Clemencia

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Capítulo XXXIX

Bum parecía vivir dentro de una condensada nube de vapor rosado, casi enigmática; sumergido entre densas e indescifrables brumas caóticas de incertidumbre, el omega había aceptado de alguna forma su destino al lado de aquél alfa que le había reclamado. 

Sus días habían parecido meras pesadillas, pero el dolor que sentía tras recibir cada golpe o caricia, le advertía que su vida continuaba el mismo curso con la cual la había dejado. 

No había ninguna diferencia entre Sangwoo y su tío, es más; llegó a pensar que su alfa era mucho más cruel que el hombre que le conoció al nacer, ya que este era como si en algún momento del día se dividiera en dos partes: en una buena que lo procuraba, y el otro que se convertía cual leyenda en un monstruo horrendo, capaz de cualquier atrocidad. 

Bum se andaba con mucho cuidado, buscaba las palabras exactas para poder comunicarse con el castaño, casi nunca hablaba, pero cuando debía de hacerlo demostraba infinito respeto hacia el hombre.

Su misma condición omega le había obligado siempre ha mantener la cabeza gacha y las manos pegadas a su regazo, debía de comportarse con sumisión, tan apacible cual la calma después de una tormenta.

Pero debía de admitirlo, a pesar de que Sangwoo le confundiera, le gustaba mucho cuando su alfa se comportaba de forma amable con él ya que lo trataba de buena manera y le regalaba miles de besos por toda su piel.

En esos días, Bum se sentía querido, se sentía útil y con propósito. Aunque fueran cortos los momentos, se encargaba de disfrutarlos todos. Pero en ese momento lo único que quería era estar en otro lugar completamente diferente; sus ojos estaban húmedos y sus delgados labios y su pequeña barbilla se estremecían en un imperceptible temblor, como si estuviera a punto de estallar en sollozos. Sangwoo, por su parte, pasó fugazmente su mano sobre su rostro para poder retirar el sudor que le cubría, tragó saliva y se esforzó mucho en controlarse.

—¡Deja ya de quejarte, Bum! —gritó fuerte mientras cogía al omega por su cabello negro y lo alzaba a la altura de su pecho.

—¡No, duele! —barbotó con dificultad. Se sorbió el moco que se le juntaba en la nariz y estrechó con fuerza las manos de su alfa que le estrujaban el cabello.

Los ojos fríos del castaño se apoderaron de la famélica cara del pequeño omega y no se movieron de allí. Contempló el constante lagrimeo del chico y el color de su rostro, sus ojos se movieron rápidamente para poder pararse sobre aquella herida que él mismo le había hecho al chico sobre el cuello.

Sangwoo lo dejó libre de inmediato.

Mientras Bum se retorcía sobre la duela, el alfa tomo asiento sobre una de las sillas del comedor, contemplando al pequeño y frágil cuerpo que tenía a un lado de sus pies. 

La piel blanca del chico hacía resaltar aun más todavía los moretones que tenía por todas sus extremidades. 

—¿Qué voy a hacer contigo, Bum? —preguntó Sangwoo en cuanto vio al chico tratar ponerse de pie.

—Perdón —exclamó el omega con la cabeza gacha.

—Perdón, alfa —comentó el otro en voz alta remarcando el final de la oración.

Bum giró su cabeza para poder ver la expresión de su compañero: una mueca se había dibujado sobre sus labios gruesos, una mueca llena de travesura y malicia, era casi igual a la de un niño antes de hacer algo malo y divertido a la vez.

—¿Tengo que repetirlo? —hizo una pausa para proseguir—. ¿Omega?

El cuerpo de Bum reaccionó de inmediato a la voz del hombre, tan sólo la mención de su género salir por entre sus labios lo dejó temblando. Sintió una descarga de energía cruzar su cuerpo por completo, era como si alguien arcano le hablara desde la lejanía, incitando, provocando a su ser más primitivo. 

Killing Stalking Omegaverse fanfic (Miedo)Where stories live. Discover now