El Trueno Blanco.

Capítulo XX

Caballero de luz, primera parte.

[Por su constante apoyo en el avance de ésta historia, el siguiente capítulo va dedicado a ustedes dos. (RyuzakiSempai Marcfernic )]

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--¡Una orden, os di una única orden y aún así me has fallado.!..-- La voz oscura resonó en el interior de una extensa sala.

--Mis disculpas, mi señor, no conté con que el Trueno Blanco sería capaz de defenserse a sí mismo antes de despertar por completo, le ruego que me de una última oportunidad, le aseguro que no volveré a fallaros..-- Afirmó la criatura de humo con terror.

--Una oportunidad, sólo una más, trae el corazón del Trueno Blanco y no vuelvas a fallarme otra vez o será vuestro corazón el que complete la fórmula.-- La voz del encapuchado nuevamente retumbo en la sala.

Con una siniestra sed de sangre reflejada en los ojos amarillos, el felino de humo se había desvanecido frente a la figura oscura dispuesta a cumplir con su mandado a cualquier costo, de lo contrario, perdería la vida.

--¿Cree que lo logrará, mi señor?.-- Interrogó una mujer.

--Lo dudo mucho, si deseas que algo salga bien debes hacerlo tú mismo sin embargo aún no es hora de que pueda salir a la luz además, completarás esa fórmula a cualquier costo así tenga que arrancarle el corazón a la sombra.-- Respondió el encapuchado.

--A su orden, mi señor.-- Finalizó la voz femenina.

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--Debo obtener ese poder..-- Susurró el albino.

Con grandes dudas invadiendo la mente de ambos respecto al inesperado y peligroso ataque en el que se habían envuelto, la preocupación nuevamente se había arraigado en la mente de ambos siendo combatida fuertemente por el filo de su valentía alojado en sus corazones de libertad.

La calma presente en el ambiente, el viento meciendo las hojas de los árboles y los cantos de las aves invadiendo sus oídos terminaban por facilitar en gran medida el avance de los aventureros en medio de la llanura, en el horizonte, el sol se hallaba entregando su mayor brillo antes de desaparecer en horas de la tarde mientras que el fresco del ambiente se alzaba imponente sobre el calor tardío.

La distancia entre la posición cambiante de aquellas almas y la empinada montaña era tal que su arribo se produciría cuando el sol se hubiese ocultado y la luna se hallara en su más alto esplendor en el cielo.

--Has estado muy callado desde hace un rato, es raro de ver en ti Shiro, así que... ¿En qué estás pensando?.-- La joven cortó el silencio.

--Oh, sí.. es sólo que estaba pensando en esa sala y el porqué nunca supe de su existencia era un cuarto de magia pero en el castillo no hay nadie que tenga alguna afiliación con eso además, cómo sabía esa sombra la existencia de aquél lugar y peor aún, ¿Cómo sabía que estaríamos ahí en ese momento?.-- Shiro pareció dudar.