Capítulo 17: Aires de mediocridad

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5 de marzo de 2015.
Londres, Inglaterra.

En ésta sociedad, muchas personas sienten que son superiores a otras, creando las trivialidades más absurdas, nefastas y aburridas. Pero, esos aires estúpidos de superioridad son, en realidad, aires de mediocridad. Personas que intentan escalar, pero dañando al resto.

Habitan en todos lados y buscan esa oportunidad para apuñalarte por la espalda, hasta que no te queda más sangre que puedan beber. Las plaquetas no les gustan, sólo los glóbulos rojos. Incluso, los pobres diablos son selectivos y creen que la sana competencia se basa en no tener honor.

La meritocracia no existe. Quienes tengan suerte de ganarse la lotería de la vida, se le da más fácil habitar un mundo que se deteriora más y más. Creen que son más libres y capaces, cuando son todo lo contrario. Varios pelmazos son gerentes de grandes empresas.

Seguramente, te has encontrado con personas que dicen  con una desfachatez:"he trabajado duro y viví el infierno, pero me ha ido bien, debido a mi empeño y mentalidad visionaria".

Sin embargo, es todo lo contrario. Incluso, son mirados con recelo por aquellos colegas que les costó llegar a la cima. Esos discursos para seres impresionables no se los tragan. No puedes comparar un perezoso con un león. Ser jefe es distinto a ser líder.

Cuando era abogado penalista, me encontraba con varias de esas ratas astutas, porque se escondían en sus escritorios, para que no fueran atrapados por los felinos más feroces.

También, me encontré con personas adineradas muy respetables, verdaderos líderes de sus empresas. Nos tomábamos unas copas, en bares carísimos.

No todas las personas adineradas carecen de materia gris. Algunas son muy agradables, inteligentes y pueden ayudarte en los momentos más jodidos.

Extraño mucho el olor a cerveza negra. Amarga y fuerte. Pero, si bebiera un poco de eso, tendría que vivir toda la burocracia de la muerte y no quiero ser un alma en pena, antes de cumplir mi misión.

Puede sonar muy cliché, lo que voy a decir. El dinero puede ayudar, pero nunca te quitará lo más preciado que tienes: tu familia.

Joder. Mi familia... Desconozco cómo han estado, desde que me fui. Pero, en la cuadra, observé que pegaron carteles de un gato negro. Era yo. Acostado en la cama de mi ex esposa. Salté de alegría y corrí a la casa con todas mis fuerzas, pero no encontré a nadie. Pensaba que habían salido a alguna parte. Pero, no encontré los muebles. La casa estaba vacía. Me habían abandonado.

"Todos los humanos son así, Vincent. Nunca van a cambiar. Se deshacen de lo que ya no les sirve. La causa por la que luchas está perdida. Pero, allí estás. Como un idiota, buscando a quienes te rechazaron, desde el primer minuto. Sólo buscaban tu dinero, tu casa, tus cosas..."

Lithkara no paraba de meterse en mi mente, no quería sentir odio por ellos. Mi aura comenzaba a enrojecerse y mis ojos estaban nublados. No paraba de gruñir, como un animal. Destruí el papel tapiz de la habitación. Todos los recuerdos. ¡Todo se había esfumado! ¡Todo se fue a la mierda!

Pero... Dentro de mi enojo, encontré un papel de mudanza: para mi alivio, se mudaron un par de cuadras. Lithkara me miraba con odio. Miró al suelo, me abrazó y besó mi frente. No podía escapar de sus brazos y entró Celeste Blake a la casa.

"No quiero buscar pelea, pero te advierto: Dimitri es tuyo, quédatelo. Pero, Vincent se quedará conmigo, Dakota..."

Ella... ¿Me mintió? ¿No se llama Celeste? No entiendo nada... No quiero entender nada... Celeste, Dakota... Sea cual sea su nombre, estaré con ella... No puedo enojarme, pues yo fui un gran mentiroso...

Me acerqué a ella y le pedí perdón por haber corrido de improviso. No volveré a separarme de ella, creo que estoy sintiendo algo muy hermoso. Algo que no sentía, desde que conocí a mi ex esposa.

Vincent Peterson

Diario de un Gato Negro: Las desventuras de VincentWhere stories live. Discover now