Serendipia

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– Keith, ya no soy un niño pequeño–murmuró el castaño cerrando la puerta de la habitación con la llave.

–Puedo verlo... sé que solo han pasado dos meses, pero, ¿es posible cambiar tanto en tan poco tiempo?–preguntó el chico observando los movimientos del menor mientras se aproximaba.

–Solo he crecido unos pocos centímetros–dijo sonriendo Luka mientas se quitaba los zapatos sin desatarlos primero.

–También te cambió la espalda, es más ancha...–murmuró el mayor deslizando su mano sobre ella por encima de la camiseta– y tu voz, es más grave.

–Pues tú estás igual que siempre–exclamó el chico agarrándole la mano que seguía moviéndose por su espalda y empujándole sutilmente hacia el centro de la cama–Todo este tiempo... ¿me has echado de menos?–le preguntó el castaño acariciándole la mejilla con su nariz y respirando su olor.

–Mucho– murmuró Keith acostándose por completo sobre el colchón y permitiendo que el menor se acomodara sobre él– ¿Tú me has extrañado? ¿No me habrás sustituido por alguna universitaria, verdad?–bromeó el chico apoyando una de sus manos sobre la cara del pequeño.

–No he tenido tiempo para eso, no tuve tiempo para nada, creo que este es el primer momento que voy a poder descansar después de estos dos meses de exámenes, viajes y problemas familiares... –se quejó Luka suspirando y dejándose caer sobre el cuerpo de su novio.

– ¿Descansar? No cuentes con ello–exclamó el mayor de los dos poniendo a Luka bajo él y agarrándole la cara para obligarlo a mirarle a los ojos. Keith observó cada uno de sus rasgos con cuidado antes de deslizar su mano a su cuello y sus labios a su boca.

Luka con más rapidez de lo usual se desprendió de su camiseta y obligó al rubio a hacer lo mismo, antes de volver a unirse sobre la pequeña cama individual.

–Dos meses Keith, creo que no me has entendido cuando dije que quería descansar...–murmuró el pequeño mirando al rubio como si fuera su próxima presa.

– ¿Entonces, qué quisiste decir?– le preguntó el chico comenzando a notar como su pulso aceleraba. Luka como única respuesta lo volvió a dejar debajo y le comenzó a desatar el cinturón con rapidez. EL rubio sorprendido sintió por primera vez en bastante tiempo un pequeño indicio de vergüenza por el entusiasmo del menor. Desde que estaba con Luka nunca había intentado hacer algo como eso, y mucho menos había tomado la iniciativa de una manera tan impulsiva como lo estaba haciendo en ese momento. El mayor de ambos estiró su brazo para intentar tranquilizarlo un poco, pero cuando este le dirigió una mirada como la que tenía no pudo hacer otra cosa que tragar con dificultad y volver a recostarse en la cama con los ojos cerrados. Sentía que su cara estaba a una temperatura excesivamente alta y se negaba por completo a que el pequeño Strauss le observará de cerca en ese momento.

Los pantalones del rubio fueron eliminados con agilidad y pronto notó una sensación excesivamente placentera que le hizo involuntariamente volver a extender la mano hacia el cabello del menor.

Ya ninguno de los dos estaba recostado sobre la cama, sino que Keith estaba sentado en uno de sus bordes y el castaño estaba de rodillas sobre la alfombra de la habitación.

Luka nunca había estado tan concentrado en una acción como en ese preciso momento, llevaba tanto tiempo sin el rubio que hasta sus propios límites habían llegado a su fin.

No sabía si había sido por los exámenes finales, los juzgados respectivos a la custodia de su hermana o los diversos viajes que había tenido que hacer para establecerse en su nuevo piso, pero llevaba semanas necesitando descargarse de una manera como esa. Llevaba días teniendo tipos de sueños referentes a Keith de mil distintas formas y nunca podía acabarlos como era debido, por lo que ahora había condensado todos sus impulsos en un solo momento. Quería hacer sentir a Keith tan bien como él quería ser complacido después. Necesitaba expresarle todo lo que quería que le hiciera ese día, y su primer impulso había sido aquel. Nunca había reaccionado así, de hecho nunca en su vida había hecho algo así con Keith a pesar de haber estado ya casi tres años con él, nunca se había atrevido a hacerlo, aunque el rubio tampoco le había insistido nunca en ello porque por lo general Luka siempre se dejaba hacer y al rubio eso le era suficiente.

Un PasoWhere stories live. Discover now