Capítulo XVIII

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El libro rojo

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El libro rojo.

"No estoy segura, sin embargo he de advertirles que tengan más cuidado a partir de ahora, no sé qué es lo que ha estado ocurriendo durante todo éste tiempo pero sé que algo anda mal y está oculto a nuestra vista, por tanto deben tener cuidado."

Y con aquellas palabras fijas en el aire y en la propia mente de los presentes, la anciana mujer abandonaba al nuevo vacío que se había formado en aquella gran sala, los pasos de la vidente indicando que se alejaba volvían nuevamente a ser el filo que cortaba el silencio mientras que las dos únicas almas presentes habían sido calladas ante la duda del peligro venidero.

--¿A qué se estará refiriendo Aria con eso.?.-- Interrogó el albino.

--No lo sé.. pero la tensión me está matando..-- Respondió la joven.

--Muero de hambre..-- Agregó el albino de manera inesperada.

--Coincido contigo, ¿podemos ir por algo de comer?.-- Interrogó Vio.

--Desafortunadamente no, si nos ven sería en vano que nos ocultaramos aquí.-- Respondió el caballero.

--¿Entonces qué?.-- Agregó ella.

--No lo sé, Aria ha salido y creo que debemos esperar a que regrese.-- Comentó Shiro.

Sin respuesta.

-Vio.. ¿qué tal si intentas abrir ese libro ahora?, dijiste que lo traías siempre contigo.- Comentó el albino en voz baja.

-¿Aquí?, pero esa vidente dijo que debía ser cuando estuviese sola.- Respondió la joven.

-¿Y eso qué?, nadie lo verá ni sabrá de él.- Afirmó el caballero.

-¿Estás seguro de que es una buena idea?.- Ella había comenzado a dudar.

-Inténtalo.- Respondió Shiro confiado.

Con un pesado suspiro, la joven tomaba nuevamente aquél libro que llevaba consigo siempre mientras el albino no apartaba la vista del mismo como si en el instante en el que sus ojos se posaron en aquella cubierta, su cuerpo entero pareció ser capturado por una esencia desconocida que lo llevó a guardar silencio.

Finalmente fué abierto.

Las páginas del escrito pronto parecieron rodearse de una extraña aura de energía, la misma que emitía la mano no humana de la joven, en aquél instante un débil haz de luz iluminó la página mientras las letras escritas en un lenguaje jamás visto pronto se dejaron ver.

Una simbología extraña.

El caballero había sido capturado en su sorpresa por aquél libro, como si estuviese bajo los efectos de la imnosis.

El haz de luz había causado parálisis también en la joven quién observaba de manera sorprendida aquella escritura, ella no podía leerlo y el albino no podía verlo.

El Trueno Blanco.Where stories live. Discover now