Peleas

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Capítulo XV

Un intermitente zumbido se había apoderado con infinita crueldad de sus oídos y de su cabeza, sus pensamientos no habían sido más que bélicos pasajes en donde la sangre viscosa y carmesí del alfa resbalaba por entre sus dedos delgados como si fuese el amargo trago del vino de la victoria. Su completa existencia era un caos amargo del cual se podía apreciar el pútrido aroma de la indignación carnal en la cual lo habían azotado con furia y dolor.

Aquellas ideas mortíferas lo habían asechado por toda la vida, incluso se había permitido atentar en contra de sí mismo. Había tomado el cruel y destellante filo de una fina hoja de afeitar para poder rebanar su piel suave hasta llegar a la carne blanda; había sangrado, si, pero no había tenido el suficiente coraje como para llegar hasta la vena, en donde el torrente sanguíneo se encontraba, en donde la fuente de la vida corría presurosa.

Muchas veces se pensó loco o fuera de sí como para querer morir; incluso se vio él mismo deseándolo. El omega había entrado a un estado de infinita duda y en un letargo de autocompadecimiento. Procuró utilizar todas las máscaras que tenía a la mano: tranquilidad y sumisión ante Seung Bae, responsabilidad ante la universidad, obligación y respeto ante su trabajo, independencia ante el mundo entero, miedo y aprensión ante su tío, incluso había utilizado máscara ante el alfa que lo había comenzado a hostigar; pero el único problema era que había utilizado una y otra vez aquellos antifaces, y el alfa ya los sabía todos. Bum creó con rapidez nuevos rostros que le permitieran sobrellevar a su compañero, pero este se encargaba de destruirlos para poder llegar a conocer su rostro realmente. Se encontraba atrapado y su infinita locura le había advertido que muy pronto no habría la necesidad de seguir usándolas.

La mañana llegó presurosa, al igual que el primer clamor del cielo nublado. Las gotas de lluvia fueron reemplazadas por la tan esperada nieve. La temperatura baja que había, bajó aun más en cuanto las suaves gotas pisaron el asfalto. La trémula luz del sol se vio invadiendo por completo la pequeña y miserable habitación del omega, quien no se había atrevido a moverse de un rincón. El chico había permanecido sentado, con las piernas dobladas y pegadas a su pecho, mientras escondía su rostro por el hueco que había entre ellas; ambos brazos desnudos rodeaban sus espinillas, mientras que sus manos se aferraban entre ellas con fuerza y temor.

Bum se sentía extraño, diferente, y aquellos malestares no se los atribuyó a su pulsante e incómodo dolor de cabeza, tampoco a sus ojos hinchados y rojizos por tanto llorar, mucho menos a todas las heridas que su tío le había hecho la noche anterior; no, Bum sentía su cuerpo ajeno a él mismo, sentía que una fuerza invisible le hacía muchísimo más resignado de lo que ya era. No se había atrevido a hablar, mucho menos pararse a despertar al alfa, o salir a pedir ayuda. El chico sentía que su tío debía de ordenarle algo para que él se pudiera mover de allí. Tenía miedo, el cual recorría con fervor todo su cuerpo. La herida que el hombre le había hecho en el cuello le estaba matando, ya que el dolor era pulsante e insoportable, le servía de recordatorio para avisarle que su vida había acabado.

Bum estaba preocupado, ya que por la claridad del día, sus primeras clases debieron de haber empezado. De ninguna manera, el omega no se presentaría a la universidad. ¿Cómo podría ir con semejante mordida sobre su cuello? Era imposible ese hecho. Sus pensamientos se vieron invadidos por la clara imagen de un alfa, el cual había comenzado a extrañar con locura. Bum quería ver a Sangwoo y pedirle en voz alta que lo liberara de aquella prisión en la cual tendría que vivir toda su vida.

El frío se calaba por debajo del estrecho hueco de la puerta al igual que la imperceptible neblina que azotaba las ventanas, los cristales se vieron empañados por el calor que manaba del gran cuerpo que se encontraba durmiendo sobre la pequeña cama. Las gotas de agua que se perlaban sobre los vidrios, bajaban con lentitud para poder juntarse dentro de la canaleta de aluminio. Las nubes se apelmazaban unas contra otra en el cielo. La gente que caminaba aprisa por las calles cubrían sus rostros con los tapabocas blancos procurando así mantener el aire contaminado a raya.

Killing Stalking Omegaverse fanfic (Miedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora