Enfermo ||

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Después de una hora dando vueltas en la cama Luka se dio por vencido y desistió en su intento de dormir. Estaba en unas condiciones deplorables y su dolor de cabeza no le permitía descansar tranquilo.

Además, acababa de sonar el timbre, es decir, que se tenía que incorporar y bajar a abrirle a quien probablemente sería su hermana.

―Tenía que haberse olvidado las llaves justo hoy ¿en serio?―exclamó el castaño molesto.

Dio un par de vueltas y se levantó como pudo, eso sí, sin dejar de lado la manta, la cual arrastró escaleras abajo rodeándole malamente. Bajo más lento que de costumbre y se fue acercando a la entrada arrastrando los pies, parecía un zombie.

Mientras abría la puerta comenzó a reprocharle a Cristy su descuido.

―Maldita sea ¿Te tenías que olvidar las llaves precisamente el día hoy? No sé ni como pude bajar por las...―Se quedó callado al instante al observar que al otro lado de la puerta se encontraba nada más y nada menos que Keith mirándome con un ceja levantada y comenzando a formar una pequeña sonrisa.

―Yo también me alegro de verte―dijo con su característica sonrisa―, te veo genial―comentó mientras le observaba de arriba a abajo.

― ¿Qué quieres?―respondió algo tosco.

―Te traigo los deberes, cortesía del profesor de lengua―contestó dando un paso al frente con unos libros en alto―. Será mejor que te los suba, así como estas no puedes ni con tu propio peso―se burló el chico.

―En una situación normal contestaría algo, pero estoy demasiado cansado hasta para discutir y mucho menos para responder algo ingenioso―resopló el pequeño dejándole pasar de mala gana.

A Keith le había sorprendido bastante aquella reacción al abrir la puerta, ya estaba gritando cuando aún no sabía quién era la persona al otro lado, le pareció divertido, claramente pensaba que era su hermana.

Ante los ojos del rubio, Luka tenía un aspecto lamentable, estaba despeinado, pálido y se le notaban unas pronunciadas ojeras bajo los ojos. Parecía salido de una película de terror.

Su voz sonaba ronca y parecía no poder respirar demasiado bien.

En un acto de caridad se decantó por no molestarle demasiado, así que le hizo el favor de subirle los libros. Miró hacia ambos lados al llegar a la segunda planta y entró en la primera puerta que encontró abierta, comprobando, efectivamente, que era la habitación de Luka.

Se acercó al escritorio y sacó la mochila para dejarle las fichas que me habían mandado entregarle junto a un par de libros que se había dejado en el pupitre.

Al rato llego Luka, ignorándole totalmente y tirándose sobre su cama deshecha, haciendo que se le cayera la manta que sujetaba.

Estaba tirado con los ojos cerrados, no llevaba camiseta ni medias, solo un pantalón ancho de pijama.

―Tú definitivamente eres idiota― exclamó el extranjero haciendo que le mirara― ¿cómo se te ocurre ir así por casa estando en el estado que estás?―le regañó, sin saber muy bien por qué. Él no contestó, solo se limitó a seguirle con la mirada.

Keith se acercó a su armario y rebuscó por encima algo de ropa. Sacó una sudadera y unas medias de invierno y se las tiró sobre la cama.

―Báñate y luego ponte esto―le dijo, o más bien, ordenó―, debes de estar cubierto en sudor...

― ¿Y a ti qué más te da?―murmuró cansado.

― Solo hazlo ¿o quieres seguir enfermo otra semana?―exclamó molesto. Él negó con la cabeza, un poco aturdido.

Un PasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora