Cap. 45 Low

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—Por mí, que la policía se vaya al demonio.

Fue lo que alcanzó a oír desde su escondite. El rubio lucía enojado, pero él sabía que no había logrado engañarlo. Lo estuvo vigilando desde hacia mucho: días, semanas, meses. Apretó los puños al escucharlo negar que Laura hubiera enviado aquel mensaje. Resultó más listo de lo que creía.

En efecto, el mensaje no lo había enviado Laura, no habría ni querido sostener el teléfono si él se lo daba. Lo envió por su cuenta, pensando que Ross se lo tragaría entero. Pero no.

¿Y qué?, ¿acaso importaba? Por supuesto que no. Con trampa o sin ella, el chico no encontraría a su noviecita así le llevara toda la vida, y de eso se encargaría él mismo. Mejor aún, sin la policía detrás apenas y podría hacer algo en su contra. Todo estaba saliendo bien, tal como lo planeó, a excepción de algo en especial. Pero estaba bien, lo solucionaría esa misma tarde. Es más, en ese mismo momento.

Se ajustó la capucha y corrió por varias calles hasta llegar a su auto, un viejo y oxidado vehículo que se movía sólo cuando se le daba la gana. Subió a él y una sonrisa se le dibujo en el rostro al lograr encenderlo. Condujo a lo largo de una carretera hasta perder de vista su punto de partida, hasta llegar a donde ya nadie acostumbraba pasar. Un par de vueltas más. Izquierda, derecha, ya ni siquiera conducía por la carretera. Había árboles y un montón de rocas interponiéndose en su camino, aunque no lo suficiente como para detenerlo.

Y entonces, se encontró por fin mirando aquella cabaña en la que se hallaba la mujer más sexy que él hubiera visto jamás. La haría suya, de una o de otra forma. Nadie iba a pararlo ahora.

Entró al lugar sólo para descubrir que Laura seguía en posición fetal sobre la cama, con el rímel corrido desde hacía horas, horas en las que no había podido limpiarse, ni comer o beber nada. Horas en las que no había hecho nada más que llorar y llorar hasta que simplemente las lágrimas dejaron de salir permaneciendo sólo los temblores y pobres sonidos que su boca producía.

—Ya está.—pronunció al azotar la puerta provocando que la chica se sobresaltara—Ya espere demasiado.

Sorprendentemente, mientras aquel enfermo se acercaba y se montaba sobre ella, Laura lloró todavía más, sintiendo que vomitaría en cualquier segundo, aún con el estómago vacío.

«Aguanta» se decía, «si no puedes luchar por lo menos aguanta».
No obstante, en algún momento, ella dejó de importar. Seguía implorando que aquella tortura fuera soportable, pero no para sí misma, sino para alguien más. Ese alguien que llevaba en el vientre y a quien sentía que le había fallado ya demasiadas veces. «Oh, por favor, sólo aguanta».

•••

Nunca se había visto a nadie tan impaciente como lo estaba Ross. Esperando por Laura, sintiéndose impotente además, como si no hiciera más que esperar.
Pero lo hacía, o al menos, lo intentaba. Tuvo que soportar eso también: el vivir sabiendo que era un idiota que había cometido un error en extremo imperdonable y que no podía remediarlo.
Las primeras 48 horas fueron fatales, pero conforme el reloj avanzaba Ross entendía el significado de "devastador". Con Laura perdida desde el miércoles, el chico apenas se detenía a pensar en alguien que no fuera ella, ni siquiera en sí mismo. Era una persona muy limpia, sin embargo Calum tuvo que obligarlo a salir del auto y ducharse, aunque eso fue una única vez. Ross no había vuelto a abrir la regadera, ni se había cambiado de ropa en un largo rato. Había comido poco, y en sus rondas por la ciudad acostumbraba llevar una cerveza en el porta vasos.
Pero no era el único preocupado. Nadie había dejado de buscar.
Los Marano tenían contactos, quienes ayudaron a esparcir miles de anuncios de todos los tamaños por las calles: "Ha visto a esta chica?..."

Coincidencias ♥ |Fanfic-Raura|Where stories live. Discover now