Capítulo XXXIII

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El libro rojo

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El libro rojo.

Ráfagas de aire y luz, la más intensa que jamás ví en el cielo, a pesar de ser medio día, su cuerpo brillaba, era como un ave gigantezca volando imponente sobre las nubes.

Pasó frente a mis ojos.

En medio de un bosque.

Año 1345.

Busqué a esa criatura lo más rápido que pude, ella iba volando por el cielo y yo me movía montado sobre mi fiel lobo gris el cuál me acompañó desde cachorro, seguí el vuelo de ese ser hasta el bosque donde lo ví descender antes de perderlo de vista pues los árboles eran demasiado grandes para ver.

Yo sabía que ese pájaro había tocado tierra.

Su cuerpo era totalmente blanco, sus alas eran enormes y bellas, en el momento en el que lo ví, mi corazón latió con más fuerza y en mi mente solo había nacido un único deseo.

Tenía que tenerla.

Quería que esa criatura fuera mi nuskë.

Atravesé el bosque por la mitad sin poder verlo pesar de que me movía a gran velocidad sobre mi compañero pues los lobos de Riorum son las criaturas terrestres más veloces que existen, cuando llegué al medio de la arboleda creí finalmente dar con aquella hermosa criatura, sin embargo no fue así.

Era un lugar claro frente a un pequeño lago en el interior del bosque, yo sabía que la criatura había descendido ahí, estaba seguro pero cuando llegué sólo había una persona, ni el mínimo rastro de mí anhelado nuskë era visible.

Estaba desilusionado.

Pero era la primera vez que veía a esa persona.

Y mi lobo gruñó porque algo andaba mal.

Podría ser un ladrón o un asesino así que alisté una cuchilla bajando del lobo mientras caminaba hacia esa persona que estaba de espaldas frente a mí.

Mi lobo también se acercó.

Y esa persona dió media vuelta.

En ese momento supe que no era un ladrón o un asesino, era una joven, nunca la había visto pero ella se giró hacia mí con una sonrisa.

Tenía los ojos de color verde y el pelo rubio.

"¿Has perdido algo importante?", me preguntó.

He visto a una criatura hermosa, creí que descendió aquí pero no hay nada, ¿la has visto tú también?, le dije.

Y ella se quedó en silencio.

"Debe ser tu imaginación", me respondió al final.

Pero yo sabía que había visto algo, yo sabía que era verdad.

El Trueno Blanco.Where stories live. Discover now