Capítulo XLV

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Para cuando la fresca brisa de la mañana había azotado los cuerpos de ambos aventureros recostados sobre el verde césped alrededor de las cenizas de su anterior fogata, sus sueños habían sido instantáneamente interrumpidos mientras ambos comenzaba...

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Para cuando la fresca brisa de la mañana había azotado los cuerpos de ambos aventureros recostados sobre el verde césped alrededor de las cenizas de su anterior fogata, sus sueños habían sido instantáneamente interrumpidos mientras ambos comenzaban a despertarse y desperezarse.

-Buenos días.- Habló una somnolienta Vio.

-Buenos días, alistaos porque ahora debemos partir.- Respondió Shadow quién al poco tiempo se había puesto de pié acomodando sus ropas y su pelo.

-Vaya, siempre con mucha prisa..- Agregó Vio aún frotándose los ojos.

Y en ese momento, nuevamente él se había ofrecido a ser el medio de transporte sin quejarse, extrañando nuevamente a la joven quién a fin de cuentas solo guardó silencio.

Hasta que pronto las robustas patas de la Quimera negra volvieron a chocar contra el suelo dando grandes zancadas.

El bosque durante el día era completamente distindo de lo que lo era en la noche pues de día rebozaba de vida y de todo tipo de sonidos como el cantar de las aves o el gruñir de alguna criatura pequeña mientras que en la noche reinaba siempre el silencio en medio de un ambiente oscuro y hostil.

-Shadow... ¿De verdad tendría que enfrentarme a esa Hidra?, porque tengo que admitir... no creo poder hacerlo.- Vio rompió el silencio con notoria tristeza.

Despertando de esta manera a Shadow de su ensimismamiento.

-Podréis hacerlo, he visto vuestra capacidad... además vuestro descomunal tamaño se iguala al de esa bestia y estáis armada con las más afiladas garras que existen aquí.- Respondió él entre leves jadeos.

-¿De las más afiladas?- Ella nuevamente habló.

-Ya que no sabíais ésto, debo deciros ahora que no hay objeto más afilado que las garras de un grifo, cualquiera sea su tamaño y es un hecho de que, si consiguiéseis muchas de estas garras y hallárais la manera de fundirlas y trabajarlas para darles forma de espada, no habrá metal que perdure contra ella.

Pero por su difícil búsqueda es que las espadas de éste tipo son muy escasas y sólo la poseen un puñado de soldados, después de todo los grifos son criaturas salvajes en su estado natural y es súmamente difícil dar con alguno y por esa misma razón es que nadie querría tomar la pérdida de sacrificar un grifo de las filas solo para obtener una espada con sus garras... además trabajarlas no es cosa fácil.- Prosiguió él.

-Pero la hidra tiene una coraza muy dura y aunque las escamas de sus cuellos son lisas y sin defensa, cortar sus cabezas sería fácil pero inútil si las regenera con facilidad, además no puedes símplemente limitarte a cortar cabezas esperando que ese monstruo solo se quede a observar... porque un solo latigazo de esa cola podría destrozarte los huesos... además yo no tengo ningún tipo de coraza como la que tiene él.- Comentó la joven.

El Trueno Blanco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora