Dicen que, si tienes un asunto pendiente, sólo puedes decidir entre dos opciones: eres un alma en pena que nadie puede ver o un gato negro que nadie puede entender.
Ambos son parte de un umbral maldito. Un espiral que no deja descansar a esas almas que buscan respuestas o tienen un mensaje que desean entregar a alguien especial.
La vida puede ser injusta y compleja, pero no imposible de vivir. En cambio, la muerte puede ser imparcial, cruel, inesperada e implacable.
Sin embargo, el amor puede trascender en el tiempo y perdonar las heridas que las personas pueden dejar en el corazón.
Los cementerios tienen varias historias para contar a las personas que desean buscar respuestas y parecen muertos en vida. Lo que no saben, es que los abismos sirven para ser quebrados.
La historia de Vincent Peterson merece ser contada, para que la verdad del mundo siempre viva en la eternidad. Él no fue una mala persona, porque sólo decía lo que pensaba de la vida, aunque tuviera un tono de escritura y de voz muy particular, además de ser un idiota con ciertos dichos.
Él descubrió que la realidad era más negra que su pelaje, al investigar los secretos que provienen del otro lado y presenciar situaciones horridas sin poder hacer algo para frenarlas.
A pesar de su humor negro, las cosas tienen un tinte más oscuro del que aparentan. Es necesario abrir los ojos para darse cuenta que la vida puede ser muy compleja e injusta.
Antes de mirar con una lupa a los demás, cómprate un maldito espejo. Las personas tienen el instinto natural de evolucionar, para ser más capaces y lidiar con las dificultades que se presentan a diario. Vincent no es la excepción. No creas que la vida debe ser lineal.
La Santa Muerte vigila todos nuestros pasos, desde su trono en Necrotia, el reino de los muertos. Nadie es capaz de salir de allí y contar la experiencia. Quienes hayan podido salir de ese estado, casi han muerto bajo tierra, al tener una extraña enfermedad que los mata y revive.
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Diario de un Gato Negro: Las desventuras de Vincent
HorrorVincent Peterson sufre un grave accidente y el dictador del Paraíso lo condena a vagar como un gato negro, para que continúe viendo a su familia.
