Capítulo 53

339 38 2
                                    

Ecos. Cada vez que avanzábamos era eco tras eco, ascendimos en el elevador, me parecía increíble que un edificio tan perfecto como éste fuera a ser demolido y no obstante, manchado con muerte y sangre. Annie y Dayana permanecían serias frente a mí mientras los hombres me llevaban consigo, podía ver mi reflejo hecho mierda en las paredes metálicas de dicho ascensor. Era un completo desastre.

—¿Por qué hacen esto? —digo mientras la sangre escurre por mis labios —¿Qué buscan exactamente?

Annie ríe incrédula sin voltear a verme.

—¿Es porque mi tía está con quien ama y tú no?

—Ella me lo arrebató —dice con rencor — ella lo sedujo como una auténtica zorra

—No pierdes lo que nunca fue tuyo Annie... —trago saliva con dificultad — si dos personas se aman no puedes hacer nada... sería egoísta querer separarlos

—¡Cállate!

—¿Y qué buscas tú Dayana? ¿Qué es lo que querías con todo esto?

Ella permanece cabizbaja, tartamudea en voz baja pero Annie la mira con recelo.

—También quiere vengarse por esa estúpida inglesa, el-

—¿Es lo que realmente querías Dayana? —respiro con dificultad

—¡Pero claro! —interrumpe Annie — eso es lo-

—Le pregunto a ella, no a ti Annie... —miro de nuevo hacia Dayana — ¿Qué es lo que realmente querías? Porque Annie tiene sueños frustrados y parece que se descarga en ti ¿lo sabes?

Ella guarda silencio sin alzar la vista.

—Cállate Melenkov —reitera Annie — una vez que nos marchemos de aquí y tú vengas con nosotras, tanto tus tíos como tú noviecita, morirán del dolor

—¿Qué?

—Me encargaré de que nunca más vuelvas a ver a tu familia, tenlo por seguro. En caso de que llegues a desobedecerme, haré que Evangeline muera y no te imaginas las miles de ideas que tengo para que se ahogue con su propia sangre

—No les pongas las putas manos encima Annie, suficiente tengo yo... no les hagas nada

—Ya lo veremos

Suspiro con dificultad, el ascensor se dirige al piso 58, si no mal recuerdo decían que este edificio contaba con 60 pisos. El sentimiento que abarca mi pecho es indescriptible, no puedo creer que mi fin se aproxima una vez que lleguemos al techo y nos alejemos de este sitio para siempre. Todo va a explotar, muchos van a morir... jamás volveré a ver a mis compañeros, a mi familia, al amor de mi vida.

—Te gustaban mucho los gatos ¿no? —fanfarronea Annie —debes ser uno negro por la mala suerte

Suspiro con pesadez.

—No vivirán para contarlo... Yerik no es el tipo de chico en el que puedas confiar

—Tonterías, él prometió protegernos una vez huyéramos de aquí

—Como un político... promete pero no cumple

Frunce el entrecejo, qué ilusa. Si ve cómo es Yerik, no debería sorprenderse ni enojarse por lo que digo, o quizá se enoja porque sabe que es cierto. El ascensor se abre de par en par, ellas salen con paso apresurado mientras que los hombres me llevan a rastras nuevamente.

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora