ¿¡Por qué demonios no contestabas el celular!? ¡Tienes idea de lo preocupado que estaba pensando en que te había pasado algo!

Ella se limita a estremecerse sin mirarme.

—Yo... Lo siento

—¡No solo digas lo siento! —tenso la mandíbula. Pronto me percato de sus mejillas coloradas y sobre ellas, un camino frío de lágrimas recorriéndole el rostro. Por lo poco que alcanzo a ver de sus ojos, se encuentran hinchados. Algo no marcha bien—¿Qué ocurrió?

—Nada—intenta evadirme al querer entrar a la casa, apenas pasa a mi par le sostengo del brazo y la obligo a pararse frente a mí

—Nada... ¿Qué tan estúpido me crees como para mentirme?

—Alexander, en serio yo...

—¿Qué me ocultas? —digo enfadado — No voy a dejarte pasar, no hasta escuchar la verdad

—Nada

Me desespera el hecho de que si algo malo le ocurre no quiera decírmelo, si hubo algún idiota que intentó propasarse con ella tiene que tenerme la confianza suficiente para que yo pueda protegerla. Tiene que entender que cuando yo la miro llorar, aunque no pueda consolarla con palabras siempre voy a intentar salvarla de algún modo.

—¡Evangeline! ¡Entiende que estaba angustiado por ti y lo único que dices es nada! ¡Dim-

—¡Acabo de ver a Collin!

Mi panorama se detiene por una milésima de segundo. Abro los ojos de par en par y escucho algo dentro de mi romperse... quizá sea ese sentimiento amargo que lleva consumiéndome desde su partida. Dicen que si te duele es porque aún te importa... ella intenta pasar de nuevo a la casa, pero vuelvo a retenerla. No fueron quince minutos, ni siquiera cinco... fueron cuatro horas, tiempo suficiente como para que algo la haya puesto tan mal.

—¿Has dicho Collin? —digo en apenas un hilo de voz

Ella guarda silencio, siento su brazo tensarse ante mi agarre.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Where stories live. Discover now