Mañana movidita

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Había pasado la semana bastante rápido, los últimos días Luka casi no se había cruzado con Keith y en clase básicamente ni se hablaban.

Si hubieran continuado como al principio, se soltarían ciertas pullitas. Pero no, desde aquella conversación habían quedado en llevarse bien, o por lo menos, no llevarse del todo mal y lo habían estado procurando.

Pero no era lo mismo llevarse bien a dejarse de hablar y a Luka le estaba empezando a molestar un poco su actitud. Al fin y al cabo lo tenía al lado durante casi todas las mañanas y en algunas otras clases y ni siquiera intercambiaban un simple saludo.

No se lo diría, obviamente, quería mantener aquella tregua, pero le estaba empezando a irritar su conducta casi tanto como cuando estaba normal.

Era sábado, acababa de sonarle el despertador a las 10 a.m. y Luka tenía que presentarse en casa del rubio en una hora. Luka agarró su móvil con pereza para desconectar el fatídico sonido y cuando pudo adaptarse a la luz del dispositivo comprobó si tenía algún mensaje. Había uno de Keith, se lo había enviado el viernes bastante entrada la noche, él ya estaba dormido. Era una confirmación para lo de aquella mañana. Luka lo abrió pero no contestó nada.

Se levantó perezosamente, odiaba madrugar, y sobre todo los días que no tenía motivos para hacerlo.

Se dio una ducha rápida, se vistió y mientras bajaba las escaleras para ir a la cocina se intentó poner bien una sudadera.

Desayunó consistentemente, no le ocurrían frecuentemente los mareos, pero no quería arriesgarse a otra escena delante de Keith.

― ¡Me voy por lo del trabajo! ¡Vengo más tarde!―gritó el chico desde la puerta antes de salir.

En ese momento Cristy bajó las escaleras, aun en pijama y con el pelo como un león.

―Luka...―le llamo con voz somnolienta.

― ¿Qué pasa?―La apremió mirando la hora un momento, si no se apuraba un poco llegaría tarde.

―Idiota, vas sin zapatos...―Le dijo aun con un deje de cansancio en la voz pero ladeando una pequeña sonrisa.

En ese momento, al mirar hacia bajo, se dio cuenta de que, efectivamente, tenía razón. Se había puesto las zapatillas de andar por casa de su padre antes de bajar y no había recordado cambiárselas. Salió corriendo escaleras arriba hasta llegar a su habitación, y se puso los primeros tenis que vio, volvió a bajar corriendo y esta vez fijándose en que no le faltaba ninguna otra prenda de ropa.

Se volvió a despedir de su hermana y salió por la puerta apurado.

― ¡Luka!―le gritó su hermana desde la puerta. Él se giró. Su hermana estaba apoyada en el marco riéndose y mostrándole su móvil con un gesto divertido.

Se lo lanzó y él lo cogió en el aire con aprensión, miró mal a su hermana por haber hecho eso pero después suspiro y se dio la vuelta de nuevo.

―Procura no perder la cabeza―le dijo Cristy cerrando la puerta tras de sí.

― ¡No prometo nada!―le contestó más alto para que le oyera―con Keith a mi lado dudo que pueda... ―dijo esta vez para sí mismo.

Llegó a tiempo para coger el bus y se sentó a esperar su parada. Podría ir caminando, pero no le apetecía nada. En cuanto llegó a la dirección que le había dicho el rubio se quedó sorprendido.

― ¿Este chico es un rey o algo?― su casa no era precisamente pequeña, de hecho, vivía bastante bien, pero lo que tenía delante no era una casa, era un palacio.

Tenía un pequeño jardín en frente que hacía que pareciese todavía más amplia, una vez Luka lo cruzó y llegó a la puerta principal timbró y esperó que alguien le abriera, sin dejar de observar ni un minuto a su alrededor.

En cuanto la puerta se abrió el castaño pensó que le atendería una empleada, quizás un mayordomo, como en las películas, pero en vez de eso vio a un Keith desaliñado con pintas de acabarse de levantar.

Llevaba unos pantalones amplios, con la goma tan gastada que apenas se le sostenían en la cadera. Iba descalzo y llevaba una camiseta de tirantes tan grande que se le veía perfectamente el abdomen y el costado.

Luka suspiró, él se había apurado para llegar a la hora por una vez y él extranjero estaba claro que se acababa de levantar. Lo delataba su pelo, ya rubio de nuevo, desordenado y sus ojos entrecerrados por la luz.

El castaño le saludó con un movimiento de cabeza y el mayor se apartó dejándole pasar, esa sería una mañana interesante.

Un PasoWhere stories live. Discover now