Capítulo XLIV

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Para cuando su respiración y los acelerados latidos de su corazón volvieron a la normalidad, Shadow se permitió que un pesado suspiro abandonara su cuerpo mientras aún seguía en el suelo, recuperándose de aquellos mareos y del entumecimiento de su cuerpo.

Pero todo aquello era ya una historia aparte para su mente pues toda su atención yacía enfocada en su compañera que, al parecer, seguía aún inmersa en aquella visión o vivencia que el ciervo blanco le mostraba.

Su corazón que antes parecía haberse resquebrajado, pronto se recuperó al ver que todo aquello era una mera ilusión, una que verdaderamente había cavado un profundo agujero en su mente y sus sentimientos.

-Ésta es la primera vez que veo algo así, un ser de la oscuridad tan apegado a una leyenda que bien podría haberle generado problemas desde el inicio, sin mencionar que vosotros sois como bestias sin sentimiento que van de ciudad en ciudad arrasando con todo a vuestro paso, insaciables, violentos y sin estima alguna.- Interrumpió Aidas quién a pesar de los efectos de la ilusion en Shadow, no había movido un solo músculo.

Pero solo recibió una mirada sagaz como respuesta.

-A partir de ahora, vosotros seréis quieran o no, compañeros al igual que lo somos nosotros por que, aunque Vio tenga la capacidad de responder a los ataques cambiando de forma es sin lugar a dudas muy vulnerable a un ataque a ciegas o con espada, no sería capaz de protegerse a sí misma si se viera confinada en un espacio cerrado y tal como en la visión de Jasur, ella será muerta si no aprende a defenderse.- Las crudas palabras de Aidas resonaron en torno al lago.

-¿Y por qué tengo yo que cargar con eso?.- Shadow, quién no había formulado palabra alguna, habló.

-No os diré nada más, por mí y sólo quiero que ambos os mantengáis vivos hasta el final, aún os queda un largo camino en vuestras vidas.- Prosiguió el centinela.

Y cuando aquélla conversación parecía volverse cada vez más profunda, el crepitar de los cascos del ciervo sobre el suelo salino pronto los separó.

-¿Os lo habéis pasado bien?- Interrogó Aidas, con una leve sonrisa olvidando todo lo acontecido.

Shadow guardó silencio, recuperando su compostura.

-Tratándose de proyección, yo habría querido ver una película menos electrizante pero no me quejo, también me tomó por sorpresa aunque... siento que me vibran los huesos.- Respondió Vio con un ademán de escalofríos.

-Lamento haberos llevado de esa manera a cada uno, pero mi trabajo era enseñaros algunas cosas, cosas que os será útil a ambos en el futuro para prevenir... o superar.- Añadió el ciervo blanco.

-¿Entonces... todos esos sueños era para venir aquí?, no entiendo nada aún.. En otras palabras Shadow es mi compañero, lo que significa que tendré que cargar con una pulgosa Quimera el resto de mi camino?.- Comentó Vio con naturalidad, recibiendo levantamiento de cejas incrédulas por parte de Shadow.

-Era para mostraros vuestra capacidad y vuestra falencia porque todos aquí sabemos que no os podéis dirigir sola.- Mencionó Jasur.

-Me han dicho eso tantas veces que hasta podría escribir un libro entero y con varios tomos, de hecho, ya hasta tengo el título... se llamará "El libro de lo obvio".- Respondió ella con un ademan de manos, como imitando el trazo de una escritura al aire.

El día o las horas en aquél lago parecían no transcurrir nunca, pues el clima nublado, casi sombrío y salino eran siempre su lujo, pero sin darse cuenta, para Shadow y Vio habían pasado más que sólo minutos de estadía y sus estómagos habían sido los primeros en dar cuenta de ello.

El Trueno Blanco.Where stories live. Discover now