Cap. 16 ¿Desconocidos?

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—Laura ¿lo fue?, ¿fue un error?

—Ross.—dijo en un susurro, sintiendo esa presión en el pecho aún más fuerte—Ross, mira...

—Y entonces esta noche también estuvo mal según tú.

—Yo nunca dije eso.—Laura  intentaba que el chico comprendiera, pero parecía difícil, se notaba cada vez más lejano si te fijabas en las gotas de agua que querían escapar de los ojos de Ross.

—Pero es así, ¿no?. En tu mundo perfecto esto jamás debió haber pasado: ni nuestra cita...

—Ross...—intentó interrumpir.

—Ni este viaje...—continuó él sin importarle.

—Ross...

—Ni esas noches en Nueva York...

—¡Ross!—el susodicho se calló, dándose cuenta también de que no sólo él parecía estar al borde del llanto.—¡Para!, yo nunca dije nada de eso, eso no es cierto.

—¡Entonces explícame! Explícame porqué llego y lo primero que te oigo decir es que hubieras preferido no venir conmigo.

Laura se limitó a cerrar los ojos, sus mejillas tenían un color rojo muy diferente al que acostumbraban. Señaló a la puerta, a pesar de dar la impresión de no saber lo que hacía.

—¿Cuánto escuchaste?, ¿cuánto tiempo te quedaste detrás de la puerta?

—Sólo el necesario.—contestó con una sonrisa sarcástica—Entonces, si no querías estar aquí, ¿por qué viniste? ¿Fue por que te lo pedí?—la castaña abrió de golpe los ojos, mas no dijo nada, se dedicó solamente a mirarlo—¿Fue por eso?—Ross mostraba cada vez más su falsa diversión, ese tono no le quedaba—Oh, ¿acaso te di lástima?

—¡Cállate, tonto!—esta vez el turno fue de Rydel, quien lucía horrorizada con las palabras de su hermano—¿Cómo puedes decir eso?—parecía que Delly tenía mucho por decir, puesto que los últimos minutos sólo había mirado la escena, sintiendo muchas cosas pero incapaz de ponerse en contra de alguno de esos dos. Sin embargo, se calló.

—Es la verdad, Rydel.—respondió Ross sin siquiera mirarla, no podía despegar los ojos de Laura y no precisamente por que siguiera viéndose hermosa.

—¡No!, ¡no la es!—la castaña no podía, no sabía lidiar con todo eso.

—Basta, Laura, las mentiras se acabaron.

—Joder, déjame explicarte...

—No tienes que explicarme nada,  no quiero saber nada, y pensándolo bien, ni siquiera sé qué hago aquí.—Ross estaba por dar la media vuelta para irse, pero se detuvo al escuchar de nuevo la dolida voz de Laura reclamando.

—¡¿Creés que vendría hasta México sólo por lastima?!

El rubio volteó y la miró.
Sabía que aquella chica a la que casi, posiblemente quería, estaba ahí, pero justo en ese momento no pudo encontrarla. Estaba cegado por esa errónea información que acababa de oir, aunque él no supiera que estaba mal. Sólo quería irse a donde fuera que pudiera estar solo, sin nadie que lo atormentara, sin nadie que lo juzgara por ser un ser humano con sentimientos, los mismos que sentía rotos ahora mismo.

—No lo sé.—la miró de arriba a abajo, y de regreso—No te conozco...

Ross llegó a la puerta y sin saber el porqué exacto tomó la perilla de la puerta, aunque esta estuviera abierta, y sin querer aplicó demasiada fuerza en ella. Tenía un pie fuera cuando dio la vuelta para ver a Laura de nuevo, tenía los ojos nublados y no lo consiguió perfectamente, así que sólo dijo:

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