Cap. 14 Queso & Citas

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Amaneció.
Laura tenía ya, cinco mensajes de texto, todos de la misma persona.

Ross:Buenos días linda, ¡arriba!

Ross:Oh, no me hagas esperar. Despierta :(

Ross:Chica, tienes el sueño pesado. Quiero verte ♡

Ross:Te tengo una sorpresa, sé que te va a encantar.

Ross:Bien, voy para tu habitación, no puedo esperar, la paciencia no es lo mio, princesa.

Y en el instante en que terminó de leer, tocaron a la puerta.
Por un momento Laura se alarmó creyendo que el ruido despertaría a Rydel, pero su miedo se desvaneció al darse cuenta de que ella ya no estaba en la cama. Probablemente era la única que seguía dormida.

Se levantó, no estaba incomoda a pesar de que el short, perteneciente a Delly que usaba en ese momento, le quedaba más grande de lo que debería. Pero pedir prestado había sido su salvación y única opción. Tampoco se aprovecharía de su nueva amiga haciendo que le comprara tanta ropa; no, los dos vestidos anteriores bastaban.

Al momento de abrir, se encontró con Ross. Vistiendo una camisa a rayas, con las mangas remangadas hasta los codos, unos jeans y sus converse negros. Entonces el color se le subió a Laura a las mejillas. ¿Por qué no se había tomado ella la molestia de arreglarse tantito? Ahora que lo pensaba, su cabello debía parecer un nido de pájaros, y la pijama de Rydel no le favorecía, pero, ¡era una pijama!, no se preocupó por eso cuando se la puso.

Vergüenza era poco. Ross siempre tan arreglado, tan lindo, y ella abriendo la puerta así, se reprendió mentalmente hasta que el rubio habló, porque, cabe destacar, que para él no importaba si Laura estaba arreglada o no, con un vestido de gala o con un short con puntitos, para él, ella era hermosa, como fuera.

—Te ves muy linda, por cierto, hola.

—Hola, gracias.—sus mejillas seguían rosas.

—¿Leiste mis mensajes?—Laura asintió—Te traje algo.

Por un momento no dijeron nada. Marano esperaba a recibir ese "algo", pero Ross sólo se dedicó a mirarla, en su misma posición, sin mover ni un sólo músculo. Ante el ceño fruncido de Laura, preguntó:

—¿Qué?

—¿Qué me trajiste?

—Oh, vamos. No esperaras que te lo dé sin mi beso de buenos días.

Habló confiado. Laura intentó buscar ese tono de burla, mas no encontró nada. Estaba parada frente a un chico que acababa de pedirle un beso sin mostrar señales de debilidad, qué precipitado resultaba Lynch.
Pues tendría que quedarse con las ganas, no iba a besarlo.
Apenas abría la boca para replicar cuando vio a Ross acercándose, tan sólo podía ver parte de su cara. Su mente era un caos.

«Laura,aléjate de Ross. No lo vas a besar». decía su conciencia.

«Laura, hazte a un lado, vamos».

«¡¿Laura, por qué no te mueves?!»

Pero la batalla interna cesó en el momento en el que la castaña sintió como los lindos labios de Ross se posaban en su mejilla. Sólo eso.

—Listo.—dijo él, con una sonrisa grande, sincera—Ten tu regalo.

Laura sonrió también mientras recibía la caja larga y rectangular, de color blanco que le entregaba Ross.
La abrió. ¿Pero qué...?

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