Capítulo XXX

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Calma inquebrantable

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Calma inquebrantable.

--¿Has oído que el Ejército del Trueno Blanco busca aliarse con éste y otros pueblos para reforzar sus tropas?.-- Interrogó una joven voz.

--¡¡Sí que lo he oído y también buscan voluntarios que ayuden con el cargamento de armas y si tienes la edad suficiente puedes incluso enlistarte para el entrenamiento!!.-- Exclamó otra voz.

--¿De verdad?, ¡¡quisiera hacerlo!!-- Comentó un niño de pelo negro.

--¿¡Apenas tenemos ocho años, crees que dejarían que dos niños se unieran al ejército?!-- Cuestionó un segundo infante de pelo rubio.

--¿Crees que el Trueno Blanco venga con ellos?, sería genial verlo.-- Comentó uno.

--Dicen que el Trueno Blanco es una chica.-- Susurró el otro.

--¿¡Una chica!?-- Exclamó el niño de pelo dorado.

--Sato y Tokiba no griten que molestan a los clientes.-- Interfirió una mujer de avanzada edad.

La calma reinante en aquella posada era tal que el mínimo sonido causaba un ambiente de tensión entre los clientes quiénes no parecían contentos ante los gritos de aquellos energéticos infantes por todo el lugar hecho de madera, algunos habían expresado su descontento instantáneamente mientras que otros habían guardado el total silencio ante la escena.

La posada se hallaba llena hasta el borde de las habitaciones pues los recién llegados se habían instalado masivamente en el pueblo colmando a la mujer de ganancias y trabajo quién, a pesar de su avanzada edad aún conservaba aquella energía de niña en sus quehaceres.

--Abuela, ¿es cierto que el Trueno Blanco es una chica?.-- Interrogó Tokiba.

--Niños, os contaré más sobre eso al anochecer por favor bajen la voz, los clientes parecen molestos.-- Agregó la mujer con calma.

En Syra los habitantes aún mantenían aquellas costumbres intactas junto con la calma antes de la guerra mientras las jóvenes almas de paz realizaban sus quehaceres en un mundo de juegos, despreocupados de todo peligro que la revelación podría traer consigo a su pueblo.

La llegada del Ejército armado al pueblo había despertado la rabia escondida en los hombres quiénes conocían perfectamente el ambiente de tensión en la guerra y, guiados por el deseo de sus corazones fueron uniéndose a la causa mientras reemplazaban el martillo de herrería por el afilado acero de las espadas de guerra.

Los carteles de búsqueda no tardaron en ser colocados en las paredes de las casas mientras el líder de Equía encabezaba el grupo de 5 hombres cuyo objetivo era la aprobación de aquellos que contaban con lo necesario para enlistarse en la batalla, un siguiente grupo se hallaba en las herrerías forjando las armas de guerra con ayuda de los experimentados en hierro, desde su llegada, aquellos soldados habían sido la principal causa de que las posadas se hallaran en su límite hasta el punto de que ya no restaban lugares para más hombres y los que habían quedado sin una habitación habían formado campamentos de pieles al aire libre realizando reuniones alrededor de una gran fogata desde donde organizaban sus estrategias de batalla pues los tiempos de calma antes de la guerra lentamente llegaban a su fin.

El Trueno Blanco.Where stories live. Discover now