Preludio

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Capítulo XX

Piel con piel se habían conectado; de a poco a poco sus cuerpos se habían enlazado para poder formar una danza indigna y llena de morbo carnal. Sus feromonas excitadas despidieron su propio aroma exótico para poder mezclarse junto con el olor a naftalina de las sábanas viejas. La sangre y las lágrimas del omega humedecieron con prontitud la funda del colchón mullido, juntándose de repente con el sudor, la saliva y el semen del alfa. Con gemidos líricos, el hombre había alcanzado el placer máximo al sentir bajo sus dientes filosos la suave y porosa carne del cuello del chico. El sabor exquisito de la carne junto con el del sudor en su cuello, le habían provocado deleitar su paladar con el más dulce y perfecto sabor que hubiese probado y probaría en su vida.

Bum sintió que su traicionero y vil instinto comenzaba a regocijarse bajo el abrazo de aquél hombre que toda su vida lo había maltratado. ¿Por qué le pasaba eso ahora? ¿Acaso lo que todo el mundo decía de los omegas era verdad? Nunca en vida, pero si en sueños lúdicos, llegó a pensar el si quiera ser mordido por un alfa. Su mente comenzó a traicionarle al igual que un sucio juego de ajedrez. Bum sintió al alfa encima suyo y de su género maldito.

La existencia y el pequeño atisbo de libertad que disfrutaba, se vio mermado con cada diente que se encajaba como sanguijuela a su piel. Sus sentidos comenzaron a flaquear al sentir su copa interna llenarse con el esperma del alfa; los músculos de su vientre comenzaron a contraerse en señal de aceptación y merced por haber aceptado la vulgar semilla del hombre en su interior.

Aun había tantas cosas que no había experimentado en su vida, y una de ella era la que justamente le estaba ocurriendo. Bum había planificado su vida con detalle; pensó en terminar la universidad al lado de ningún alfa o beta que le quisieran aprisionar. Bum quería salir por su propia cuenta del gran hoyo en el cual siempre había permanecido, y aunque le costase la vida en ello, se convertiría en un omega independiente.

Un grito de victoria atravesó de repente sus oídos, alarmándolo así de su nueva condición y de su nuevo dueño; un dueño que causaría desdichas en su futuro, si es que conseguía uno.

Sus energías comenzaron a mermarse, y fue cuando sus ojos contemplaron la negrura y el abismo del mismo miedo de la confusión y el tormento. Bum cayó derrotado al no poder encontrar una salida que lo ayudara a creer que todo lo que le había pasado no era más que otra de sus pesadillas nocturnas.

A la mañana siguiente, el omega no había podido comprender la inesperada felicidad que el alfa había demostrado. Tras saber de la mordida, el rostro de su tío se iluminó al igual que una mañana calurosa de verano.

Le había dicho que no se moviera porque saldría a comprar licor y cigarros para poder celebrar el acontecimiento, quizás se trataba de un hecho remarcable, pero para él no era más que el principio de una tortura.

—No me tardo —comentó el hombre dejando a su sobrino junto con la claridad del sol que entraba discretamente en la habitación. Sus piernas se aceleraron con cada paso que daba, no podía contener las ganas de reír y de festejar el tan inevitable suceso que alguna vez imaginó dentro de la sobriedad de su propio hogar.

Cuando Bum se había mudado sin decir una sola palabra, el hombre vio el final de aquella relación que había construido desde que el chico era pequeño. No quería perder a su omega, simplemente no podría permitir el que se alejara, mucho menos perder la única oportunidad de poder engendrar vida, ya que para eso habían nacido los omegas, en especial Bum.

Como un regalo del cielo, su hermana le había dejado con total libertad a los cuidados del chico; cuidados que se convirtieron en atenciones irreales y mimos ilusorios. El alfa no había podido el evitar ver a Bum crecer, y con él, pudo observar el maravilloso y casi religioso desarrollo de un omega. Sus ojos oscuros se deleitaron con cada año que pasaba; observó y tocó las caderas del chico crecer y ensancharse; saboreó y recorrió con su lengua el largo de sus piernas delgadas. Bum se había convertido en su plato principal, uno lleno de hormonas tiernas que lo guiaban directo al camino placentero de la promiscuidad.

Killing Stalking Omegaverse fanfic (Miedo)Where stories live. Discover now