Síntomas

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Capítulo XXIV

Por el resto de la noche, ambos muchachos se habían quedado conversando, y fue la oportunidad perfecta para que Yoon Bum le confesara todo lo que había pasado. Por un momento, Ji Eun pensó que todo lo que le estaba diciendo el chico no era más que una broma, pero al ver el rostro afligido y las lágrimas surcar sus mejillas frías, de inmediato se dio cuenta de que el omega no le estaba mintiendo en absoluto.

Antes de que el sol saliera, ambos chicos se habían quedado completamente dormidos. Había veces en que Ji Eun se despertaba para poder monitorear el cuerpo del muchacho, ya que lo que menos quería es que este se sintiera mal o que tuviera una pesadilla.

A la mañana siguiente, cuando el sol salió por completo, todo se encontraba dentro de una quietud casi palpable. La luminiscencia de los rayos del sol, invadieron cada rincón de la casa, premiando así el lugar de dulce calor matinal.

La calidez que había dentro de las sábanas y las cobijas, no había permitido que ninguno de los dos chicos se pudiera despertar o siquiera mover, ya que ambos disfrutaban en sus cuerpos una relajación inigualable.

El gran reloj que se encontraba en la entrada, marcaba cruelmente las doce del día. Ni el trinar de los pájaros y mucho menos el sonido de los automóviles al pasar fuera de la casa, habían sido suficientemente fuertes como para alertar a los dos chicos.

El sonido de la puerta principal abriéndose, había sido una buena señal para que el silencio dentro de la casa se rompiera. Una mujer, de mediana edad, había entrado para poder dejar las llaves sobre el pequeño perchero que había en la entrada. Las zapatillas de color negro que traía, fueron reemplazadas inmediatamente por un par de pantuflas blancas; la mujer entró a su casa para poder dirigirse a la sala.

El gran maletín de color café de piel de camello, había quedado desparramado sobre uno de los sillones blancos dentro de la sala. La mujer se quitó el saco de color crema, y de igual forma lo había arrojado sobre uno de los sillones. Subió sus dos manos para poder alborotarse su cabello negro, retiró los pasadores que traía en él, puesto que su cabeza le estaba exigiendo que lo hiciera.

Suspirando profundamente, fue directo hacia la cocina. Lo primero que había podido ver, habían sido los trastes sucios que su hija había olvidado lavar. Movió la cabeza en forma de reproche, ya que Ji Eun siempre se había caracterizado por nunca ayudar con las tareas de la casa.

Fue directo al refrigerador para poder jalar una lata con té negro frío. Abrió la bebida para poder empinársela y disfrutar del dulce sabor pasar dentro de su garganta.

La mujer dejó la lata sobre el comedor para poder ir hacia el cuarto de su hija; desde afuera había podido ver el auto de Ji Eun, sabía que cuando pasaba eso, era porque la chica no había asistido a la escuela; en realidad no era raro, ella ya se había acostumbrado a que su hija hiciera lo que ella quisiera, al fin y al cabo, Ji Eun había nacido como una alfa.

Mientras subía las escaleras para llegar al primer piso, la mujer había podido percibir una esencia algo extraña, muy diferente a todas las que estaba acostumbrada, no olía mal; era un olor bastante extraño para su nariz, así es que no lo logró entender del todo.

Mientras sus pies caminaban por el pasillo, sus manos se extendían para poder tomar el pomo de la puerta de su hija. El rechinido de las bisagras, había podido alertar a los dos jóvenes que se encontraban dentro, pero su sueño y cansancio era mucho más grande, así es que lo que había podido ver la mujer había sido a su hija compartiendo la misma cama con un chico de cabellos negros.

La madre de Ji Eun inmediatamente cerró la puerta, llevó una mano sobre su boca para poder aprisionar un chillido lleno de sorpresa.

Sus pies se deslizaron de inmediato hacia su recámara, allí, procuró tomar asiento en el colchón para poder calmar las ideas locas que su mente había comenzado a generar.

Killing Stalking Omegaverse fanfic (Miedo)Where stories live. Discover now