Capítulo 36: Nada que perder

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No cuento los días, las semanas y los años. Esta prisión no conoce de historia. Sólo es un lugar húmedo y frío. No merezco estar aquí. No quiero vivir aquí otro día más. Estoy comenzando a pensar que viviré para siempre en esta celda y Necroty no quiere ver mi rostro. Al menos, eso creía con firmeza.

Ella me miraba con esos ojos helados y me dijo que estaba decepcionada de mí. Pensaba que yo era más fuerte, decidido y capaz de crear la revolución que tanto quería formar, para que Necrotk volviera a la vida. La miré de reojo, no me interesaba oír su voz. ¿Para eso vino hasta aquí?

Hice algo que no debí: la mandé a la mierda. No quería saber de nada ni de nadie. Mucho menos de ella. El enojo nubló su mente y me golpeó hasta quebrar todos mis huesos. Aunque te puedas recuperar y seas inmortal, que te revienten sin parar por varias horas duele demasiado. Era una tortura, pero no me arrepiento de mis palabras. 

Total, ella no hará nada por mí. Pero me arrepentí cuando me dijo: "Gato de mierda, vine a decirte que tu familia está prisionera en el Averno. Nunca estuvieron muertos, sólo ocultos de tus ojos y de los nuestros. Así que, cuando aprendas a respetarme y te disculpes con Celeste, vas a luchar para volver a verlas por última vez".

Mi... ¡¿Mi familia está viva?! No. Tiene que ser una mentira. ¡Debe serlo! Celeste dijo que no pudo hacer nada para salvarlos y había eliminado sus núcleos. Espera. Entonces, ¿esos núcleos que ella rompió eran otros que tenía guardados? 

Sea como sean los hechos, no tengo nada que perder. Tengo que redimirme. No puedo quedarme aquí. La gata que me visitaba todos los días sonreía, porque comenzaría la ansiada Revolución de los Gatos Negros y mis escritos serán un manifiesto que nadie olvidará. 

Diario de un Gato Negro: Las desventuras de VincentWhere stories live. Discover now